Capitulo 3.- El placer sobre un mueble

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Desperté, otra mañana más, sobreviví...

Todo exactamente igual al resto de los comienzos de cada día, la única y gran diferencia... Estaba ansioso por llegar a la biblioteca...


Llegué y el nerviosismo se apodero de mi, ya había pasado un mes desde que aquel extraño conocido y yo nos habíamos vuelto cercanos... mi mente gritaba que él era el prometido de mi ex, pero el resto de mi ser pedía a gritos que avanzara sin temor... por si no me explique bien, yo tengo claro que él tiene dueña, pero lo deseo tanto como una vez la desee a ella...


Entre... me dirigí a la sección de acción... tome entre mis manos un libro grueso y áspero... me senté en el mismo lugar de siempre... las horas pasaban... él no llegaba... se termino el día, no logré leer ni la primera pagina... él, no llegó...


En mi departamento hacía un frío extraño... un frío más frío que las otras veces, la soledad me golpeo con fuerza y caí rendido en el suelo del living. Dormir, eso hice, dormí toda la tarde, toda la noche y todo el día... Desperté a las 5 de la tarde del día siguiente, ya no estaba en el living, me encontraba atrapado entre las sabanas, plumones y cubre cama, con Pecas al lado. No recordaba haberme levantado del suelo y venir hasta mi habitación, de ser así, también me hubiese lanzado directo al suelo, no me habría metido a la cama... Algo invadió mis pensamientos, el olor a café y tostadas... Al igual que la vez que él vino... Me zafé del montón de tapas y corrí a la cocina, esta vez, lo alcancé.

-Ya despertaste -dijo con una sonrisa.

-si... Qué haces aquí?

-ah, lo siento, estaba preocupado porque no fuiste hoy a la biblioteca... y como ya había estado aquí... Pues simplemente me invite solo -ya, todo estaba bien explicado, pero aun me asaltaba una pequeña duda...

-cómo hiciste para entrar a mi departamento? -no es como si el atravesara paredes, ¿verdad?, él no era una persona tan fuerte como para destruir la cerradura tampoco... entonces, ¿cómo mierda lo hizo?.

-pido disculpas nuevamente... robé tu llave de repuesto, de la vez pasada -dijo sacando la llave del bolsillo y mostrándola frente a mis ojos. En cierto modo me daba gracia, y me sentía feliz de que hiciera cosas así, pero, ¿con qué derecho lo hizo?, y yo, ¿con qué derecho me siento así?.

-¿por qué has hecho eso?, ¿con que derecho? -pregunté, no sonaba agresivo, de hecho estaba bastante calmado, pero no sabía que más decir, y... quería saber cuál sería su respuesta.

-pues... Lo he hecho porque... porque quise... y con el derecho de... ¿el derecho a hacer lo que quiera?... no lo sé -este tipo de personas no se encuentra fácilmente, diría que este hombre está loco... pero yo soy el loco aquí, por aceptar su comportamiento y querer que haga más cosas...

-no sé tu nombre... y apuesto a que no te sabes el mío, nunca nos presentamos adecuadamente y tú, llegas y te robas las llaves de mi departamento... hombre estás loco -el me miraba con una sonrisa nerviosa- bien, pues comencemos, me llamo

-Cho Kyuhyun -me interrumpió, pero, ¿cómo sabía?- Victoria me hablo mucho de ti -¿tan descarada era ella como para hablarle sobre mí, una especie de amante, a su futuro esposo?, una verdadera zorra...

Bien, puesto que esta es una situación extraña, donde un desconocido entra a mi departamento con una llave que me robo, me prepara comida, es el prometido de mi ex y se sabe mi nombre...yo no me quedaría tan atrás.

-Y tu nombre es...? -me sentía estúpidamente ansioso.

-Lee Sungmin -respondió, me sonaba ese nombre... Ella era realmente una zorra.

-El supuesto hermano de Victoria -dije, no se aguanto la risa, ambos estafados por un vil animal, y solo nos burlábamos- ¿por qué, si sabes cómo es, te casaras con ella? -me atreví a preguntar.

-Por nuestros padres, y nuestros padres por dinero -respondió simple.

-entonces entre ustedes no hay...

-estamos dispuestos a un futuro divorcio, sería divertido llegarles con una sorpresa como esa a nuestros viejos...


Seguimos viéndonos en la biblioteca, los día que él no iba era por negocios, aunque la mayoría de las veces se los saltaba, ya había pasado otro mes más, ya no era un "extraño conocido", era "Lee Sungmin, el amigo encantador".


-Entonces a las ocho? -me preguntó.

-perfecto, te estaré esperando entonces

-no tardaré, lo prometo

Quedamos a las ocho en un bar, un café con piernas, era nuestra segunda salida, la primera fue a un teatro, por mi interés...


Son las ocho, estoy sentado frente a la barra, tengo que esperar...

Son las ocho con 30 minutos, me levante dispuesto a irme, sospechaba que esto sucedería.

-espere caballero, déjeme invitarle un trago, se ve muy guapo esta noche -escuche decir, se dirigía a mí, voltee buscando a quien había dicho eso, y no era nadie más que Sungmin.

-idiota -dije con una sonrisa en el rostro.

-dos vasos con ron por favor -pidió, me volví a sentar- lo lamento, tenía negocios.

-mentira

-está bien, Victoria n me quería dejar salir -lo miré y suspire, no me debía tantas explicaciones, ni siquiera una, yo solo era un amigo.

-descuida -le dije antes de beber un trago de ron, el barman ya había dejado los vasos sobre el mesón.

La noche estaba tranquila, el trago estaba fuerte, nosotros la estábamos pasando bien.


Nos besábamos con desesperación, con pasión, nos estábamos saboreando el uno al otro, nuestras lenguas jugaban entre ellas, nuestros cuerpos se frotaban y chocamos con un escritorio...

-súbete -le dije, el alcohol calentaba cada vez más nuestros cuerpos, él obedeció y se sentó sobre aquel escritorio.

La ropa comenzó a sobrar rápidamente y nuestro torso ya se encontraba totalmente desnudo, sus manos se paseaban sobre mi espalda, sus piernas se enrollaban en mi cintura.

Pronto los pantalones y los calzoncillos volaron por la habitación y nuestros miembros se frotaban con fuerza, nuestros labios estaban hinchados y brillantes por la saliva, me mordió el labio inferior reprimiendo un gemido.

Lamí tres de mis dedos y pronto ya me encontraba estimulando su entrada, no se quejaba, solo me besaba.

-mételo ya, quiero sentirte dentro-me dijo devorándome con su mirada, su respiración se encontraba tan agitada como la mía. Obedecí.

Metí mi miembro caliente y palpitante a la entrada de Sungmin, de manera brusca, sin esperar, comencé a moverme.

Él gemía, gritaba y pedía por más, yo seguía sus órdenes y no me hacía de rogar.

El placer.

Dos hombres.

Una noche.

Un mueble que fue testigo de la pasión que existía entre un simple par de amigos, dos seres de un mismo sexo que se disfrutaban mutuamente...

Tengo una pequeña duda {Kyumin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora