Capítulo 10

2 0 0
                                    

Siglo I de la Era Moderna – Supremacía de la CasaQuarpium.

Han pasado varios días desde que Cutegor tuvo esa reunión nocturna con su padre, y no ha podido quitársela de la cabeza. Sus amigos notan que algo le pasa, y a pesar de sus insistentes preguntas, Cutegor no les ha contado nada.

El hiper-transportador está ya suficientemente probado. Sin embargo, Vaham no ha podido conseguir más oro, y no pueden abrir nuevos túneles. Lo que es peor, el Drense Microgo y todos sus aliados han seguido de cerca los pasos de Vaham en su búsqueda de oro, y han hecho una campaña de difamación del grupo de herederos. Muchos miembros de la Orden piden a gritos la excomunión para todos ellos. El momento no podría ser peor, ya que las elecciones al Consejo de Archidrenses son inminentes.

—Ese hijo de mala madre de Microgo –dice con rencor Leohost–, va a pagar todo lo que nos está haciendo. Como si él y sus aliados nunca hubieran llevado a cabo investigaciones secretas en Isla Puzela.

—Debimos parar las pruebas con el hiper-transportador cuando Ganzorig se lo dijo a Cutegor –comenta nerviosa Damoku–. Les hemos dado demasiadas pruebas y ahora actuarán contra nosotros.

—¿Y dejar que el proyecto se perdiera? –pregunta airada Solaris–. ¿Después de todo el trabajo que hemos puesto en él?

—¡Tú y tus manías ególatras! –le increpa Karmabes–. ¡Ya sabemos que es un proyecto brillante y que la gran responsable eres tú! ¡Espero que también asumas la responsabilidad de que nos excomulguen a todos! ¡Porque será fundamentalmente por tu culpa!

—¡Tranquilizaos todos ahora mismo! –dice Cutegor levantando la voz por encima del barullo que se estaba produciendo–. Esta tarde es la primera fase de las elecciones al Consejo de Archidrenses. Todos esperamos que Ganzorig salga elegido como Primer Archidrense. Esta misma noche iré a hablar con él. Tenéis que acordaros de que el Primer Archidrense tiene el poder de veto. Si finalmente nos enfrentamos a una excomunión, Ganzorig podrá vetarla.

—Eso si sale como Primer Archidrense –dice tozudo Karmabes.

—La esperanza es lo último que se pierde –le responde Cutegor–, y de todas formas nos enteraremos del resultado antes de que acostarnos hoy.

—¿Y si Ganzorig no sale como Primer Archidrense? –pregunta Leohost–. ¿Qué haremos?

—¡No podemos tener planteados todos los escenarios posibles, Leo! –le dice elevando el tono Syneth–. Ya has oído a Cutegor, la esperanza es lo último que se pierde. Esperaremos unas horas hasta que la Orden comunique sus resultados. Cutegor irá esta noche a hablar con Ganzorig. Si para ese entonces es el Primer Archidrense Electo, tendrá más posibilidades de ayudarnos. Si resulta que no lo es, tampoco es que sea el fin del mundo. Nos dirá qué debemos hacer.

Y de esta forma se disponen a esperar, mientras los segundos se les hacen minutos, y los minutos horas.

···

El Consejo de Archidrenses está reunido, decidiendo quién será el próximo Primer Archidrense. Hasta hacía unas semanas todo el mundo daba por supuesto que sería Ganzorig el elegido para el puesto. Sin embargo, desde que Microgo y sus aliados comenzaron la campaña de difamación contra el grupo de herederos, está todo en el aire.

Normalmente, antes de llegar a la votación, la cual es estrictamente anónima, el Consejo debate los pros y los contras de cada candidato con vistas a ponerse de acuerdo en quién será el que ejerza mejor el cargo. En esta ocasión el Consejo está muy dividido entre Ganzorig, el candidato apoyado por las Grandes Casas y hasta ahora por la gran mayoría de la Orden, y Fabricius, candidato apoyado por el sector de la Orden que reclama una investigación y posterior excomunión al grupo de herederos.

Finalmente, tras varias horas de deliberaciones, deciden sacar la urna sin haber llegado a ningún tipo de consenso. Los veintinueve Archidrenses van pasando junto a la urna uno tras otro, bajo la supervisión del Primer Archidrense actual. Cuando todos han depositado su voto, el Primer Archidrense saca todas las papeletas y comienza lentamente el recuento ante la expectante mirada de todos los miembros del Consejo.

—Fabricius –dice al leer el nombre escrito en la primera papeleta, mientras un acólito con mano temblorosa por los nervios hace una marca sobre una pizarra bajo el nombre de Fabricius.

El recuento va todo el rato muy empatado. Cada candidato ha conseguido catorce votos cuando el Primer Archidrense saca de la urna la última papeleta. Los miembros del Consejo se adelantan en sus asientos para escuchar mejor el nombre del ganador, escrito en esa última papeleta. El Primer Archidrense tarda un momento en deshacer las dobleces, hasta que finalmente lee el nombre escrito, y el acólito traza la última raya en la pizarra.

···

Es ya noche cerrada cuando Cutegor va camino de los aposentos de Ganzorig. Acaba de llegarle la noticia de que la votación al próximo Primer Archidrense ha concluido, y el recuento ya es definitivo: Ganzorig ha ganado.

Todo el grupo de herederos estaba reunido, incluso Vaham que había llegado a última hora, esperando la noticia. Cuando ésta les llegó, de la mano de Nabil el ayudante personal de Tobias Quarpium, todos soltaron un grito de alegría.

Ahora Cutegor aprieta el paso para llegar antes a hablar con el que será próximamente Primer Archidrense. Los problemas se han acrecentado desde el último encuentro que tuvo con él, y necesita urgentemente que les de instrucciones, ya que el expediente de excomunión para todos los miembros del grupo de herederos está sobre la mesa, y es cuestión de tiempo que llegue a tramitarse en el Consejo de Archidrenses.

Llega a la planta superior del Edificio Neurón, donde residen todos los Archidrenses, y se dirige a las habitaciones de Ganzorig. Un acólito que está de guardia en un mostrador le detiene.

—Voy a ver al Archidrense Ganzorig –le dice Cutegor.

—¿Tenía una cita con él? –pregunta el acólito con cara soñolienta mientras observa un gran cuaderno lleno de anotaciones.

—Sí. A nombre de Cutegor Quarpium.

—Sí, ya le veo –responde el acólito mientras hace una marca sobre una de las hojas del cuaderno–. Puede pasar, su Excelencia el Archidrense Ganzorig le espera.

Cuando llega a la puerta de su despacho, llama con los nudillos. No obtiene respuesta, y vuelve a llamar, esta vez más fuerte, lo que provoca que la puerta se abra. Las luces están apagadas, y Cutegor busca algún interruptor en las paredes cercanas a la puerta sin éxito. Apenas llega luz del pasillo, y Cutegor se adentra más en la oscuridaddel despacho para ver si puede encender la lámpara que sabe que hay sobre la mesa. Va palpando la superficie de la mesa hasta que nota el mástil de madera en cuyo extremo se aloja la bombilla. Presiona el interruptor y la bombilla se enciende.

Cutegor da un grito ahogado al ver el cuerpo sin vida de Ganzorig sentado en su silla a escasos centímetros de él. Una línea roja de la que todavía está manando la sangre cruza el cuello del Archidrense de lado a lado, mientras el color rojo se extiende por su camisa.

Cutegor todavía no se ha recuperado del susto cuando nota una presencia a sus espaldas. Se gira y observa al acólito que ha tomado nota de su llegada, mirando con cara de pánico y señalándole con un dedo tembloroso. Cutegor avanza hacia él, pero el acólito sale despavorido por la puerta gritando:

—¡Socorro, que alguien me ayude! ¡El heredero de la Casa Quarpium ha asesinado al Archidrense Ganzorig! ¡Cutegor Quarpium ha asesinado a Ganzorig!

Tempestades InvisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora