Parte 8

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Kaede ya lleva una semana conviviendo con la alvina y cada vez la explotaba con más trabajos, cuando la mujer se cabrea. Lo bueno para la joven, es que no la castigaba con esos aros, para su alivio, pero eran remplazados por más trabajos, ya no es solo limpiar la enorme casa, si no es arreglar el techo de la casa, cuando avía fuga de agua o el piso de madera.

¡Ah! ¡Esto es mucho peor que, cuando nos retaron la tribu galla! – Dijo Kaede muy agotada, dejando a un lado de ella un martillo y una cajita de clavos, después de arreglar un hueco en el piso – esto es difícil – Dijo mirando un mal arreglado piso de madera y que sobresalían algunos clavos torcidos y sobresalientes – espero que la señora subara – sama, no venga aún y vea esto – Dijo nerviosa y asustada por el mal trabajo que hizo.

Mocosa ¿Qué has dicho? – Dijo la mujer tras de la chica que salto del susto y por accidenté, el martillo cayó en uno de sus dedos de su mano.

¡AH! – Grita Kaede por el susto y el dolor y la sorpresa que le dio al escuchar su ama tras de ella – ¡n – n – nada, no dije nada señora! ¡Y - Yo solo estoy trabajando! – Dijo agarrándose su mano donde le cayó el martillo y aguantando el dolor que siente por miedo a la mujer, contando que escondía con su cuerpo el mal trabajo que realizó.

La mujer frunce un poco el ceño y agarra del cuello de la ropa de la chica y le alza del suelo, como si no pesara.

¡S – Señora por favor, no me castigue! – Suplico Kaede asustada, pensando que ya vio el mal trabajo que hizo.

¿Quién es esa tribu galla, que dijiste? – Pregunto la alvina a su esclava.

¿Eh? – Exclamó confundida Kaede.

La mujer frunció más el ceño.

¡Responde! – Exigió la mujer alzando un poco la voz.

Kaede solo la miro asustada, no entendía por qué quería saber de la tribu de dioses muglox.

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Subara se encontraba merodeando por un lugar diferente a la suya, con criaturas como masas arrastrándose de un lado para otro con diferentes colores y ojos de aburrimiento, pájaros e criaturas voladoras que iban y venían, para una persona normal sería muy extraño todo eso, pero para la alvina, no.

Ella se encontraba con una gabardina gris, que la cubría por completo, sin importarle lo extrañó y pintoresco del lugar, ella solo tenía un objetivo, más bien cinco de ellos.

Al final de su recorrido llego a unos arbustos que los aparta, llega a un sitio con cinco partes separadas por el fuego, aire, tierra, agua y lo que parece un mini templo en una nube. Adentrándose más al lugar.

En ese momento cinco criaturas regordetas con partes de su cuerpo como el cabello que eran cubiertos por los cinco elementos, bajaron del cielo y rodearon a la intrusa que se detuvo su andar.

¿Quién eres, intrusa? – Dijo el muglox del fuego con la seña fruncida – ¿Por qué estás en el territorio de la tribu galla? – Pregunto, al ver la apariencia alargada y nada parecida a los muglox. Ese intruso le causaba una mala espina.

Así que, ustedes son la tribu galla – pregunto más bien, se aseguró de lo que decía el personaje de la gabardina.

¿Eh? – Exclamaron los cinco dioses muglox confusos.

¿Quién rayos eres? – Pregunto el muglox con cabellos de tierra y plantas.

La mujer de la gabardina, miro a cada uno analizando su apariencia y más.

Mirmo Zibang (FLOR MARCHITA)Where stories live. Discover now