PASADO: RENCUENTRO

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Iban de camino a la escuela, su padre había ofrecido llevarlos, pero él se había negado, argumentando que era mejor que se apresurara a llevar a sus hermanos mayores, Glen y Scott a la superior antes de que hubiera tráfico y el mismo se atrasara en su trabajo. Los hombres Kirkland lo miraron sorprendidos, si bien el menor de la familia era maduro para su edad, no solía desaprovechar la oportunidad de ir en el auto platicando con su padre. James Kirkland se despidió de sus hijos "pequeños" y de su esposa Elizabeth para subir al auto junto a sus hijos mayores, ignorando la mirada cómplice que se mandaban su primogénito con su benjamín*.

Y la causa no era que Arthur realmente quisiera ser considerado con su padre y sus hermanos mayores, era simple egoísmo lo que lo había motivado a condenar a Bryan y a Ryan a caminar junto a él. Solo quería darse el pequeño placer de recorrer nuevamente las calles de lo que fue su hogar.

- ¿Qué te traes entre manos? - Le pregunto Ryan, caminando a su lado derecho por la acera.

-Nada. - Contesto tranquilo, conocía bien a ese par, y sabía que esa respuesta no los iba a satisfacer en lo que sea que estuvieran teorizando, pero no le importaba. Sonaría raro, pero quería que sus hermanos lo molestaran como en los viejos tiempos.

-No te hagas el inocente, si lo que quieres es conseguir permiso para salir a una fiesta, entonces solo pide permiso y paga el precio podando el césped del jardín, no te montes un teatrito infantil por que no eres adorable en lo absoluto. - Arthur rio con sorna a lo que Bryan de su lado izquierdo decía.

-Claro, porque yo quiero permiso para salir. - Dijo sarcástico, sintiéndose un tanto intranquilo al ver cada vez más cerca el plantel estudiantil donde asistía con sus hermanos. - De cualquier forma a ustedes no les incumbe lo que haga y lo que deje de hacer. - Miro extrañado el edificio que se mostraba imponente al frente de la escuela, su estómago estaba hecho un revoltijo de nervios, y el simplemente no entendía por qué. Era como si hubiera algo que lo incomodara en ese plantel. Como si se fuera encontrar con algo malo. Y vamos, que tenía muy claro desde la superior que los maestros daban miedo, pero no debía ser para tanto, por lo que había escuchado en el desayuno, el apenas estaba en el segundo semestre del primer año, así que no debía sentirse tan presionado. Sin embargo, por más que tratara de darse argumentos lógicos por los cuales no debería estar tan nervioso, su estómago seguía revolviéndose cada vez más a la par que se acercaban a la instalación.

- ¡Oye! - Volvió a escuchar a sus hermanos. - ¿Tan siquiera nos estas escuchando? - Le cuestiono Ryan, molesto por estar hablando y no recibir respuesta alguna por el menor desde hacía un buen rato.

-No.- Contesto de forma sincera, molestando más a sus hermanos. Ahh~, que agradable era volver a ser estudiante.

Aún seguía algo conmocionado por la situación, era consciente que aquella no era su realidad, lo mejor sería que cuando lograr regresar a su presente real contactara con su amigo Honda, él era científico, seguramente podría ayudarlo. Pero por ahora, se daría el lujo de disfrutar su estadía en ese sitio, nada podía arruinarlo, nada.

-¡Arthie!-

Oh, mierda, había hablado demasiado pronto.

Sus hermanos observaron como el rostro de su hermano se volvía cada vez más pálido, causándoles gracia.

-Que tengas un buen día, hermanito. - Se despidió Bryan, entrando a la escuela.

- ¡Esperen! - Grito él, desesperado. Ryan, al igual que Bryan, lo dejaban atrás, conscientes de que su hermano no quería quedarse solo con esa persona en específico.

-Que te diviertas. - Le dijo Ryan, antes de desaparecer entre los estudiantes. Arthur trato, de verdad trato, entrar y perderse entre la corriente de estudiantes que iban medio adormilados a las diferentes partes del plantel, pero una mano en su suéter le impedía escapar.

- ¡Espera, Arthie! - Su corazón se exalto, sus manos sudaron y su cabeza se llenó de pensamientos, que el mismo catalogaría como, innecesarios. - ¿Por qué vas tan rápido, Arthie? ¿No me escuchaste llamarte? - Arthur paso saliva, respiro hondamente, e intento relajarse. Solo era un chico más, solo era otra persona de su pasado, una persona que ya ni siquiera veía en el presente. Se dio la vuelta, dispuesto a encararlo. "Oh, no" Pensó. Sonrisa deslumbrante, chaqueta de aviador, cabello rubio con un mechón anti gravedad, y unos vivaces ojos azules como el cielo que predestinaban diversión y problemas.

-Buenos días, Alfred. – Alfred. Hasta pronunciar el nombre le provocaba cosquillas en los labios. El chico frente a él sonrió.

-Buenos días, Arthur. - El inglés asintió, intentando controlar todos los sentimientos que le producían la sonrisa del chico más alto. -

-Deberíamos entrar. - Opino, señalando con la mirada como estaban estorbando en la circulación de la entrada. El otro asintió, tomando su mano para arrastrarlo adentro. Arthur sintió una extraña calidez en él, hacia tantos, tantos años que no tenía contacto con esas manos cálidas pertenecientes de, él siempre sonrisas, Alfred.

- ¿En qué salón estas? - Pregunto el ojiazul, llegando frente a una pizarra donde varios estudiantes se reunían para encontrar su salón.

-En el siete. - Respondió en automático, asombrado por recordar ese detalle. Era como si toda la información de aquel tiempo estuviera clara en su mente.

-¿Lo dices enserio?- Los ojos brillosos de Alfred lo contemplaban desde unos centímetros más arriba.-

-Sí, ¿por qué? - Pregunto, a pesar de ya saber a qué se debía la emoción de su acompañante. "Por favor, no lo digas, si no lo dices no es real, si no lo dices quizás todo sea diferente esta vez. Por favor, por favor." Pedía mentalmente, esperando que sus pensamientos llegaran a su compañero y que, de esta manera, el otro no dijera lo que sabía diría.

-¡Estaremos juntos otra vez!- "Maldita sea, lo ha dicho" Su mirada se centró en sus pies, frustrado, si la historia se repetiría como había sido desde que se encontró con Alfred, entonces ya podía estar seguro de como acabaría todo. La frustración lo inundo. - ¿Te pasa algo, Arthur? ¿Te sientes mal?

-No, estoy bien, no te preocupes. - Se tragó el mal humor que le trajo el solo recuerdo de aquello. Se calmaría, eso haría, se calmaría y solo se centraría en disfrutar una vez más de las atenciones de Alfred, solo una vez más, aun si las cosas volvían a tener ese resultado, el solo quería ser egoísta y pasar todo el tiempo que pudiera con Alfred antes de que todo terminara de nuevo. - Solo pensaba que será agradable estar juntos otra vez. - Admitió, dejando un mensaje oculto que Alfred no podría entender al igual que sus padres, solo él lo entendía, y con el corazón latiéndole como nunca desde hacía años, sonrió de forma sincera a su amigo americano.

Alfred le respondió de la mismo forma, sonriendo maravillado por la honestidad que había mostrado aquel inglés de mal carácter, siendo ignorante de todos los sentimientos encontrados que crecían a pasos agrandados en el interior de su amigo ojiverde.

Porque eso eran para el joven Alfred F. Jones, eran amigos. Y aunque a Arthur no le gustara, eso eran. Amigos.

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++++++++++++++++++++++++DICCIONARIO+++++++++++++++

*Benjamin: Al hijo menor o al miembro más joven de la familia se le llama cariñosamente benjamín de la casa. Esta expresión tiene su origen en el personaje bíblico Benjamín, el más pequeño de los doce vástagos de Jacob.

El Génesis narra la historia de José, undécimo hijo de Jacob, que fue vendido por sus envidiosos hermanos a un mercader. Pero el destino quiso que llegara a ser virrey de Egipto, tras interpretar el sueño de las vacas flacas que tuvo el faraón. Cuando la penuria llegó a Canaán, Jacob envió a sus hijos a Egipto para que compraran grano, que era dispensado por el propio José. Pero los hermanos no le reconocieron. En un segundo viaje, Benjamín se incorporó al grupo. Para probar el cariño de los mayores hacia éste, José le acusó de un robo que no había cometido.  

De presente y pasado. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora