Entre en pánico y comencé a dar manotazos por todos lados, Azul me miraba escondido entre los árboles con ira hacia la persona que me tomaba a por la fuerza.
Xx: - Sshh, tranquila, solo vamos a nadar.
Esa voz irremediablemente irritante, me despertó el coraje de la situación tan familiar, tan cotidiana. Dónde mi amigo solo me miraba impotente y tomaba mi mano sin fuerza para acompañarme de una u otra manera.
Everard respiraba y reía tras mi oreja, por impulso me aferre a una rama que sobresalía de un árbol, de la inercia esta se quebró y ambos caímos al piso los dos, Azul tomó una roca del piso, y la estampó en su cara.
Aproveché para salir corriendo en dirección a casa de Gerandine y brinqué la pequeña baranda de madera de un solo salto; No supe como rayos, ya estando frente a la puerta toqué el timbre uno...dos veces suplicando que fuera suficiente, el tipo me alcanzó y comenzó a jalonearme de nuevo hasta que escuchamos la puerta principal abrirse.
Él se detuvo en seco y me abrazo por la cintura.
Everard: - Geraldine, ¡Hola! vinimos por ayuda, un perro enorme nos atacó cerca del río, Ela esta algo asustada. Apenas logramos perderle hasta hace unos veinte metros, corrimos lo más que pudimos-. Me sujetó más fuerte y yo luchaba para devolverle normalidad a mi respiración.
Geraldine: - Ela ¿está todo bien?-. Me miraba con desconcierto, cómo buscando una sospecha.
Everard: - ¡Si! Solo sigue algo aturdida, pude detenerlo pero creo que logró herirme, ¿Tienes algo de alcohol?-. Ella parecía no ponerle atención, solo me miraba con ojos interrogativos y esperando alguna palabra de mi.
Geraldine: -¿Quieres quedarte acá un rato? llamaré a tus padres para que vengan por ti-. Asentí casi con ojos un poco llorosos, tomó mi mano y me dirigió a su sala, le dijo a Everard que esperara en la entrada, buscó en un cajón y sacó una botella de alcohol y algodón. Escuché a lo lejos, su conversación en la entrada.
Everard: -¿Qué? ¿Me tocará curarme solo?-.
Geraldine: -Lo siento, se que se hablan muy bien de ti, pero mis papás son muy estrictos con respecto a quedarme a solas con chicos en la casa. Creo que deberías ir a que te vean esa herida, igual te ves completo, puedes usar el teléfono para llamar a tu casa si quieres, se que no vives lejos-.
Everard: -Claro-. Imaginé que se acercó al teléfono que tenían colgado la pared de la cocina. Hizo una llamada dónde explicó la "situación" a sus papás y les dijo que le avisaran a los míos, que yo estaba bien y que podían pasar a recogerme a casa de Geraldine, al parecer, la misa aún no terminaba. - ¿Puedo despedirme de Eleonora?
Geraldine:-Supongo, por qué no-. Se escuchó un breve silencio antes de su respuesta.
Everard se acercó por detrás del sofá y se agachó un poco para plantarme un beso en la mejilla, luego me susurro al oído .-Esta chica me fastidia un poco, ten cuidado o le irá mal-. Volvió a darme un beso y se despidió de Geraldine no sin antes agradecerle por el alcohol y el algodón. Ella cerró la puerta y fue directo a sentarse al lado mío.
Geraldine: - Tú no solías temerle a los perros, ¿Recuerdas el Doberman de los Fevran? Me siguió por dos cuadras hasta fuiste tras de él con tu triciclo, lo sometiste y lo tranquilizaste-. Se acercó con un trapo húmedo a mi cara para limpiarla, estaba algo sucia de tierra.
- Creo que los miedos van creciendo con nosotros-.
Geraldine: - Quizá y por eso nos inventamos los amuletos-. Apuntó mi mano entre abierta. Ahí estaba el cuarzo, no puedo creer que en ningún momento lo solté, ni al pelear con él, ni al correr, lo resguardé en mi mano izquierda mientras la derecha se encargaba de liberarnos, no me había dado cuenta lo mucho que me había aferrado a él.
Rebusqué en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla y encontré la pulsera con el topacio, se lo tendí con mi mano para dárselo.
Geraldine: - ¿Para qué es?
- Se supone que tengo que dárselo a alguien que quisiera proteger, si vas a estar conviviendo conmigo, supongo que tienes que estar protegida, dije con una sonrisa amarga-. Estaba a punto de llorar de sentimiento, no me perdonaría el arrastrar a alguien conmigo en esto, una parte de mi quería salir de ahí y no volver con tal de no verla en un mal lío por mi culpa.
Geraldine: - Gracias, pero lo tomo porque me lo das tú, no porque deba protegerme de ti-. Me dijo relajada. Me tendió la pulsera para ayudarla a ponerla en su muñeca.
Por alguna razón que desconozco, solo quería abrazarla y decirle "Gracias por salvarme", pero no me daba el valor para eso; Simplemente me quedé ahí escuchando las historias que ella recordaba de cuando éramos niñas, nunca imaginé que me tuviera tan presente en sus recuerdos.
Mis papás llegaron a eso de las 10:15, que mala hora para llegar. Le agradecieron a Geraldine y se despidieron de los señores D'alembert, ella corrió a su cuarto mientras mis papás y yo nos despedíamos en la puerta, creí que tenía prisa por dormir, pero minutos después, llegó a la ventana abierta del auto y me tendió un papel doblado, me deseó buenas noches y regresó a su casa.
El camino fue silencioso, solo al principio mi mamá se la paso recriminándome lo mucho que me advirtió no ir entre el bosque y que de no ser por Everard la situación sería grave; Me colgué de esa versión y le dije que él insistió.
Azul solo estaba sentado y callado mirándome con cara de perdón, yo solo sonreía hacia su lado para hacerle saber que todo esta bien, sabía que no pedía perdón por lo que había sucedido, si no por lo que va a pasar esta madrugada en mi habitación, hoy lloraremos hasta dormir. Y eso lo entendí, no había manera de evitarlo.
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Ya en mi habitación, después de tomar un largo baño decidí poner la radio y tomar cualquier libro, igual no me iba a concentrar en ninguno de los dos.
Azul: - ¿Por qué nos odian, Ela?
- No todos lo hacen.
Azul: - Pero no les importamos lo suficiente como para querernos-. Se veía triste.
- El amor es complejo, aún no termino de entenderlo, supongo que no estamos aptos para eso-.
Simplemente no sabía explicarle porque éramos tan inadaptados como para que alguien nos tratara con algo de condescendencia; Incluso con Geraldine, teníamos miedo de algún momento que lo jodiera todo, bueno, azul lo tenía.
Empecé a guardar mis cosas para intentar dormir y acomodé mi cama porque esta vez Azul se acostaría justo a mi lado.
Entre las cosas encontré el papel que me dieron por la ventana de un auto, obviamente la única persona de la que podemos hablar. Desdoble el papel y vi un dibujo de las dos jugando en el parque con un perro, no sabía si lo hizo a los seis años o hace dos días; Para sus trazos, cualquiera de los dos era factible. Pero era algo tierno, me hizo sonreír un poco en esa dura noche; Lo dejé en mi mesa de noche acosté para pretender dormir.
Ese domingo en el que no amanecimos, se convirtió en lunes por la mañana y yo luchando por levantarme.
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Todos Los Azules Del Mundo (TLADM).
De TodoCoupvray en los 90's solía ser un pequeño y tranquilo poblado de Francia, mi familia solía tener esas características también, yo igual. Pero el amor nos pega como torbellinos de colores sobre el lienzo en blanco. Mi ansiedad me la pinte de azul y...