CAPÍTULO 8 ✔

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Alfred

No se sentía cómodo con el ambiente, compartir con personas que recién conocía, no lo hacía a menudo, no era bueno socializando. Frederick no le había dado muchos consejos de como proseguir, así que para él era solo hablar con el Señor Bertham sobre el asunto de matrimonio, y se marcharía. Los entornos familiares le parecían muy ruidosos y extraños.

Además, ya había visto a la Señorita Amelie Bertham. Había leído el reporte de Frederick. Joven rubia, de ojos oscuros y tranquila personalidad, le parecía que eso iba bien con él. También había mencionado otros detalles, tenía veintiséis años, algo que era perfecto, porque sería una joven madura, así entendería perfectamente el motivo del matrimonio. Y el último detalle era, que solía ser muy enfermiza, no pensaba que eso era un problema, porque según el reporte ella ya se encontraba sana.

Sabía todo de ella, eso era suficiente para llevar a cabo un matrimonio.

—Tome asiento. — Dijo el Señor Bertham. No era la primera vez que lo veía, se había topado con él las veces que venía a Londres, hasta habían hecho un negocio hace tres años, se conocían un poco, no muy bien, pero suficiente para saber que él no era un hombre sin decencia.

Asintió y se sentó.

—Dígame, Lord Derbyshire ¿Qué es lo que tiene que decirme? — Pregunto. — Hace mucho que no nos encontramos, diría que es repentino.

Y era cierto, pero solo porque Frederick insistió. Y tampoco quería darse unas vacaciones largas.

Había estado pensando en que decir todo el camino, no era bueno con la palabras o improvisación, planea todo antes de hablar.

—Sé que usted y mi padre eran buenos amigos. —Empezó diciendo primero.

El señor Bertham sonrió.

—Pensé que eso ya había quedado en el olvidado. — Confeso. — pero si, él era un buen amigo mío.

Sonrió de lado, también tenía que aprender a simpatizar. Y lo hacía perfectamente cuando se trataba de negocios.

—La razón por la que vine es por él.

—¿Por él? — Pregunto el señor Bertham sin entender.

—Sí, vengo a cumplir su último deseo. — Eso es lo que había dicho Frederick, que su padre pensaba en un compromiso con una de las señoritas Bertham.

— ¿Ultimo deseo? —Cuestiono el Señor Bertham confundido.

Asintió. Alfred no sabía si el señor Bertham conocía algo de eso.

—¿Usted no tiene idea? —Pregunto.

—Ha pasado muchos años, quisimos hacer muchas cosas juntos, pero desafortunadamente el tiempo nos detuvo.

Recordaba que su padre antes de morir estaba muy emocionado, por una visita específica, no recordaba muy bien quienes eran, pero predecía que pudieron ser los Bertham.

—Dígame ¿cuál era su último deseo? —Cuestiono. Él se había enterado hace una semana atrás, cuando Frederick le dio a la candidata. Si su padre le había comentado al Señor Bertham seria de buena ayuda.

—Que me casara con una de sus hijas. — Lo dijo directamente.

El señor Bertham mostro una sonrisa con asombro.

—Recuerdo que hablamos alguna vez sobre eso. —Acepto. — Pero la oportunidad de conversarlo jamás se dio. ¿Menciono algún nombre? —Pregunto.

—La señorita Amelie Bertham. — Respondió seguro. Había memorizado su nombre. El señor Bertham quedo pensativo por un momento.

—Entonces ¿está diciéndome que quiere casarse con mi hija Amelie? —Le pregunto.

— Si. —Acepto. seriamente. Era un hombre de palabra no venía simplemente a jugar, cuando decía las cosas lo decía en serio.

—Eso no es algo que yo puedo decidir. — Dijo el Señor Bertham con una sonrisa. ¿Acaso estaba haciendo algo mal? Se preguntó. Hizo todo lo que Frederick le había mencionado; pedir su mano en matrimonio. Estaba confundido. —Tu padre y yo, quisimos formar una amistad cercana, ya si se daba la oportunidad formaríamos un compromiso.

—Entonces ¿Quién lo decide? — Pregunto. No era bueno con las palabras y peor aún para este tipo de asuntos. ¿Acaso no era así como se hacía este tipo de cosas? Había hecho todo lo que dijo Frederick. Ir directo al punto, ser claro y conciso con sus intenciones.

—Mi hija. —Dijo el Señor Bertham. — No puedo decidir por ella, su futuro depende de ella misma. Lo que puedo darle es la autorización de conocerla.

¿Conocerla?, ya la conocía perfectamente, había leído el reporte sobre ella, Amelie Bertham, cualidades; bordar, francés, alemán, etiqueta y educación increíble. ¿Qué más podría querer saber de ella? No tenía mucho tiempo para eso, lo máximo que había estado fuera del condado era una semana. No era de las personas que disfrutara un evento social.

Pensó, no tenía otra candidata. Y no era bueno relacionándose con el sexo opuesto, era terrible para empezar conversaciones, y tenía ventaja con Amelie, su padre estaba de acuerdo.

Suspiro, por esta vez alargaría su estadía en Londres, podía aprovechar y hacer otras cosas más.

—Bien así será. — Dijo.

—¿Entonces nos acompañaría para el almuerzo? — Pregunto el señor Bertham.

Ya había hecho planes, almorzaría con los dueños del hostal, donde se estaba quedando, iban hablar sobre su estadía en el lugar.

—Disculpe, pero hoy no puedo acompañarlos, tengo asuntos que resolver con el hostal. —Menciono.

— Ya veo. —Comprendió. — Y ¿El día de mañana? — No tenía mucho que hacer, podría hacer un tiempo libre.

— Me parece ideal, si no es mucha molestia.

—Entonces lo espero el día de mañana, ahí también podrá conocer a mi hija.

Alfred solo asintió parándose, había visto hace rato a Amelie, pero ya no recordaba bien su rostro.

— Muchas gracias Señor Bertham.

—Espero que ahora podamos llevarnos mucho mejor. —Dijo el señor Bertham ofreciéndole la mano, la cual el estrecho.

—Que así sea. —Asintió, serían más cercanos cuando se case con su hija. Vio la hora del reloj. —Tengo que retirarme, con su permiso.

—Lo acompaño hasta la puerta. — Dijo el Señor Bertham.

Llegando hacia la puerta tuvo una leve despedida.

—Hasta luego. — dijo y vio que el Señor Bertham asintió.

Se marchó.

El día de mañana almorzaría con la familia de su futura esposa, le parecía extraño, el nunca había compartido con mucha gente en la mesa, siempre comía solo. También vería a Amelie, no sabía cómo actuar frente a ella, pero sentía ventaja por ya saber cosas de ella, le parecía familiar, como si ya la había conocido hace tiempo. 

Sentimientos DistintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora