Barbara
-Hey, tú aquí, pero que son esas lágrimas- Me encontré con el español que conocí en Madrid, no sabía que estaba haciendo aquí, vio mis lágrimas y me abrazo mientras acariciaba mi cabello, hasta que alguien hizo un sonido para separarnos. Riven tenía la vista hacia el enlaze de Estaban y mío, como si tratara de romperlo mentalmente, subió la mirada y fulminó a Esteban. -Pero tambien esta tu esposo, ¿cómo estas Riven?- Esteban le tendió la mano pero Riven no hizo ni un movimiento. -Soy Esteban Romero- Se presento ante mi hermano, mi hermano saludo al español y empezaron a platicar entre ellos, al parecer Esteban era un viejo amigo de Amber que se había enterado de su muerte.
-Será mejor que te lleve a casa, o gustas seguir platicando con el tipo ese- Riven sonaba celoso, pero no creo que el tenga razones para sentir celos, lo nuestro ya estaba finalizado, le dare por lo que ha estado luchando.
-Si, me gustaria irme- Baje la vista y salimos directo a su auto, el silencio reinaba en el auto pero no era incomodo.
-Lamento lo de el español, no se que me paso- Riven se disculpó, pero no comprendía su actitud de hace unos minutos.
-Ya no importa, dudo volver a verlo, pero me gustaria que dejaras de ser posesivo, pronto acabara nuestro matrimonio- No quería hablar, me sentía agotada y solo quería llegar a mi habitación y lanzarme a llorar.
-Así que lo has pensado, tan rápido quieres deshacerte de mi para ir en busca del español, no es así- Gire mi cabeza rápidamente y le mande una mirada de odio, como se atrevía, parecía un marido celoso.
-Y a ti que te importa, ya no tienes derecho sobre mi, si quieres llama a tu abogado ahora mismo que yo puedo hablar con el mio, y ponemos un dia para firmar el divorcio- Le grite, el dejo de tensar sus manos sobre el volante, freno y luego sostuvo mi mirada.
-Tu sufriendo por que te fui infiel, quien sabe si tu habras respetado los votos que según dijiste en el altar, por tu actitud en Madrid diría que ya hasta te veria casada poco después de firmar el divorcio.
-No soy como tu, yo si se respetar-
-Por supuesto cariño, yo casi no te conozco, quién sabe a lo mejor y resultaste ser una mosquita muerta- Mi mano salió disparada, con la intención de darle un golpe, el agarro mi mano antes de que esta lo golpera, tomo mi cintura y me puso en su regazo. -¿Quieres intentarlo de nuevo, Angel?- Luché por liberarse pero el me beso, tanto que casi me rompe la boca por el impacto, trato de pegarme a él tanto que pensé que mi piel quedaria tatuada sobre la de él, maldijo entre dientes y me volvió a poner en mi lugar, me puso el cinturón y aceleró, tuvimos suerte de que la policía no nos detuviera por exceso de velocidad. Llego a casa, abrió la puerta con el pie mientras me besaba, enrede mis piernas alrededor de sus anchas caderas, él se apresuró y caímos en el sillón y ahí fue donde me hizo el amor, el cadáver de mi mejor amiga todavía no se enfriaba y yo ya estaba teniedo sexo con la persona que supuestamente odio, ¿o no?.
Rachael
Después de que Barbara me dijera que Riven había partido a Inglaterra me relaje un poco, me sentía muy deprimida y decepcionada, mi tía me dijo que cuando tuviera mi primer desamor doleria mas que cuando me rompí mi pie, ella tenía razón. Seguí caminando por las calles de Madrid, hasta que choque con alguien, era un hombre alto, un poco más que Riven pero no tan guapo, tenía una gran cicatriz en la mejilla, su mirada te hacia intimidar pero cuando me dio una sonrisa de disculpa se me hizo una persona agradable, incluso pense que tenia la sonrisa mas bonita que haya visto jamas, me olvide unos momento de Riven.
-Disculpe señorita, ¿esta bien?- Me analizo como si me hubiera hecho daño.
-Yo sí, ¿y usted?- Mi voz sonó nerviosa, no se que me pasaba, me di un golpe mental por sonar como una tonta enfrente de ese hombre.
-No se preocupe, soy Maurice Martin- Me rei por su nombre, y el hombre sonrió, me puse seria y le di una mirada de disculpa. -No se preocupe, muchos han reaccionado igual, pero algunos me dicen Big M- Ese apodo me sono como a un luchador, le di un asentimiento.
-Tu nombre me gusta, es que un nombre como Maurice no suena como a un hombre de tu tamaño- El levanto la ceja, me devolvió una sonrisa.
-Bueno, dejemos de hablar de ti y dime tu nombre- Me dijo suavemente, como si le estuviera hablando a una niña de cinco años.
-Soy Rachael West, mucho gusto- Le tendí la mano y cuando me mire en su mano, creí que era dos veces más grande que la mía, su sonrisa parecía como si su cicatriz pareciera como un hoyuelo. Me invitó a tomar un café, nos conocimos un poco, pero cuando le preguntaba acerca de su trabajo parecía como si fuera inventado. Anocheció y el me acompaño a mi hotel.
-Bueno damisela, será mejor que me vaya, pero antes me gustaria que me dieras tu numero- Se lo di un se despidió, vi como se alejaba entre la multitud de personas, recordé a Riven y como me conquistó, pero si quería superarlo tenía que mover pagina, lo que Riven hizo jamás se lo perdonaría, era momento de avanzar y creo que Maurice me ayudaria con eso. Llame a Barbara pero parecía que su móvil estaba apagado, recordé como ella me estaba apoyando en esto, ella me comprendía mejor que nunca, solo esperaba que Riven ya no le causará problemas, ella era una mujer buena y sonreí descubrir que tenía una amiga, ella no podría traicionarme, ella no era como Riven.
Riven
Deje a Barbara dormir, la recoste en mi recamara y deje que descansara un poco. Me cubrí la cara con frustración, había decidido pedirle el divorcio a Barbara e ir en busca de Rachael, pero parecía que Rachael ya no quería saber de mi, si ella me amara como tanto dice, me hubiera escuchado y hubiera permanecido a mi lado, era momento de empezar de nuevo, ahora la que ocupaba mis pensamientos era Barbara, no podía sacarla de mi cabeza, estuve dándole vueltas al asunto durante una hora, había prendido la tele y un partido de fútbol americano aparecía, el cual no le prestaba atencion, decidi darle una oportunidad a este matrimonio, pero debía convencer a Barbara, ya no quería estar solo, y al parecer a Barbara tampoco le gustaba la idea, era un hombre sin familia, pero Barbara se había vuelto parte de mi familia y esperaba que ella se diera cuenta, antes de que el español apareciera de nuevo. Terminó el partido y decidí ir a dormir, el dilema de si dormir con mi esposa o no me dejo parado enfrente de la puerta de mi habitación. Abrí la puerta y vi a Barbara en el balcón, otra vez pense que debia cerrar ese balcón, la abrace por detrás.
-¿Donde estabas?- Ella me preguntó, casi en un hilo de voz. La gire para que estuviéramos cara a cara, vi que lágrimas rodaban por su rostro, las limpie y la acerque a la cama, la abracé para que se desahogara en mi pecho. -No me dejes, no quiero quedarme sola, Riven quiero que duermas conmigo solo por esta noche, por favor- La mire con ternura, ella tenía miedo de pedirme lo ultimo, como si le negara quedarme con ella y la lastimara, se comportó como una bruja, pero yo también fui un imbécil, debíamos hacer una tregua e intentar salvar este matrimonio.
-Claro que si Angel- Ella hizo un puchero tras escuchar el apodo que le puse, no sabia el porque, esperaba que no me preguntara el porqué. La recoste y unos minutos después de intentar consolarla ya que ella solo se lamentaba por Amber, Barbara se quedó dormida, unos minutos de contemplarla yo tambien estaba quedandome dormido, hasta que un mensaje me llego. Suspire pensando que era algo del trabajo, acerque mi celular y abrí el mensaje, era de Maurice, pense que solo me daría pistas acerca de Rachael.
-Riven, la encontré- Fue lo único que decidí leer antes de apagar mi móvil y pasarme la mano por la cara. Acerque a Barbara mas a mi, me quede dormido, ya no quería saber nada acerca de Rachael, y asi sera.
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Aqui nuevo capitulo, subier capitulo miercoles y sabado como prometi, ya saben que un comentario y un voto me ayuda muchismo, hasta el miercoles.
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Not alone
RomansaBarbara Romanoff, una mujer inteligente, no usa maquillaje ni ropa que muestre de mas. Riven Blackstone, un hombre mujeriego, frío pero extremadamente guapo. A Barbara jamas le había importado vivir en un matrimonio sin amor, pero ¿que pasara cuando...