Capítulo 3: Añil

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- Este estúpido casillero siempre se atora-.

Jalaba frustrada de la manija, llevaba cinco minutos intentando abrir la puerta metálica que parecía haberse atorado con algo del otro lado. En cuanto logré abrirlo, mis pinturas y pinceles cayeron en el piso, fue un desastre enorme.

- Noooo...¿Por qué?-. Me cubrí la cara con frustración. Me costó un verano entero conseguir esos materiales y se acercaba el primer trabajo de la clase de arte.

Everard paso por un lado mío mientras yo estaba en el piso recogiendo todo con prisa para llegar a la siguiente clase, pateó uno de los tubos de pintura y manchó a Azul de...azul. Él se enfadó y fue tras del cretino con el tubo de pintura en la mano, lo derramó con sobre camisa blanca sin previo aviso.

En un elipsis indescriptible, yo estaba parada frente al chico desconsternado, con un tubo de pintura azul añil que acababa de derramar en su camisa; Estaba mirándome con rabia, se abalanzó sobre mí para matarme, supongo, pero un profesor intervino y nos mandó a dirección.

Everard:-Eres una completa idiota, ¿Sabes que esta camisa está arruinada?-.No fui capaz de mirarlo.

- Papá me va a matar-. Alcancé a murmurar.

Everard:-Yo te voy a matar, no te basta con ser una maldita rara, encima tienes que...

Geraldine:-¿Ela? ¿Todo bien? ¿Qué haces aquí?-.Geraldine interrumpió con un canasto en mano.

Everard:- Oum, tuvimos un accidente en el pasillo, vinimos a dirección para pedir ayuda con mi camisa y sus materiales-. Pasó su brazo por detrás de mí y darme un beso en la frente.

Geraldine:-Bien, pero, le pregunté a ella-. Se le veía confundida.

-Yo...es cierto.- Bajé la cabeza en vergüenza de mi poca voluntad para enfrentarlo.

Geraldine: -De acuerdo-. Estaba extrañada de mi actitud. - Si necesitas ayuda me dices, no olvides nuestro acuerdo, ¿Bien?-. Depositó el cesto en el escritorio de la secretaria del director y giñándole el ojo, para después despedirse de mí agitando la mano, yo respondí con el mismo gesto para luego seguir su camino con la mirada. No fui la única, Everard hasta se paró de su asiento para seguirla mirando. Luego volteó conmigo con una sonrisa burlona.

Everard:-Y...¿Cómo por qué te habla la hija de la pastelera?

- Ella le habla a todos-.

Everard:-A mí no-. Dijo extrañado.

- Quizá porque huele la mala leche-. Mi tono fue de fastidio. Mis arranques de valentía con el eran extraños, le temía, si, pero también le conocía bien, muy bien, llevábamos conviviendo toda la vida.

X:-Señor Flament, señorita Legrand, adelante por favor-.Nos metimos y tomamos asiento en las viejas sillas de cuero.

X:-Me contaron el percance que tuvieron el día de hoy-.

- Lo sien....

Everard: - Todo fue un mal entendido, director. Ela tiró sus tubos de pintura si querer y yo tropecé con ella, eso fue lo que vio el profesor, pero no estábamos en ninguna riña ni nada, solo fue un accidente-. Sonrío con simpatía y volteo a verme para poner su mano sobre la mía, la quité con sutileza.

Todos Los Azules Del Mundo (TLADM).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora