II

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—¿Lo recuerdas, aún? —indaga con suavidad, observando como ese papel, la carta que apenas hace unos segundos terminó de serle leída, y a pesar de los años, del tono amarillento que posee, se conserva en buen estado, es doblada meticulosamente por un par de manos no tan firmes. Tal vez a causa de las emociones, pero el factor tiempo no resulta irrelevante.

—Como si hubiera sido ayer —concede, deslizado la mirada hacia su derecha para observar a la chica junto a ella, encontrándose en el reflejo de esos ojos marrones que la contemplan expectantes. Por un segundo, antes de abrir el baúl de los los recuerdos, prefiere centrarse en la idea de que necesita pintarse el cabello, borrar el pequeño inicio de las canas en su rojiza cabellera.

—Estoy segura de que con una taza de té y una porción de pastel, podrás contarme —deposita un beso en la mejilla de su madre, antes de ponerse de pie y encaminarse a la cocina, para como dijo, preparar dos tazas de té.

—Demetria, ¿qué te he dicho sobre sobornar a la gente? —indaga frunciendo el ceño, al verla de regreso a la sala, depositando en la mesita circular, la bandeja con las tazas de té y los platos con porciones de pastel.

—Mejor dime, ¿funciona? —cuestiona enarcando una ceja en un gesto divertido, terminando por emitir una pequeña carcajada cuando su madre suspira y rueda los ojos.
El silencio que se genera después, la mirada aparentemente perdida de su madre, no son más que un reflejo de lo que pasa por su mente; una búsqueda poco clara del inicio de aquella historia que más de una vez oyó, contada de diversas formas por la misma persona.
Se acomoda junto a ella, descalzándose con los pies, adoptando la típica posición de indio, como si fuera una cría de cinco años a punto de escuchar la lectura de un cuento.


✧✧✧ ✧✧✧ Flashback. ✧✧✧ ✧✧✧


—Me sigue pareciendo una locura que pudiendo viajar en avión, llegando a destino en apenas unas horas, opten por ir en coche. ¡Dos días de viaje! —expresa Alexander, compañero y amigo de Julia.

—Me sigue sin importar tu opinión —replica la morena, luego le saca la lengua.

—Pasarán más tiempo viajando que disfrutando —alega, sintiendo el peso de la mirada de Natalie, allí vamos.

—Habla el nene de mamá que no logra dar un paso fuera de la zona de confort —niega con la cabeza, mostrando una burlona sonrisa.

—A sus esquinas —interviene la pelirroja, de igual forma que lo hizo más de una vez durante la noche para que la tercer guerra mundial no tenga inicio en el comedor del apartamento que comparte con Julia.

—No iba a contestar —puntualiza Alex. No hace falta que dirija la mirada hacia Natalie, para saber, con muecas se burla de él.

—¿Tú qué harás? —la mirada de la morena se posa en Nate, hacia quien iba dirigida su pregunta.

—Carolina del Norte, visita a mi hermana —responde escuetamente.

—Ya nació la sobrina de Nate, te lo dije, ¿cierto?

—Si lo hiciste, lo olvidé —admite mostrando una tenue sonrisa de disculpas al mencionado.

—Todos estábamos con la cabeza donde debía estar —comenta Nate, quitando importancia al asunto.

—Un brindis por eso —propone Natalie. Ni el primero ni el último de la noche. Los flamantes residentes estaban de festejo, no solo por las inminentes vacaciones, también por haber pasado el examen que los calificaba como residentes de cirugía.

Don't forget.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora