Al final Alfred había tenido que mudarse con Arthur a un nuevo piso donde hubiera sufriente espacia para ambos, por el trabajo de Alfred él tenía una mayor facilidad para trabajar a distancia, con excepción de aquellos momentos en que tenía que ir a presentar algún proyecto y tenía que viajar de regreso a California.
El chisme de que estaban juntos no tardó mucho en ser escuchado por sus familias y amigos. Stefano (quien se enteró por su primo que era amigo de Francis), viajo desde España para terminar formalmente con él y darle un apretón-destructor-de-manos a Alfred, no podía decir que terminaron en buenos términos, pero sabía por Francis que había conocido un chico español con el que ahora salía.
Honda los felicito cuando se enteró, y les pidió que le permitieran documentar y publicar el caso, a lo que accedieron en buena gana por su ayuda les dio.
Lukas y Vlad lloraron bastante cuando se enteraron que se iba a mudar, pero a la semana ya estaban usando su habitación como estudio.
Arthur se sorprendió al enterarse que Emily y Alice seguían juntas. Las chicas los felicitaron en cuanto fueron a su casa para celebrar por su nueva relación y departamento. Emily, particularmente, se disculpó por el malentendido que había generado en el pasado, y Alice le aseguro que en todo momento Emily y ella habían estado juntas, que no había pasado nada entre la chica y Alfred. Arthur, aunque avergonzado, recibió de buena gana las disculpas y las felicitaciones, más tranquilo por haber aclarado esa parte de su vida.
Él se enteró que Matthew, el hermano de Alfred, y su amigo Francis eran novios, lo cual solo les provocaba risa y varios sonrojos a Alfred y a él. Arthur no podía dejar de pensar que en cualquier momento ellos pudieron encontrase, solo era cosa de ir a visitar a Francis un día que Alfred llegara para pasar tiempo con su hermano, y se abrían visto. Casi parecía como si su rencuentro fuera inevitable.
En navidad visitaron a la familia de Arthur en Inglaterra, donde Scott y Glen recibieron una buena reprimenda de parte de su hermano menor por no decirle nunca lo que paso con Alfred.
Y, aunque, los hermanos estuvieron primero muy reticentes a aceptar al americano, en cuanto notaron la gran sonrisa que provocaba en Arthur, no tuvieron de otra que darle la bienvenida a la familia Kirkland, bajo la amenaza de (esta vez sí) molerlo a golpes si hacia sufrir a su hermanito de nuevo.
La convivencia entre ellos no había sido tan fácil, cada uno tenía sus manías y habían salido peleados en más de una ocasión, pero no pasaba de la noche cuando ya estaban de nuevo abrazados, disculpándose y comiéndose a besos hasta ser incapaces de dejar la cama hasta el día siguiente.
Ambos habían descubierto que gran parte de sus personalidades habían cambiado con forme el tiempo, pero eso no fue un impedimento para seguir juntos, al contrario, les dio más motivos para explorar juntos la aventura que era tener una relación.
Arthur intentaba llegar siempre más temprano a casa para que pudieran comer juntos, Alfred se había acostumbrado a su rutina de levantarse temprano para beber te, así que lograban pasar bastante tiempo juntos, haciendo espacio para visitar a sus amigos y familiares.
Arthur no iba a mentir, once años de distanciamiento era una gran cifra, pero cuando veía a Alfred dormir relajado contra él, se daba cuenta que no importaba el tiempo ni la forma, siempre y cuando todos los días pudiera despertar viendo los ojos azules de Alfred.
-Si vas a mirarme tanto, por lo menos podrías besarme. - Las mejillas de Arthur se sonrojaron, rápido se tapó con las sabanas, avergonzado por haber sido descubierto. La carcajada estruendosa de Alfred no hizo más que disparar los latidos de su corazón. Alfred, fascinado por el actuar adorable de Arthur, no tardo en buscar su cuerpo bajo las sabanas y jalarlo hasta tenerlo apresado contra su cuerpo, a pensar de las débiles protestas de Arthur. - Vamos, precioso, déjame ver esos lindos ojos verdes. - Sus palabras, llenas de amor y picardía, estremecieron al cuerpo junto a él. -
-No soy precioso. – Se quejó, Arthur, sacando la cabeza de las sabanas para enfrentar a Alfred con el ceño fruncido. El americano aprovecho para recargar su frente contra la de él.
-No, eres lo más hermosos que he visto en mi vida. - Los ojos azules como el cielo de Alfred, le decían a Arthur que hablaba con sinceridad, que realmente, para él no había nada más hermoso que Arthur.
Arthur, exhalando un suspiro, atrajo con una de sus manos la nuca de Alfred para juntar sus labios en un beso suave y lento, lleno de sentimientos. Alfred, de inmediato, dirigió sus manos a su espalda, donde trazo patrones aleatorios provocándole suspiros que morían entre sus bocas.
Desde que se habían rencontrado Arthur no había vuelto a tener viajes al pasado, y aunque disfruto como nunca estar con el Alfred adolescente, no lo extrañaba, porque siempre seria mil veces mejor estar con el Alfred del presente. Con su Alfred del presente.
Y todo por sus viajes de presente y pasado.
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De presente y pasado. Hetalia
Fiksi PenggemarArthur hace un viaje al pasado a través de sus sueños, encontrándose en su época adolescente, ¿sera posible que se rencuentre con su primer amor juvenil en su presente?