Capítulo XXII

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—¿Por qué no vamos a la cama?— Preguntó Harry, dejando tiernos besos en su cara. El aturdido dolor en la cara de Draco hizo que le doliera el pecho.

Draco asintió ausente.

—Gou…

Harry levantó la mano.

—Está bien, cariño. Yo me encargo de él. Ve a tomar una ducha de agua caliente y relájate. Debe quedar algo de agua caliente— Caminó a tientas por la linterna que Draco había encontrado cuando las luces se apagaron. —Al menos lo peor de la lluvia ha parado— Puso la linterna en las manos de Draco. Preocupado, contempló la cara de su amante cuando permaneció inmóvil. —¿Draco?— Susurró.

El dolor hueco en esos ojos grises le atravesó. Había un atisbo de miedo arremolinándose allí también. El miedo a lo desconocido, a lo que venía, a la reacción de su familia, del resto de su familia. Harry lo entendió muy bien. En el atardecer de la noche con sólo el mundo fuera de las ventanas ofreciendo un atisbo de luz, las sombras en sus ojos eran casi tan profundas como las que revoloteaban por la sala de estar con ellos.

Como si se moviera por control remoto, Draco finalmente se puso de pie con una gracia vacía y dejó a Harry en la sala de estar con un Gou no tan llorón. Al menos se había calmado ahora que los truenos y los relámpagos habían pasado.

Se levantó del sofá, se acercó al mostrador para recoger la correa.

—Gou— llamó en voz baja. El perro se acercó y se sentó obedientemente. Con su correa atada, Harry cogió su chaqueta y metió sus brazos. Enfundado y listo para la brisa húmeda y fría, llevó al perro afuera. Se sentía muy extraño caminar sin la extensión adjunta de su bastón en la mano, como si estuviera olvidando algo, mientras aprendía que podía confiar en la férula y en su pierna. Había empezado a usar pantalones vaqueros en vez de los de chándal con más frecuencia. Comenzando a sentirse como él mismo en casi todos los sentidos, y con el apoyo de Draco, sabía que podía ser él mismo sin importar qué pasara.

Inclinando la cabeza contra la frío, también reconoció el amor de Draco por él. A veces, se sentía tan envuelto por ello, que no quería volver a irse, y luego sentía una punzada, o se movía por el camino equivocado y su espalda o su hombro se llevaban la peor parte de algún movimiento estúpido y recordaba que él nunca estaría completo, nunca estaría entero.

Ser él mismo era una cosa. Estar completo era algo completamente distinto. Temía casi constantemente cuándo Draco se diera cuenta de lo imperfecto que era. Estaba llegando. Esa era la mayor razón por la que no había aceptado mudarse, aunque el Año Nuevo había llegado y se había ido. Se quedaron en casa y vieron los espectáculos de celebración en la televisión, comieron palomitas de maíz e hicieron un pan de jengibre seguido de una noche de amor que les había dejado durmiendo hasta tarde a la mañana siguiente. Draco ni siquiera trató de comprar champán para sus celebraciones en casa, y no parecía que hubiera hecho esa concesión para Harry. Una vez más, otra deficiencia que crecería rápidamente, pero Harry no podía hacerlo. El alcohol, incluso el olor, le revolvía el estómago.

Gou se detuvo y añadió agua al suelo. Harry metió las manos en los bolsillos. Apestaba que tuviera una baja tolerancia al frío. No estaría fuera por mucho tiempo.

Un destello brillante sobre el agua en la distancia le llamó la atención. La naturaleza era increíble, hermosa, misteriosa, a veces espeluznante. Las nubes negras de carbón colgaban sobre el agua más allá de las casas que quedaban, parecían gruesas columnas de humo, rugiendo y agitándose mientras la tormenta se apoderaba con furia de las aguas. No era del todo sorprendente que estaba oscuro dondequiera que mirase, supuso, después del impacto que la tormenta había producido. Al menos en lo que podía ver, no había cables caídos o daños en los árboles. Que inevitablemente solo prolongaba su fuerza impotente.

Imperfectamente Perfecto (drarry/harco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora