Prólogo

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La puerta de mi recámara se abrió sólo un poco dejando un fino haz de luz por el que atravesó una joven delgada de melena café. Sonreí al instante al ver sus fieros ojos grises escaneandome sigilosamente.

–Abuela, mi padre me dijo que querías verme– asentí ligeramente con la cabeza dándole una palmada al lado vacío de mi vieja cama.
La chica se aproximó lentamente para al fin retirar sus zapatillas y sentarse con las piernas cruzadas expectante a mi.

–Cada día te veo más y más alta mi niña– mis manos débiles tomaron un mechón de  su fino cabello justo donde se formaba un pequeño rulo en la punta que me recordaba a los rulos de su abuelo, suspire pesadamente –. Tengo mucho que contarte. Algún día será tu turno de ser reina, tu nación te lo demandará. Como reina tienes que adquirir ciertas habilidades para estar al frente de una nación, sus habitantes dependerán de ti y no debes fallarles– acaricie su mejilla mientras detallaba su finos rasgos que sin duda eran más parecidos a su padre y su padre era más parecido a su abuelo–. Tienes mis ojos, eres muy bella mi niña, úsalo siempre a tu favor pero no dejes que crean que solo eres una cara bonita, no lo eres – retiré mi mano para dejarla descansar en mi regazo.

- ¿Porque me dices todo esto abuela?

- En un par de días regresarás al internado, ya no me quedan muchos días en esta tierra – ella negó con la cabeza baja.

– Estoy segura que dentro de un año cuando regrese al reino, aquí estarás abuela– le dediqué una sonrisa con los labios cerrados.

– Eso espero – mentía, mi salud cada día era peor –. Por ahora, escucharas a tu abuela, Peayton la nobleza es cruel, eres el lobo o eres la presa. Tu no naciste para ser la presa.

– Pero mi abuelo y tu jamás fueron crueles.

– Todos lo fuimos en algún punto, cada quien carga su culpa, hice cosas de las que no me enorgullezco– tome un poco de mi taza de té que se encontraba en el buró a lado de la cama –. Antes de ser reina, serás una princesa, ya lo eres, pero lo difícil apenas empezará a cobrar peso. No vas a pasear por tu palacio sin preocupación alguna, no vas a cantar una canción de amor con tu príncipe azul cuando se conozcan, en la primera, segunda, o décima cita. La bruja de la película cuento no lucirá como en las películas que tanto veías cuando eras niña. Los villanos de las historias en el mundo real lucen muy parecidos al protagonista, muchas veces ni siquiera sabrás quién es, usarán máscaras invisibles, por eso tienes que aprender a ver a través de esas máscaras y algunas veces, portar alguna de ellas. Ser princesa tampoco será como la familia feliz que pintan los medios de comunicación dónde se ocuparan más en destacar quien diseñó tu vestido y la marca de zapatos que usas.

Te contaré una historia, mi historia, no es un cuento de hadas, es una historia cruel que te quitará las ganas de ser princesa y reina. Tu voluntad tiene que ser más fuerte que la crueldad para escuchar esta historia. ¿Crees que puedas resistirlo?

Kingdoms || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora