𝚂𝚘𝚛𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊𝚜

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Seguro amaneció tan rápido como me quedé dormida, cansada y cansada de llorar.

Me levanté de la cama, con pereza pero más aliviada, si señores, llorar era una de las mejores opciones para quitarte ese dolor de encima, yo lo hacía muy seguido.

Hoy, el sol brillaba como nunca, un rico y helado viento entró por las ventanas en cuanto las abrí, decidí que hoy estaria feliz, aunque no sabía hasta cuando estaría mi positivismo ante la situación. Tenia clases, si, obvio y tendría que ir, aunque buscaba cualquier excusa para no asistir hoy.

Estornudé fuertemente, que varios mocos rodaron por mi nariz.

Fue como si Diosito me haya escuchado, como si dijese ten, una excusa excelente.

No sabía si estar agradecida de esta excusa o preocuparme, de pequeña solían darme esas gripes que me dejaban en cama como seis días, tomando sopas más calientes que los chicos que trabajaban en los kfc.

Caminé descalza sin importar el frío piso, una vez en el baño me di cuenta lo hinchada y roja que estaba mi cara, sí, consecuencias de llorar toda la noche.
Llegaron varios mensajes de texto, pero, decidí leerlos después de arreglar un poco mi apariencia y mi salud, claro.

En cuanto abrí la ducha con agua caliente, si de nuevo había agua caliente, me relajé, canté un poco para distraerme de los malos pensamientos que solía tener, y saben que? Me cayó un poco de shampoo en los ojos.

-Dios, que tan mala he sido para merecer todo esto. - hablé sola, por que seguramente Diosito estaría ocupado con sus tareas diarias o simplemente estaría tomando sol entre esas esponjosas nubes que podía ver desde la pequeña ventana del baño. - Esta bien, tampoco necesitaba tu respuesta, aquí estaré, para cuando te decidas a perdonar esta humilde mortal.

Me envolví en la toalla de blanca y limpia, tomé otra para secar mi cabello, llegué al espejo, para desenredar mi mugroso cabello cobrizo.

-¡Auch!. - me quejé al arrancarme un poco de ebras rojizas y enredadas.

Una vez que me encontraba bien peinada, me vestí con un short negro y una camisa holgada de color carmesí.

Abrí los mensajes que habían en la bandeja de entrada, habían muchos, de muchos contactos como Lesly, que mencionaba a su mamá en el campus y que si necesitaba algo la llamara, le respondí que estaba bien y seguí con los otros, mis hermanos, ambos habían dejado llamadas perdidas y muchos mensajes, también les respondí que estaba bien, vi que habían mensajes de Jordan alias "el traidor" decidí que no los respondería y que ni los abriría, le respondí a Thalia, también preguntaba lo mismo que los demás y por último la tutora Camila.

-Abril, nena, como estas? No te preocupes en venir a clases, ya justifiqué tu falta, los demás compañeros no tienen problemas en justificarlas en sus clases. No te preocupes por el documento que te había dejado a cargo, yo me encargaré de eso, besos.

Escribí varias palabras, pero los eliminé y luego las volví a escribir pero con palabras más apropiadas.

-Buenos días, tutora Camila, adivine estoy resfriada, si, esa es mi gran suerte.

-No se preocupe estaré libre toda el día y me encargaré de que su documento no tenga ni una sola falta ortografíca o alguna incoherencia. Besos.

Envíe los dos mensajes y me encargue de encender la laptop para corregir el reporte semanal de los tutores.

Encendí la música y para cuando terminó el  Playlist de música ochentera, también había terminado con el documento que estaba corrigiendo. Escuché varios golpes en la puerta pensado que sería Lesly escondiéndose de su mamá, pero, no, no era Lesly.

Huir y vivir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora