Capítulo 3

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Siglo CXCIX de la Era Moderna – Reinado de Alayssa.

Rucale observa distraídamente cómo su padre toquetea con fuerza la pantalla aérea. Acaban de actualizar el sistema operativo domótico hacía pocos días, y Espectran no es capaz de hacerse con la interfaz ni con el modo de trabajo.

—No sé qué tendrán en la cabeza los programadores –dice rabiosamente Espectran–. Parece que lo único que piensan cada día al levantarse es en cómo pueden hacer la vida más frustrante a los usuarios.

Rucale apenas le escucha, ya que ha formado una pantalla aérea propia, para ver las distintas actualizaciones en los perfiles sociales de sus amigos.

—¡Pero qué se supone que tengo que hacer para abrir mi archivo de contabilidad!
–ruge de repente Espectran.

—Tienes que pensar en ese archivo, papá –contesta tranquilamente Rucale pasados unos instantes.

Espectran mira a su hijo con una mezcla de resentimiento, ya que el tono de su voz da a entender, según su percepción, que considera que su padre es un inútil informático, y muy a su pesar vuelve a pedirle indirectamente ayuda.

—Obviamente estoy pensando en ese archivo. ¡Contabilidad! ¡Cuentas! –grita Espectran a su pantalla. Finalmente se da por vencido y la apaga de un manotazo, desapareciendo ésta en el aire con un fogonazo apenas perceptible.

—A ver, deja que te ayude –dice Rucale apagando su pantalla de forma mucho más suave y elegante–. Tienes que pensar en EL archivo, no en la información que quieres introducir en él. Si es muy fácil, mira.

A continuación, enciende una nueva pantalla en el aire con el archivo de contabilidad ya abierto, y la pantalla se desliza desde donde está Rucale hasta delante de las narices de Espectran. Este sin agradecérselo, se limita a decir:

—Mañana mismo llamaré para regresar a la versión anterior. Todo estaba mucho más claro antes.

Rucale apenas le hace caso, ya que cada día dice lo mismo, y finalmente nunca hace nada. Rucale supone que en la compañía informática le han dicho que es demasiado complicado como para que merezca la pena.

El sistema que le da tantos problemas a Espectran es el último grito en tecnología. Las pantallas aéreas ya existen desde hace mucho tiempo, cuando se implantó por primera vez la nanotecnología aérea, pero el control mental era algo totalmente nuevo y rompedor. Sin embargo, resulta algo difícil adaptarse a él. Requiere práctica saber qué y cómo debes pensar algo para que el sistema te haga caso.

Desde el punto de vista de Espectran, todavía tiene mucho que evolucionar (más que nada porque a él casi nunca le hace caso), aunque las nuevas generaciones aprenden a dominarlo con soltura casi desde el principio.

—Parece que Destol y Toras irán esta tarde a navegar –dice Rucale en voz lo suficientemente alta como para que lo pueda oír su padre, pero no tanto como para que parezca que le está hablando a él, aunque son las dos únicas personas presentes en la sala.

—Me da igual lo que esos dos vayan a hacer esta tarde –dice bruscamente Espectran–. Sabes que no me gusta que te juntes con los Sunsat.

—Los Sunsat son mis amigos, papá –responde Rucale de tal forma que da la impresión de que le resulta completamente indiferente lo que piense su padre.

—Ya conoces la lista de agravios que su familia nos ha provocado –dice Espectran aumentando el tono de voz a cada palabra–. ¡No deberías ser amigo de unas personas cuyos familiares más directos atacaron nuestros derechos de una forma tan flagrante!

—Tranquilo papá –responde Rucale de forma tranquila–. No me harán nada. Sólo vamos a ir a navegar. Nunca hablamos de política, ni de nada que tenga que ver con ella. Dudo mucho que ellos mismos sepan lo que algún día nos hizo su padre, o su abuelo, o quien sea. Si me apuras, apenas yo mismo lo comprendo.

Tempestades InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora