°Cuando era tu hombre°

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Casa de Tenten.
Tres años atrás.

—¿Qué tienes? ¿Qué tienes? ¿Qué tienes? ¿Qué tienes?

Rock Lee preguntaba repetitivamente a su amiga sobre su estado de ánimo; llevaba dos días comportándose de manera muy extraña.

—¡NEJI! —gritó el pelinegro haciendo brincar a la chica.

—¡¿DÓNDE?!

—¡Ja, con que es Neji! —gritó victorioso— ¿Qué pasó entre tú y Neji que te tiene tan alterada?

La morena rodó los ojos y suspiró; con el simple hecho de cerrar los ojos podía revivir aquel beso que estuvo esperando por años pero que sucedió en circunstancias totalmente diferentes. Siempre creyó que cuando besara al Hyuga confirmaría todos sus sentimientos pero ahora lo único que podía sentir era decepción, enojo y desilusión. Desilusión de un amor que creía puro, pero el egoísmo de su amigo se encargó de mostrarle la gran mentira y error que era.

—Él... —pensó un momento en decirle o no a su amigo, ¿lo entendería?— No es sobre él.

—¿Entonces?

Otro suspiro.

—Yo, yo creo que... —carraspeó un poco— ¿Qué piensas de Gaara?

—¿Gaara? —asintió— Es raro y callado, solo le habla a los profesores y su cabello parece artificial. —dijo sin pena— ¿Por qué?

—Yo... creo que me gusta.

La puerta se abrió haciendo que los dos amigos se voltearan. Lee sonrió y agitó la mano.

—¡Hola, Neji! Creí que no vendrías.

—Nunca faltaría, tonto. —respondió extrañamente de buen humor— Hola, Ten.

La chica solo alzó la mano pero no la mirada.

Los amigos tenían la tradición desde que se conocieron en el jardín de niños de reunirse en casa de cualquiera de ellos justo un día después del término del año escolar.

—Y... —se recostó muy cerca a la chica— ¿Qué haremos ahora?

—Bueno, de hecho Tenten me estaba contando que le gusta... —la chica le tapó rápidamente la boca desesperada.

—No digas nada. —ordenó entre dientes— Etto, iré por palomitas y sodas, ¿si? ¡Ya vuelvo!

Salió corriendo y el castaño aprovechó el momento.

—¿Quién le gusta a Tenten? —preguntó conteniendo su emoción.

Rock negó y apretó sus labios.

—No puedo decirte. Están sellados.

—¡Vamos! —insistió— Necesito saber.

La alerta de chisme interior de Lee se activó: —¿Para qué necesitas saber? —jugó con sus cejas sabiendo que eso incomodaba a su amigo.

—Porque si.

—No es cierto.

—Si lo es.

—Entonces no te digo.

—Dime.

—No.

—Lee.

—No-oh.

—¡Dime , carajo! —gritó más alterado y suspiró— Necesito saber quién le gusta porque... ella me gusta. —lo último lo dijo en susurro.

Premonición del amor 《Sasusaku; Nejiten; Utahota》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora