❝ 15.

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—L a f a y e t t e.

Ok, ok. ¿Quién soy?

—No tengo ni idea, ¿podrías bajarte de mi mesa?

John se baja con un resoplido y con los brazos cruzados. Se deja caer en el sofá y le da un buen trago a su cerveza.

Lafayette también se lleva el alcohol a los labios con expresión hastiada.

—¿Y si vemos una película? —John salta del sofá con los ojos brillosos, las pecas lo acompañan en cada una de sus expresiones.

—La verdad no tengo muchas ganas, ¿y si dormimos?

—Uhm, buena idea.

Los dos se acomodan en el sillón de modo que la cabeza de John y la de Lafayette chocan con cansancio; los dos amigos se limitan a cerrar los ojos y esperar a que el sueño les queme las pestañas.

Pero en lugar de eso su cerebro recibe una intensa jaqueca porque alguien está aporreando la puerta.

Lafayette refunfuña y se levanta del sofá.

—Quien quiera que sea váyase al diablo —se queja el francés mientras echa un vistazo por la mirilla de la puerta. Hércules del otro lado se ve sumamente molesto con el entrecejo fruncido.

—John, esconde las cervezas rápido —le murmura el moreno a su pecoso amigo y éste las esconde inútilmente atrás del sofá.

Lafayette abre la puerta y Hércules Mulligan entra a la casa echando traspiés.

—¿Por qué ninguno de los dos atiende el teléfono? —El recién llegado señala a los dos esperando una buena explicación.

—Estamos intentando dormir, Herc. —se queja Laurens mientras echa la cabeza hacia atrás.

—Eso no me importa —ruge Mulligan mientras se sienta junto a ellos con los brazos cruzados, con una de sus manos se toca el puente de la nariz —Hace dos semanas les comenté que estaba ayudando a Peggy a preparar una buena noche a su hermano en su cumpleaños y les dije que más vale que no hicieran planes porque íbamos a ir los tres juntos. Cual fue mi sorpresa a qué ninguno de los dos venía y de paso no me contestaban los mensajes, simplemente increíble.

—Lo sentimos mucho Hércules. Ahora mismo me pongo algún traje para ir —comienza diciendo Lafayette y camina hacia las escaleras a paso tranquilo pero igualmente hastiado por su siesta interrumpida por una fiesta a la cual ni siquiera quiere ir.

—¿Ponerte? Oh, no cariño, date una ducha y tú también John.

—¡Acabo de entrar a la ducha! —se queja Lafayette y alza sus manos hacia el cielo en torno de protesta.

—Pues hazlo de nuevo, no pasará nada. Les doy 50 minutos. Y no a cada uno. A los dos. Mientras yo veré alguna película en Netflix —Mulligan se truena los dedos y toma el control remoto de la pantalla plana de Lafayette.

—¡Tú ni siquiera vas arreglado para una fiesta! —John entra en escena y Lafayette lo apoya asintiendo efusivamente de fondo.

—Porque dejé mi traje en la casa de Peggy, preocupado mientras ustedes dos se emborrachaban —Hércules señala detrás de él hacia las botellas de cerveza medio acabados —apúrense, ya pasaron tres minutos.

₊˚*・῾ Mírame | hamlaff°·*• ˎˊ-༄*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora