Capítulo 12

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Siglo I de la Era Moderna – Supremacía de la CasaQuarpium.

Está atardeciendo en Isla Helmántica, aunque dentro de los bosques hace tiempo que ha oscurecido. Una persona se abre camino con dificultad a través de la vegetación. Lleva un hábito que le cubre el cuerpo entero, con una capucha que lleva bien calada, igual que los que llevan los miembros de la Orden que hacen una estancia en Etheruca.

Las ramas se le enganchan a la tela áspera del hábito, aunque eso no detiene a su portador. Sigue avanzando, liberándose de ellas con la ayuda de un pequeño cuchillo. Es un objeto muy extraño, que ha resultado ser muy difícil de conseguir y representa toda una fortuna. Es completamente metálico, con una hoja plateada y un mango amarillo.

Veinticuatro horas antes, Ganzorig había salido de la reunión del Consejo de Archidrenses como Primer Archidrense Electo, y ahora estaba muerto. La persona que trata de abrirse camino por el bosque de Isla Helmántica estaba consiguiendo el cuchillo metálico cuando se enteró de lo ocurrido. Desde entonces no se ha atrevido a utilizar su transportador, y ha procurado mantenerse apartado de los grandes núcleos habitados.

El viaje hasta allí lo había hecho escondido en un destacamento de provisiones que se enviaban desde Isla Alberca, con destino Etheruca, aunque el polizón se había escabullido apenas llegaron a Isla Helmántica. Desde entonces ha estado caminando sin parar, atravesando vegetación que crecía e inundaba todo a su alrededor, con destino al Edificio Neuron, situado en el otro extremo de la isla.

El bosque comienza a hacerse más accesible según se acerca a su destino. Incluso comienza a escuchar un rumor de gente a pesar de que todavía no puede observar ninguna persona, ni tampoco ninguna construcción. Pero eso no le detiene, y mantiene el ritmo.

Cuando por fin sale del bosque, se encuentra de repente en suelo urbano. Algunos edificios se erigen casi junto a la primera línea de árboles y plantas, de tal forma que no los ha visto hasta que no ha llegado junto a ellos.

Según se adentra en suelo urbano, ve una multitud de gente enardecida que se mueve desordenadamente por las calles, agitando pancartas algunos, otros gritando, y algunos rompiendo cualquier cosa que pudieran llevarse a las manos. Sigue caminando entre ellos, recogido en su hábito sin llamar la atención, como si acabara de regresar de Etheruca, hasta que llega frente a la majestuosa fachada del edificio insignia de la Orden: el Edificio Neuron.

Allí se concentra una multitud que escucha lo que alguien dice desde un estrado a través de un amplificador de voz. La persona con el hábito se mezcla entre el público de las últimas filas, y trata de escuchar algo de lo que dice el orador.

—No consigo escuchar nada, ¿de qué va esto? –le dice a quien tiene más cerca, una chica guapa que le clava la mirada antes de contestarle en tono más bien hosco.

—Es un mitin a favor de una investigación al grupo de herederos –le responde la chica. Le mantiene la mirada un rato hasta que prosigue–. ¿Acabas de llegar de Etheruca?

—Oh, sí, acabo de regresar de allí –responde mirándose las mangas del hábito–. Me alegro de que les paren los pies a esos engreídos –añade para satisfacción de la chica, que le sonríe, y le tiende la mano.

—Soy Pitiusa –le dice.

—Yo Fidere –le responde el del hábito correspondiendo a su saludo.

—¿Cuánto tiempo has estado en Etheruca? –pregunta Pitiusa.

—Un año –responde Fidere–, tal vez algo más.

Tempestades InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora