Capítulo 10.

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El documento entre sus manos con la firma de la dueña de aquel lugar junto a la de Erik y suya era un papel que deseaba destrozar y quemar hasta que se volviera cenizas.

Suspiró pesadamente y se dejó caer con cuidado en el sillón de la sala. No podía creer en el lío que se habían metido, todo por ese desquiciado.

—Vamos Steve no te agobies, todos estamos contigo y no te vamos a dejar en esto solo. — se acercó James tocando su hombro.

—Gracias amigo. — lo observa y regresa su vista al documento controlando sus deseos de arrugarlo.— Me sorprende tener un papel en el cual me amenace en ir a la prisión si no cumplimos con el pago a tiempo.

—Yo también me sentiría desesperado pero tienes algo a tu favor.— el pelinegro se recuesta en el respaldo del sillón y subiendo sus pies a la mesa de centro.— Tu noviecito nos ayudará a contra-demandar a la señora y pagar menos de lo estipulado.

Steve se impresionó, no pensaba que Tony fuera a intervenir de tal manera. Sonrió, Stark era un persona maravillosa.

—Quita esa sonrisita de enamorado, me da escalofríos.

Ignoró el comentario de su mejor amigo.

Anthony Stark no es como dicen los demás.

☆☆☆

—¡¿Qué?!

—No grites Wanda, casi me rompes los tímpanos.— se quejaba Pietro alejándose de su melliza.

Scott se encontraba con los menores en la sala, habían pasado dos días y tanto Wanda como Natasha apenas se habían enterado de todo lo ocurrido, con los detalles.

—¡Cómo no quieres que grite! — su vista se clavó en el mayor— A Scottie le tocaron sus atributos.

—¿Gracias?

—Y a ti, te tomaron por la cintura. ¿Por qué tuve que perderme eso?— finge sollozar en el pecho de Lang y arruga sus ropa entre sus manos— ¡Scottie!

El chef negó con la cabeza divertido, era toda una reina del drama, James tendría que comenzarán a preocuparse por su puesto.

Acarició la cabellera castaña, calmando la escena de la estilista.

—No es para tanto Wanda, tu hermano y yo, ya superamos eso.

—No me refería a ustedes.— los observo con el ceño fruncido— Las reacciones de Quill y Clint tuvieron que valer oro, ¡Aghhh! Odio mi vida.

—Que dramática.—dijo el platinado cruzándose de brazos.

—¡Yo no soy dramática!

Scott giró el rostro con una mueca incrédula, pobre Romanoff había caído en un hoyo sin salida.

☆☆☆

—Estoy ansioso deberás, de llegar pronto a su casa. — cantaba sin pudor y con sus manos simulaba tocar un acordeón imaginario.—Sacarme la... —se callo al notar a un niño pequeño que caminaba en el mismo lado que él, hasta que lo vio perderse—¡Y que le des unas mamadas!

—¡Cállate pinche loco!— le gritó un sujetó por la ventana del edificio por donde pasaba.

—¡Dile a tu madre que me callé como solo ella sabe!

Y con una sonrisa en su rostro le enseñó su dedo medio al pobre anciano que le había gritado. Siguió caminando como si nada le importara ante las miradas juzgadoras de los demás.

VecinosWhere stories live. Discover now