Lo que desees

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En ese momento mis palabras eran claras pese a lo impronunciable que era lo escrito en ese libro, mi corazón estaba agitado por una excitación de origen extraño, era en cierto punto emocionante toda aquella situación, las llamas rojas subían tambaleándose por el aliento o los movimientos de las paginas, el aroma de la cera derritiéndose era inolvidable estaba tan entrado en mis pensamientos que no me di cuenta de que la llama roja se había extinguido y en su lugar una delicada columna de humo subía por el aire hasta perderse en una sombra oscura en una de las esquinas de la gran habitación donde dormía

de forma placida. Sus labios se abrieron para gritar, pero ningún sonido salió, estaba mudo mirando los dos puntos amatistas en el otro lado de la habitación, la oscuridad parecía profunda y era como si esta se tragara su cuarto lentamente. Escucho algo caminando por el lustroso piso de madera, pero no eran pisadas humanas, eran más cortas y se escuchaba como las pezuñas de un animal. No podía moverse mientras esa cosa se acercaba a él con unos ojos amatista que parecía brillar en las sombras de unas largas pestañas negras.

- ¿Qué es lo que deseas? - su boca temblaba y su lengua seca se pegaba al paladar. La criatura espectro aquello con un gruñido que hizo que su cuerpo se estremeciera- ¿para qué me has invocado?

- Tengo- dudo en lo que estaba haciendo, valía la pena todo aquello, había olvidado por unos segundos sus motivos- debo preguntar algo antes de dar a conocer mis deseos

Trato de sonar lo más tranquilo posible, esa cosa permanecía oculta moviéndose por la habitación sin ser visto.

- Hay un límite a lo que pueda pedir

- No

- ¿Cuál es el costo?

- Ya deberías saberlo

- En caso de que lo que te pida no se pueda cumplir, que pasaría... tengo alguna clase de devolución, es mi alma de la que hablamos no quiero perderla por nada.

- Te burlas de mí, aquello que limita a los humanos no lo hace conmigo, cumpliré cualquier deseo que se me pida incluso si quisieras la luna en un frasco la tendrías...

Paso los minutos pensando escuchando esas pisadas a sus espaldas, se le escuchaba molesto por la espera, pero no dijo nada más, espero en silencio mientras él veía su seguridad desaparecer entre sus dedos como si se hubiera derramado.

- Quisiera no vivir nunca más en la sombra de mi hermano, quiero ser más de lo que es él y de lo que será.

- Eso es todo

- Quiero tener algo apreciado que él no tenga

- Lo entiendo

Eso era todas las velas volvieron a encenderse y esa cosa como si fuera un genio desapareció dejando en el aire un olor desagradable de sangre. Abrió las ventanas y parecía que Nadia había cambiado, recogió todo cuanto tenía en el suelo, tiro las velas a la basura tentado a hacerlo mismo con el libro pues no quería volver a cruzarse con aquella horrible cosa. Se aferró a la pasta antes de abrir el armario y sacar una de las tablas sueltas para ocultarlo en ese lugar, durante las noches siguientes y en ocasiones durante el día podía escuchar como si algo arañara la madera del suelo tratando de huir, no volvió a dormir en ese cuarto volviéndolo un almacén se mudó de habitación, pero aún se preguntaba ¿Qué pasara cuando esa cosa salga? Le atemorizaba tan solo pensarlo, pero fuera de ese constante pensamiento y el nuevo huésped en su departamento no había cambiado nada, estuvo ocupado esos últimos meses con todos los casos que le llegaban y haciendo todo lo posible para que estos fueran liberados. Decían que de seguir de esa forma podría ser el juez más joven de Grecia o tal vez del mundo, sonreía por ese comentario, pero esto no era extraño siempre había sido bueno en su área ¿realmente necesitaba de esa cosa? La popularidad de su hermano tampoco parecía descender en lo más mínimo, pero ya no se veían, ya que este pasaba la mayor parte de su tiempo dedicado a su hijo y escribiendo artículos que hacían que sus compañeros se volvieran locos, las mujeres del departamento le decían medio en broma que les presentara a su hermano ya que este había enviudado demasiado pronto.

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