-Señores pasajeros, por favor abrochen sus cinturones. El avión está por aterrizar. -dijo una de las azafatas por el altavoz del avión. Me desperecé y miré por la ventana. La vista era preciosa. Miré a mi padre, que estaba roncando a mi lado. Lo sacudí levemente, haciendo que se despierte sobresaltado.
-Estamos por aterrizar. Abróchate el cinturon. -el asintió limpiándose la baba que había caído de su boca.
***
-¿Viste? Al final no pasó nada. -le dije a Austin mientras lo abrazaba por el hombro y lo animaba a bajar del avión. Ya no me tenía enojada el hecho de que él y Nick me hayan ocultado su relación. Todos cometemos errores.
-Sí. -sonrió.
Nos adentramos todos al edificio del aeropuerto, allí deberíamos buscar nuestras valijas y luego encontrarnos con mi tía y primos.
-¡Anne! -gritó mi padre cuándo vió a mi tía entre la multitud. Todos corrimos hacia ella y la abrazamos. Repetimos la acción con mis primos y tío.
-¡Audrey! ¡Mira que grande que estás! -dijo el tío John. Luego se dirigió a Austin. -Y tú, jovencito, ¡no te quedas atrás! Seguro tienes a todas las chicas atrás.
Austin abrió la boca para acotar algo pero mi tía lo interrumpió.
-¡Mírense! ¡Están enormes! La última vez que los ví tenían 13 y 14 años, ahora ya son adultos. -dijo mi tía aguantando el llanto.
-Ya, mamá, no es para tanto. -dijo Juliet, mi prima de 15 años. Estaba muy cambiada, se nota que ha desarrollado, y el alma de adolescente la tiene: grueso delineador negro cubren sus ojos, y todas sus prendas son negras. A esto le llamo ataque adolescente.
-¡Juliet, Greg, ustedes también están enormes! -dijo mi madre, apretándole las mejillas al chico. Al pobre se le notaba en la cara las pocas ganas que tenía de ser pellizcado.
Cuando eran niños los mellizos eran muy distintos: Juliet era delicada y tímida, y Greg era rebelde y sin verguenza. Al parecer ahora se parecen más. Si bien Greg no está vestido todo de negro se nota que adquirió el mismo humor que Juliet.
Unas pequeñas manitos se metieron entre los cuerpos de los mellizos separándolos. Ellos rodaron los ojos y dejaron pasar a la rubiecita que se acercó a mí tímidamente. Me agaché a su altura para saludarla.
-¡Nina! Bonita, cuánto tiempo ha pasado. ¿Qué edad tienes ya? -pregunté. Nina levantó su mano para mostrarme sus cinco deditos. La última vez que la había visto acababa de cumplir los dos años. -Recuerdo perfectamente cuándo eras una bebé. ¿Tú me recuerdas a mí? -pregunté.
-Noup. -dijo bajito.
-Soy tu prima Audrey. Y él -me levanté y abracé a Austin por el hombro- es tu primo Austin. ¿No lo recuerdas a él tampoco? -Nina negó con la cabeza haciendo que sus cabellos rubios se sacudieran. Ambos la miramos con ternura.
***
-Allí está la camioneta. -dijo mi tía. Era enorme, seguro entrábamos todos.
Dicho y hecho.
Mis tíos se sentaron adelante, mi tío conducía y mi tía iba de copiloto. Atrás iban mis padres con Austin, y atrás íbamos yo, Greg con Nina en sus piernas y Juliet.
Al estar aburrida y tener mi teléfono sin carga, comencé a hablar con Greg.
-Y, ¿cómo has estado? -el rubio me miró extrañado, pero respondió.
-Bien.
-Oh. Y... ¿qué musica escuchas? -pregunté, señalando los auriculares que colgaban de su cuello.