PRESENTE: 3 DE JULIO (PARTE 1)

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Murmullos por aquí, y por acá, cosas moviéndose, sonido de agua cayendo, aves cantando, esos y los sonidos de su estómago reclamando alimentos fueron los motivos por los que (en contra de lo que él quería) abrió los ojos esa mañana del tres de julio a las... por lo que ponía el reloj digital de su buro, las siete de la mañana. Soltó un gruñido. Aún era muy temprano para lo que sea que fuera a pasar ese día.

Quizás y solo quizás, si no se movía y cerraba los ojos lo suficiente podría engañar a su hambre y dormir otro rato.

-Vlad, ve a despertar a Arthur, la comida ya está servida. - Y esa fue su señal para saber que por más que lo intentara, no volvería a dormir hasta unas buenas horas después.

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Vlad y Lukas se sentían un poco ansiosos esa mañana, sin proponérselo realmente se habían levantado (fastidiosamente) temprano para iniciar con los preparativos del día. ¡Pero no eran culpables! Su mejor amigo, un integrante del "trio mágico" (nombre autoproclamado por ellos al notar su común atracción a lo místico y fantasioso) tendría un día agitado hoy, y si las cosas resultaban mal, los que tendrían que limpiar los platos rotos, serian ni más ni menos que ellos. Estúpido Alfred. Era el pensamiento más destacable entre los dos restantes del trio.

Y aunque no les molestaba en si tener que pagar los platos rotos de Arthur, ya que eran amigos y se habían tenido que cuidar los unos a los otros lo suficiente como para saber cómo lidiar con sus problemas, si estaban asustados por cómo podrían resultar las cosas y que tan profundo podrían calar en su amigo cejon. Aunque ninguno lo admitiera en voz alta, se querían como a ninguna otra persona, en ellos había nacido una gran camarería desde que se conocieron en la escuela, y de entre ellos, Arthur siempre había sido el más inestable la mayoría del tiempo, aun no estaban muy seguros del límite al que podría llegar Arthur si el "imbécil ese" lo volvía a rechazar, pero sí que llegara al hospital solo por estar tan obsesionado con verlo en el pasado podía darles una vista de sus límites, entonces habría que esconder los cuchillos y las galletas de animalitos antes de que el ojiverde se decidiera por mostrarles sus límites.

Lukas ya se había alistado y tan solo esperaba que Vlad terminara de ducharse para mandarlo a despertar a Arthur y así poder desayunar juntos y quizás charlar un poco antes de que tuvieran que subir al auto he irse si querían llegar a una hora decente al sitio citado.

Por otra parte, Vlad, aun secando su cabello, fue llegando a la puerta del inglés, quien tendría el "honor" de ser despertado por él a petición de Lukas. Pero no fue necesario, a penas su mano se acercaba a la perilla cuando un rostro somnoliento se asomó por la puerta.

-¡Lukas! ¡Creo que me equivoqué de puerta y abrí la de los zombis otra vez! - Lukas, desde el pasillo logro asomarse para constatar que la visión del ojiverde podría a bien acercarse a la de los zombis de las películas antiguas, con esa cara de pocos amigos y esas ojeras que evidenciaban el haber estado un buen rato dando vueltas en la cama antes de conseguir entrar al mundo de los sueños.

-Demonios, deje mi rifle en la cajuela del auto ¿Crees que si le damos los scones de Arthur logremos matarlo? - Vlad asintió pensativo.

-Supongo que podríamos matarlo de envenenamiento, pero creo que sería más efectivo si se los lanzamos a la cabeza, igual de lo duras que están, le rompemos el cráneo. -

-Ja ja ja. Muy graciosos. - Arthur, para nada divertido de los chistes "ocurrentes" de sus amigos, empujo a Vlad lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder, pero no tanto como para insinuar que estaba realmente molesto. - ¿Qué hay de comer?

-¿Cómo dormiste?-Arthur bufo mientras pasaba junto a Lukas.

-Que evites la pregunta quiere decir que olvidamos de nuevo llenar la despensa y que entremos un adorable desayuno de plan tostado con mermelada y té. - Lukas ni siquiera se inmuto.

-En realidad la mermelada se acabó, así que solo será pan tostado con té. - Vlad soltó un gemido lastimero, siguiendo a los otros dos hombres hasta el comedor.

-Te dije que debíamos comprar dos frascos la última vez. - Se quejó, tomando asiento en la cabecera de la mesa. - Pero no me hiciste caso, y ahora sufriremos la ausencia de la mermelada. -

Arthur no pudo evitar esbozar una sonrisa ladeada, las quejas infantiles de Vlad, por más estúpido que sonara, de cierta forma le levantaban el ánimo, ciertamente eran graciosas de ver siempre y cuando no fueran dirigidas a él.

-No te quejes, que yo recuerdo claramente que te di a escoger entre esa mermelada y unas cuantas cervezas. -Vlad se encogió en su asiento.

-Debes admitir que tu trato no fue nada justo, no esperabas que....

El único Kirkland presente se desconectó de la conversación, el escucharlos pelear por algo tan absurdo como la mermelada le recordaba lo absurda que se había vuelto su vida, porque ¡Vamos! solo a él podían pasarle cosas tan locas como viajes en el tiempo, rompimientos prematuros, rayos cayéndole encima, viejos desamores atormentándolo... vaya, quizás escribiría un libro sobre todo eso... podría llamarlo "La ley de Arthur" donde todo lo anormal que te puede pasar, te pasara, y si Alfred terminaba rompiéndole la cara por su repentina aparición después de años de no verse y encima con una historia fantasiosa como justificación, entonces solo tendría que escribirlo como su gran final.

......

Wow se estaba poniendo bastante pesimista y apenas iban a ser la media para las ocho.

.....

Aunque quizás no era tan mala idea. Podría pedirle a alguno de sus hermanos que investigue sobre una buena editorial en Londres y con esa excusa poner un poco de mar en medio de Alfred y de él.

....

No, tendría que dar muchas explicaciones sobre su abrupta decisión a volver después de tantos años "fuera del nido", y los caminos que se le dibujaban en la mente con esa decisión no eran muy bueno. Por un lado, si mentía sobre su regreso, entre mentira y mentira todo se descubriría de un momento a otro, y si decía la verdad, era muy probable que sus hermanos quisieran ejercer su" derecho" a venganza sanguínea, y eso solo complicaría todo.

Aparte, no podría hacerle eso a sus amigos y colegas, ya se había establecido en los Estados Unidos desde hacía un tiempo, tenía cosas y personas por las cuales sentirse en casa, no iba a echar todo a la basura por una sola persona. Eso sería demasiado patético hasta para él.

-¡Arthur!-Sobresaltado miro a sus compañeros, que, con miradas preocupadas, le indicaban que ya casi era hora de emprender el camino al Jardín Botánico.

-Ah. - Bajo la mirada a su té, olvidado en la mesa y seguramente ya frio.- Iré a cambiarme.- Tomo la taza de té de forma apresurada, vaciando todo su contenido en su garganta sin siquiera disfrutar el sabor, y se levantó con el objetivo de hacer, lo antes mencionado.

-Arthur. - Lo detuvo Vlad antes de que saliera. - ¿Sabes que puedes hablar con nosotros sobre lo que sea, cierto? - Arthur solo lo miro, y sin comprometerse a nada salió del comedor, dejando a sus amigos preocupados y dolidos a su clara negativa a hablar. Tan solo esperaban ser lo suficientemente fuertes como para apoyar a su amigo en cuales fueran los resultados de esa incursión. 

De presente y pasado. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora