Imperfectamente Perfecto (drarry/harco)

Capítulo XX

Harry gruñó, entrando a la cocina a la mañana siguiente. Draco se había duchado y vestido antes de que él lo hiciera, y eso era una cosa buena porque no estaba seguro de que Draco hubiera incluso salido fuera de la habitación si Harry lo hubiera visto.

—¿Tenías que ponerte esos vaqueros?— Sus dedos se enroscaron contra la fría baldosa bajo sus pies mientras su mirada pasaba sobre el hombre delante de él.

Draco se volvió de la encimera donde estaba haciendo café, dos tazas esperando mientras la cafetera se llenaba.

—¿Pensé que te gustaban?— Un preocupado recorrido por su cuerpo le tenía abriendo los brazos y las piernas.

Harry se lamió los labios, imaginando el sabor de la piel recién duchada. Un pecho desnudo y esos pantalones vaqueros. La forma en que el vaquero abrazaba sus muslos. Curvado obedientemente para colgar justo en las caderas. El sexy y rebelde agujero de chico malo en la rodilla. Parecía un poco dócil.

—Lo hacen. Demasiado— La sangre estaba espesando su pene mientras estaba allí mirando. Estaba dispuesto a apostar que no había nada allí debajo tampoco. Una cosa que había descubierto era que Draco se relajaba en casa yendo de comando.

La mirada de Draco se volvió interrogativa, entonces la bombilla de luz se iluminó mientras sonreía con un poco de malicia.

—Ah, ya veo— Sus pestañas cayeron, bajando sobre unos ojos grises chisporroteantes —¿Ves algo que te guste?— Preguntó con voz ronca.

—Maldita sea. Eres insaciable—

—¿Y eso es malo?— Draco disparó de vuelta.

No en el libro de Harry. Pero Draco puede que no quiera lo mismo. Hasta ahora Draco había estado controlando, y le encantó. Excepto que Harry lo quería, y con Draco allí de pie como una oferta completa de buffet libre, era más de lo que Harry podía tomar.

Sacudiendo la cabeza, se deslizó con los pies descalzos un centímetro fuera de la habitación.

—Cariño, ven aquí— Draco susurró, las tres palabras cabalgando como dedos con deleite por su espina dorsal.

Impotente frente a esta llamada ronca, Harry cambió de dirección y se acercó,decidido a no acosarlo aunque se moría de ganas.

Draco puso sus manos en el borde de la encimera, el olor del café recién hecho llenaba
el espacio a su alrededor.

—Si lo deseas, tómalo— dijo, su pecho subiendo y bajando mientras la intención se convertía en acción. Como puntuando, bajó una mano por el centro de su pecho en ofrenda, para caer y agarrar la encimera otra vez.

—¿Estás de acuerdo con eso?— Los dedos de Draco se apretaron en su bastón. No se apoyaba técnicamente en él, pero estaba allí porque no estaba seguro de que no lo necesitaría para sostenerse. En cualquier momento.

Draco bajó la barbilla, dándole una mirada abrasadora que dejaba pocas dudas sobre el significado.

—Cariño, quiero hacerte feliz, ¿y si te hace sentir bien?— Su sonrisa se convirtió en pura
diablura sensual —Lo quiero—

La respuesta ronroneada de Draco envió una cascada de chispas a su torrente sanguíneo.

—Oh, Dios— exhaló. Draco era un activo natural, y antes de él, antes del fuego, Harry habría dicho lo mismo. No era justo que el hombre pudiera debilitarle las rodillas.

—Dime lo que quieres—

Escalofríos cortaban el cuerpo de Harry.

—¿Rienda suelta? ¿Estás seguro?— La ráfaga de su pulso era fuerte en sus oídos.