ALFRED

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Despiertas por los rayos de sol que entran indiscriminadamente por tu ventana, tú te remueves entre las sabanas, intentando conciliar de nuevo el sueño. Pero sabes bien que tienes que levantarte pronto si quieres llegar a tiempo a tu vuelo.

Hoy es dos de julio.

Tu estomago se retuerce con el solo pensamiento de lo que pasara mañana.

Te levantas ya resignado a que tu estomago no te dejara descansar hasta que te levantes, miras con odio las cortinas que olvidaste cerrar la noche pasada. Te estiras y buscas a tientas tus pantuflas azules en el piso de madera de tu apartamento. Mientras tu cuerpo va desperezándose poco a poco tu mente ya está planteando miles y miles de posibilidades, porque sabes que es una locura, porque es poco probable que pase, pero aun así el pasaporte y boleto de avión en tu buro te dicen que tu también eres un loco.

Ambos se burlan de ti y tu cansancio.

Porque desde que Arthur te pidió que se vieran justo en ese día, en el Jadón Botánico de Miami, has anotado la fecha en todas las agendas y celulares que has tenido, asegurándote que no se te olvida, incluso se los has contado a tu hermano Matthew, quien te ha tachado de loco, pero no te importa, necesitas saber bien la fecha. Aun que sabes que jamás la olvidarías.

Tomas tu ropa que dejaste alistada una noche antes y vas al baño, necesitas una ducha antes de irte.

Entras al baño, se deshaces de tu ropa y abres la llave del agua caliente y la fría, la medias hasta que sientes que está a una temperatura agradable para ti.

Mientras tus manos se encargan de limpiarte, tú mente se concentra en todo lo que tendrás que hacer.

La base para el proyecto ya estaba hecha, asique podías tomarte unos días hasta que tu equipo volviera a reunirse para seguir con el diseño del videojuego nuevo que sería lanzado el siguiente verano, sonríes para ti, pensando que habías tenido mucha suerte al encontrar un trabajo tan genial como diseñador de videojuegos después de salir de la universidad como informático, claro que habías tenido que tomar uno que otro curso, pero todo valió la pena al final.

Por otro lado, tus amigos ya tenían planeado salir todos juntos a la playa, y tú has tenido que rechazarlos con la excusa de ir a visitar a tu hermano en estos días libres.

En fin, terminas de bañarte y con la mente un poco más despejada sales para vestirte, comer algo ligero e ir por un taxi que te lleve al aeropuerto.

Hoy sería un día cansado.

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Cuando llegas a Miami con ocho horas de aguantar estar sentado sin poder dormir por todo el ruido que causaron los niños de una familia bastante irresponsable, estás pensando si es que fue buena idea venir.

Te paras entre todo el tumulto, buscando con la mirada una cara familiar, no tardas nada en encontrarte con un cartel gigante con tu nombre y muchas estrellas. Ríes, porque Emily está saltando con el cartel en manos, mientras Alice y Matthew intentan calmarla.

Te acercas a ellos con una sonrisa deslumbrante en el rostro, contento de poderlos ver al fin.

Emily y tu habían vuelto a los Estados Unidos después de terminar la media superior en Inglaterra, tu para volver con tu familia, ella siguiendo a Alice que quería estudiar Literatura en América.

Emily es la primera en correr a tu encuentro, te abraza con emoción y tú no evitas estrecharlo con fuerza, con la alegría que te da verla de nuevo.

Emily y Alice viven en Nueva York, cerca de los padres de ambas, pero después de que Arthur te pidió encontrarse en ese lugar, Emily te juro acompañarte para apoyarte. Y solo por eso la alzas del piso y le das un par de vueltas, porque cumplió su promesa de estar ahí para ti.

De presente y pasado. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora