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La mañana era fría y Momo regaba las plantas con la mirada fijada en un cesto que había encontrado. Hirai sólo suspiró e intentó fijar toda su vista en las plantas pero no pudo.

No podía dejar de pensar en la chica de ayer, en su luz reluciente, en Kim Dahyun.

Momo soltó la regadera y se sentó en una roca cercana a las plantas, no le gustaba quedarse en el exterior porque cualquiera podría pasar y ver su miseria, sin embargo desde que apareció esa chica, su mente está en otro lado.

-Oh hola.- Dahyun se acercó a la chica, quien se sorprendió y trató de escapar pero sus piernas se negaron por lo que la miró con unos ojos llenos de terror.

-H-Hola.- Momo sacudió su mano en direcciones laterales.

- No pensé que este jardín sea tuyo.- Comenzó la chica.- Disculpa, venía a robarte las plantas para venderlas.

- N-No te preocupes, es bueno de que más personas vean mis cultivos, además no me molesta.- Momo estaba rígida, su timidez le estaba haciendo pasar un mal rato sin duda.

- No, no. Por favor, toma aunque sea un poco de mis ganancias, es lo mínimo que puedo hacer.- La joven albina sacó de su bolsillo unas cuantas monedas.

- En serio no hay problema.- Momo estaba algo Incómoda. Ella era una aristócrata con mucho poder en sus manos y dinero también. No podía aceptar de que le diera lo poco que ganaba.

- Tengo que darte algo aunque sea, me siento mal por haberte estado robando.- Dahyun estaba algo desesperada por lo que Momo solo suspiró y se arrodilló frente a ella.

- Te dejaré arrancar mis flores.- Momo vio un pequeño brillo en los ojos de la joven.- Solo si vienes a regarlas y a comer conmigo.

Dahyun estaba confundida y Momo la miraba con pena y sin querer, quiso ocultarse en el cuello blanco de la joven.

- Esta bien... Acepto el trato.- Dahyun tomó su mano y sonrió.

Momo sintió que, tal vez, Dahyun seria su salvación.

La Verdad Que Nunca Dije. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora