Capitulo 6.

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Habían pasado cinco días desde la última vez que Harry vio a Louis. No sabia nada de el. 

Apareció múltiples veces por el restaurante donde el ojiazul trabajaba con la esperanza de cruzarlo. Pero no tuvo suerte. Empezaba a creer que lo había asustado y que no lo volvería a ver.

Harry no era alguien que rogara mucho, para el las cosas siempre fueron fáciles. Lo quería, lo tenía. De buena o mala manera. No le importaba. Pero ahora sentía que no podía corromper al destino. Se le había cruzado por la cabeza muchas veces ir hacia su casa. Y varias veces se encontró estacionado enfrente a ella. Esperando alguna señal o algo que lo incentivará a golpear la puerta. Pero siempre terminaba arrepintiendose. Hasta el mismo se impresionaba de ello. Se sentía un gilipollas al no tener el coraje para ir y presentarse frente a el. Si no iba al restaurante era por algo. Quizás sabría que el estaría esperando su llegada como un perro.

No sabía que sentía por Louis. Nunca antes le había pasado. Nunca alguien le había advertido sobre eso. Nadie le había hablado del amor. Siempre le dijeron que eso era cosa de débiles. Que el amor lo arruinaría y llevaría lo mejor de el. Le remarcaron que el no había nacido para ser amado y mucho menos para amar. El servía para matar y liderar. El amor lo único que haría sería ablandar su corazón hasta dejarlo indefenso y ser presa fácil para los demonios que lo perseguían constantemente.

Louis había pasado toda la semana encerrado en su casa. El olor a putrefacción inundaba aquel desecho lugar. No había tenido el valor de arrastrar a su madre hacia un pozo en el jardín. Ni siquiera tuvo las fuerzas suficientes para despegarse de la cama matrimonial.

El dolor le carcomía los huesos y la angustia lo rompía en mil pedazos. No tenía mas motivos para seguir adelante. No tenía a nadie en quien buscar ayuda o contención. Sus hermanos no tendrían piedad con el y lo ignorarián por completo y su hermana...el ni siquiera sabía en dónde se encontraba.

Liam había llamado muchas veces a su casa. Louis siempre atendía pero nunca respondía. Solo escuchaba la voz de su mejor amigo preguntado por el y colgando con disculpas al pensar que era Troy quien atendía y no contestaba.

Reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban se levantó y se dirigió a la cocina. La última vez que había comido fue hace cuatro días y estaba hambriento.

Cuando llegó empezó a maldecir debido a que no había mucho para ingerir. Solo un par de manzanas demasiado pasadas, un poco leche cortada y pan húmedo. Se comió todo lo que encontró sin sentirle el sabor. Solo quería dejar de sentir la fuerte punzada en su estómago.

Las lágrimas corrieron por su rostro al recordar que lo habían removido de su cargo en su trabajo. El dueño no tuvo nada de compasión con el, incluso después de escuchar la causa de sus ausencias se mofo en el oído de Louis diciendo que todos los Omegas sin iguales. Unos inútiles vagos que no sirven para nada, ni siquiera para ayudar a sustentar a la familia, colgando antes de que el pudiera reprochar por sus años de trabajo en aquel lugar donde tuvo que soportar constantes acosos por el puerco del cocinero y por muchos de los clientes y aún así el dinero no le alcanzaba ni para una bolsa de pan.

Se había bañado a duras penas. Luego de sentir la costra de suciedad que se había formado en su cuerpo y de ver la caspa que caía por sus hombros al igual que caía la nieve al otro lado de la ventana.

Sentir el agua caliente correr por todo su cuerpo lo renovo. El fino chorro de agua que descendía sobre su cabeza era más que suficiente para que Louis se sintiera un poco mejor y empezará a recomponerse lentamente. El jabón de barra recorría cada esquina de su anatomía, barriendo la capa de suciedad que se había formado.

Las lágrimas se mezclaban con el agua. Era hora de soltar. Tenía que hacerlo. Su madre lo hubiera querido. Hubiera querido que saliera adelante por si solo y reclamará su lugar en el mundo. Tenía que dejar de ser débil y temeroso.

Cuando salió ya vestido del baño se dirigió hacía la habitación de su madre, en dónde había pasado todo ese tiempo. Arrugando la nariz cuando el olor a descomposición golpeó su rostro. No entendía como había aguantado tanto tiempo encerrado bajo las mantas a lado de ese cuerpo.

Con un poco de asco arrastró el cuerpo hacia el patio. A cada habitación que pasaba, instantáneamente se llenaba de ese olor nauseabundo.

La dejo acostada en el fondo bajo una gran capa de nieve y ramas. No tenía las fuerzas para construir un pozo. Ni tampoco tendría el valor de tirar a su madre adentro y sepultarla. Definitivamente no lo haría.

Se encargó de ventilar y limpiar como puso la casa. Cambio las sábanas y limpio los pisos. Quedando satisfecho al sentir el olor a cloro entrar por su nariz.

Aunque le dolía el solo pensar que tenía el cuerpo muerto de su madre enterrado en el fondo de su casa el sabía que ella ya no estaba allí. Dejo atrás su cuerpo y ahora era libre del infierno que tuvo que soportar viniendo en ese lugar. Solo recordaría los buenos momentos, que aunque eran pocos, eran perfectos. Cómo las veces que hacían mini muñecos de nieve o tejían bufandas como dos abuelas o cuando Louis la ayudaba en la cocina. Siempre la recordará como la mujer a la que más amo y amará en toda su vida. A la única persona que nunca le dió la espalda y fue todo el tiempo sincera con el. La única que siempre le dió todo y nunca espero nada a cambio.

El tiempo pasaba y a cada segundo Louis se hundía más en sus pensamientos. Que sería de su vida ahora? Dónde encontraría trabajo? Todavía era muy joven, tenía 18 años y aunque no parecía, tenía fuerza. Quizás lo podrían tener como empleado en un almacén o algún bar. Pensó en sus hermanos pero ni muertos lo aceptarían en su compañía. Ya suficiente tenían con sus problemas para ocuparse de las burlas que obtendrían por tener a su hermano Omega trabajando en la fábrica.

De pronto escuchó dos golpes secos en la puerta principal haciendo que su atención se desviará por completo hacia esta.

Se acercó con temor. No esperaba a nadie. Aunque el olor de la persona que se encontraba detrás de la puerta le resultaba familiar.

Cuando miro por mirilla pudo ver un chico apoyado en el pilar que sostenía su techo. Una expresión sería con la vista hacia el piso. Cabello bien peinado hacia atrás y un gran tapado que llegaba hasta sus rodillas. Era Liam.

Con rapidez saco el seguro y giro la manija. Abrio la puerta y sin importarle que estuviera con solo unos pantalones gastados y una remera de mangas cortas. Los brazos de Liam se abrieron instantáneamente cuando lo vio salir. Louis se sentía a salvó con el. Aunque era un Beta y quizás no podría hacer mucho por el, sabía que cerca suyo estaría bien.

- Que pasa Louis? -Podía sentir el olor a tristeza que su pequeño amigo cargaba encima. - Estás muy flaco, mira tu cara por dios! - El rostro de Liam se desfiguró en un gesto de asombro y espanto.

- Liam...estoy solo.

- A que te refieres?

- Mi-mis padres...Murieron. Los dos. Estoy solo.

Louis sintió el momento en que el pecho de su amigo dejo de moverse. Sintió su respiración cortarse y su cuerpo tensarsé completamente.

- Louis...no sabes cuánto lo siento. Perdón por no haber venido antes. Pensé estarías trabajando y cuando terminas tu turno es demasiado tarde para venir. Realmente lo lamento hermano.

Pequeñas lágrimas amenazaban con deslizarse por el rostro de Louis.

- Esta bien. Aunque hubieras venido no te hubiera atendido. Todos estos días estuve encerrado aqui. No podía ni levantarme de la cama.

- Si, ya veo. Estás demasiado flaco Louis. Se nota en tu rostro. También estás muy pálido. - Las manos de Liam se paseaban por el rostro de su amigo. - Qué dices si vamos a casa y te preparo algo para que puedas comer? Así hablamos y no estarás tan solo aqui.

- Me parece buena idea. Solo espera que busco algo más abrigado.

Louis se apresuro a vestirse y salir de la casa. No estaba del todo convencido de salir de allí. Pero sabía que le haría bien pasar tiempo con alguien que lo consolara un poco.

Cuando se estaban yendo en el auto de Liam pudo ver como un auto negro idéntico al que Harry poseía estaba parado unas casas atrás de la suya.

El corazón de Louis comenzó a latir rápido cuando los pensamientos abundaron su mente. Recordó su sonrisa y la amabilidad con que lo había tratado.

No lo conocía pero el interés comenzaba a despertarse en el como un fuego encendiendosé en una noche helada.

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