ᴇʟ ᴄᴏ́ᴅɪɢᴏ ᴅᴇʟ ᴍɪᴇᴅᴏ. | ᴀᴛᴇᴇᴢ.

una sola opción

dos oscuros lunares, uno de ellos en la mejilla izquierda y otro en la barbilla era lo que lo distinguía de los demás, pero el resto de sí no lo hacía diferente. sus largos dedos se paseaban por los casilleros con un sonrisa macabra adornando su rostro.

- veo, veo, que me las van a pagar.

mingi le observaba, su respiración calmada al igual que su rostro, yunho era un ángel. envuelto en sus sábanas durmiendo pacíficamente, sus labios abultados y un ligero rastro de baba seca en las esquinas de estos; como le gustaría que todo fuera paz y calma.

sonrió mirando el suelo, jongho practicamente estaba encima de wooyoung mientras san y hongjoong parecían abrazarse como si su sueño dependiese de eso. siguió recorriendo su habitación y encontró a seonghwa durmiendo en su sillón con yeosang encima de él, apesar de que su cuarto era pequeño todos lograron acomodarse.

su sonrisa se fue al recordar el motivo del porque ninguno había querido estar solo la noche anterior, el miedo era palpable, los nervios y el temor de que alguno fuera a su casa y jamás regresara se notaban a kilometros, por eso ofreció su casa, era la que más cerca quedaba y ya estaban familiarizados con ella.

la luz del sol apenas iba saliendo, yunho se removió y estiró sus brazos con una sonrisa buscando la persona que había logrado calmarlo todo la noche, pero no sintió nada, vacío y frío fue lo que sus brazos sintieron.

- ¿mingi?- se levantó de golpe, observó a su alrededor y todos estaban ahí, durmiendo como si el día anterior nada hubiese pasado, como si aquellas notas no existieran, le alegraba. pero no le vió, mingi no estaba ahí y su preocupación se disparó, la última vez aquella cosa había atacado a mingi en su propia casa, tenía miedo de que pasara de nuevo.

decidió salir de la cama y buscarle, pero apenas pudo quitarse la sábana de encima, cuando fue jalado hacía atrás. sus nervios aumentaron, todos dormían y mingi era el único que había dormido con él en la cama, y no estaba.

su respiración comenzó a ser rápida, podía sentir una pequeña caricia en su mejilla derecha, el peso de alguien hundiendo la cama, la silueta de unos pies marcados por la sábana, las caricias en su cabello, el aliento helado junto a susurros bajos en su oido que solo repetían una y otra vez la misma frase.

respóndame o mueran.