Imperfectamente Perfecto (drarry/harco)

Capítulo XII

—Nunca pensé que diría esto de otro hombre en mi vida, pero eres magnífico— Draco se arrastró en la cama sobre sus manos y rodillas, persiguiendo a Harry. Cuando Harry golpeó la parte superior de la cama, se detuvo. Draco se deslizó por su atrayente cuerpo, dejando caer besos en su pecho. Recordando la expresión de felicidad en su cara por la poca estimulación que había causado con sus pulgares, se detuvo para lamer y chupar uno de los oscuros y tostados discos de piel suave y el punto apretado en su centro.

El silbido de Harry era todo lo que necesitaba para saber que realmente había encontrado un punto caliente.

—Me encantan los sonidos que haces— exhaló, dirigiéndose hacia el otro. Al deslizar la lengua por él, se dio cuenta de lo suave que era su piel, y lo bien que olía. Draco no podía conseguir bastante de ella.

La propia colonia personal de Harry, piel caliente y excitación. Nunca había encontrado nada igual en ninguna mujer. No es suave o dulce como la piel de una mujer, sino algo verdaderamente único que le hizo que su corazón tropezara y la boca agua. Tomó aire, saboreándolo, luego formó sus labios en un círculo en un pezón y chupó hasta que Harry gimió.

Nunca tuvo a una mujer hablándole sucio durante el sexo, tampoco. Maldita sea, ¿Qué otra cosa se había perdido? Le encantaba escuchar a Harry enloquecer. Sabiendo cómo se sentía por sí mismo cuando fue tocado, rozó la parte interior del muslo de Harry con una mano a la deriva y Harry separó las piernas sin querer. En control de sus propios deseos, una vez más, Draco se tomó su tiempo para dar placer al hombre debajo de él. Mi hombre. Se estremeció cuando eso se clavó en él.

Desde la noche del martes, el hecho de que fuera un hombre había dejado de molestarle. Sabía a quién quería. Tal vez debería haber prestado más atención a los tres chiflados todo el tiempo, porque Theo seguro como la mierda que lo había clavado. Se preguntó si siempre había estado ahí, pero como él había dicho, hasta Harry, no había hecho “clic”.

Honestamente no le importaba el razonamiento. Draco no podía luchar contra este... anhelo. El deseo hambriento. Harry era como nadie más, y nadie más había exigido tan poco cuando quiso dar lo mejor de sí mismo. Draco también sabía lo que eso significaba, que se estaba enamorando de él. Pero no mencionó eso. Harry no estaba listo, y lo sabía. Tampoco estaba seguro de estar preparado para ello. Una cosa a la vez. Y justo en ese momento, tenía un hombre desnudo, caliente y jadeante que prácticamente se derretía bajo cada una de sus caricias. Draco estaba cautivado por cada movimiento, cada parpadeo. Nunca había considerado si había complacido a un compañero lo suficiente, adivinando que se lo dirían si quisieran más. Con Harry, él era tan transparente como el cristal, y constató que a Draco le gustaba hacerlo perderse, le gustaba cautivarlo con cada pequeño toque y beso, lo volvía loco.

—Me encanta la forma en que sabes— murmuró Draco mientras succionaba besos húmedos en su pecho —Dilema, dilema. ¿Hasta tu hambrienta boca, o hacia abajo hasta ese increíble pene?— Envolvió sus dedos alrededor de la longitud endurecida de Harry, dándole un suave masaje. La sensación de él contra la palma de la mano de Draco era diferente a cualquier cosa que pudiera nombrar. Al hombre definitivamente no le faltaba nada. Calentado y duro como una roca, Draco lo acarició desde la base hasta la punta, arrastrando cada sensación para mantenerlo justo en el borde. Los ojos de Harry rodaron en su cabeza mientras sus labios temblaban, suspirando un gemido.

—O mejor aún, ambos— ronroneó, acostado a lo largo de la longitud de Harry para acariciar y jugar con su cuerpo mientras lo besaba.

El brazo de Harry le rodeó el cuerpo, agarrando, amasando en el hombro en respuesta.

—Eso es, bebé. Deja que te haga sentir bien—

Harry aspiraba aire, gimiendo a través de una carcajada.