-Audrey... Audrey... -susurraba una voz en mi oído. La ignoré y continué durmiendo. -¡Audrey Reneé Trainor!
-¿¡Qué!? -le grité a mamá.
-¡Se hace tarde para la escuela! -miré la hora. Eran siete y cuarenta y cinco. Tenía unos pocos minutos para cambiarme.
Hice todo rápidamente y siete y cincuenta y cinco Austin y yo estábamos viajando a la escuela.
Llegamos diez minutos tarde, por lo que los profesores no nos permitieron ingresar a nuestras clases. Entonces, ya que no teníamos nada que hacer, decidimos ir al pequeño jardín bajo techo que tenía la escuela. Generalmente lo usaban los ayudantes en jardinería durante sus días de clase, pero al parecer hoy no tenían esa clase.
Nos sentamos en la pequeña banca que allí había, sin decir nada. Mi primo es una persona muy diferente en la escuela. Los abusos lo han hecho temerario, por lo tanto no se expresa libremente en la escuela.
-Austin, no tienes por qué estar callado aquí. Menos conmigo. -le dije. Él me miró y sonrió tristemente.
-Lo siento, es la costumbre... -abrió la boca para decir algo más, pero al parecer se arrepintió.
-¿Qué ibas a decir? -pregunté curiosa.
-En realidad... quería preguntarte algo. -fruncí el ceño, pensando qué podría querer preguntarme. Le dije que prosiga. -¿Qué te pasa últimamente?
-¿Cómo? Lo siento, no te entiendo.
-Lo que dije. ¿Qué te pasa? Estás distinta. Más gruñona, más alegre, podría decirse que más bipolar que antes, -reímos. -te quedas tildada de un segundo para otro, te quedas dormida en las mañanas, o directamente no duermes nada en las noches... Repito. ¿Qué diablos te pasa?
Bueno, ya no sabía cómo responder a esto. Si le decía que me gustaba alguien, me preguntaría quien era, y no estaría feliz al enterarse de que "no lo sé"... aún.
Y si le decía que no me pasa nada, que estoy de lo más normal, me diría que le estoy mintiendo. Y me molestaría todo el tiempo para que le diga lo que le oculto.
Mierda. Algún día me lamentaré de esto.
-Eh... hay un chico. -dije. Austin me miró alarmado.
-No es Jason, ¿verdad? Dime que no te gusta Jason.
¡Mierda! ¿Por qué todos me relacionaban con Jason? Qué asco.
-¡No! -exclamé. -Diug. -ambos reímos. -Es... otro chico.
-¿Quién es?
-No te diré. Sólo puedo decirte que es demasiado tierno.
-Audrey, no te puedes enamorar de tu primo. -reí y golpeé su brazo. -Ya, ya. -dijo Austin riendo.
***
El día pasó rápido. A decir verdad, fue como si no hubiera tenido clases. Como había dicho antes, los profesores se enfocaban en los alumnos que ya tenían reprobada la asignatura.
Cuando llegué a casa, mamá me preguntó qué me había pasado anoche, que me acosté demasiado temprano pero que a la mañana siguiente era imposible levantarme. Sólo le dije que aunque estaba muy cansada no pude dormir nada.
Y lo creyó.
Luego de esa pequeña conversación, mi padre me pidió que lo acompañe a "La Gran Tienda", lugar donde vendían artefactos para el hogar, tanto como para construirlo, repararlo y embellecerlo.
-Entonces... ¿qué es lo que debemos comprar? -pregunté cuando estábamos entrando a la tienda.
-Pintura. -respondió papá. -Pintaré la casa.