El viaje continuó, y no hubo discusión posible respecto a quien conduciría, al menos por las siguientes horas. La pelirroja al volante indagó sobre el repentino malestar de Julia, quien insistió en la idea de que la comida le había caído mal, en principio, Lena dudó de que esa fuera la causa, pues las dos habían comido lo mismo y ella se sentía perfectamente bien. Lo aceptó cuando Julia remarcó, tenían diferentes hábitos alimentarios, por supuesto en casa comían lo mismo y bastante sano, eso porque la cocina era territorio de Julia, pero cuando se encontraban trabajando o Lena tenía que comer sola, tenía debilidad por la comida rica en grasa, chatarra. Entonces, podía descartar que lo comido estuviera en mal estado y concluir que como Julia mencionó, la comida le cayó pesada.
De todas formas, no dejaba de estar pendiente de la morena, no como si fuera una paciente a su cargo sino como su pareja, por quien, lógicamente se preocupaba.
La merienda, al igual que el almuerzo, resultó tardía, aunque solo bajaron del coche para comprar té e ir al servicio. Las barritas de cereal compradas por Julia acompañaron la infusión mientras el viaje seguía su curso. Vale, no era la mejor merienda, pero tenían un largo camino por delante, si se detenían demasiado, tardarían una semana en llegar a destino y no era la idea. Por otro lado, era lo adecuado para Julia, luego de su descompostura. La hora de la cena las alcanzaría en Nebraska, ensalada mixta para ambas, lo que en cierto punto era ridículo para Lena, podría haber sido un bistec, barbacoa, hamburguesa . . . ¿Hamburguesa otra vez?, estando en Nebraska no era una mala idea, pero bueno, su morena había escogido ensalada mixta y ella la acompañó.
Abordarían el coche una vez más, buscando un sitio donde pasar la noche. Un letrero con la promesa de cama y desayuno fue el responsable de que abandonaran su ruta y la interestatal 80. Aún estando frente a un cartel similar, señalizando el lugar, se encontraban dudosas de que se tratara de un hotel. Bueno, no que esperaran encontrar un enorme edificio en medio del campo, pero aquello, más que un lugar de hospedaje, parecía una casa, grande, pero casa en fin.
Preguntando saldrían de dudas, concluyó la morena antes de bajar del coche con su compañera para acercarse a la puerta y dar ligeros toques con los nudillos a la madera de la puerta ante la ausencia de timbre.
Varios segundos después, son atendidas por una joven.
—Buenas noches —saluda la chica, sosteniendo el pomo de la puerta.
—Buenas noches —corresponde el saludo la pelirroja, seguidamente Julia hace lo propio—. ¿Tienes habitación? —indaga y con la duda aún rondando sus pensamientos, señala el cartel a varios metros de distancia.
—Sí, creo —musita frunciendo ligeramente el ceño—, depende.
—Teresa —la propietaria de aquella voz, pronto se deja ver detrás de la figura de la joven, una mujer que rondará medio siglo de vida, con rasgos parecidos a los de la joven, bueno, a la inversa.
—Las señoritas preguntan si hay habitaciones disponibles —comenta y sonríe a modo de disculpa por la interrupción.
—Solo hay una, disponible hasta mañana —informa con tono amable.
—Nos sirve —expresa Lena, deslizando la mirada a su acompañante.
—Adelante —musita la joven, abriendo la puerta al completo.
—La habitación solo tiene una cama de dos plazas —murmura la mayor, con cierto tono de pena mientras las guía hacia el mostrador para hacer el registro.
—No nos molesta —se adelanta a comentar la morena, observando el rustico interior de la casa.
—¿De viaje? —indaga abriendo el libro sobre el mostrador y cogiendo una pluma—. Lo siento —se disculpa, notando incomodidad en los rostros de las jóvenes—. La mayoría de nuestros huéspedes hacen reservas, y por la hora que es, supongo sintieron necesidad de descansar.

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Don't forget.
Fiksi PenggemarA veces, cuando algo nos hiere, deseamos olvidar, simplemente borrarlo, eliminarlo, pero no es tan fácil, ¿cierto?, ¿por qué es tan caprichosa la memoria? Será a caso que cada historia, cada experiencia de vida deja cicatrices, marcas invisibles que...