Capítulo 2: Cobalto.

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Confía en mí!- Decía al aire mientras Azul caminaba en círculos por mi habitación. Inmediatamente después de que Geraldine se fue, empezó a entrar en pánico por pensar que alguien nos quiere jugar una mala broma, eso solo fue una vez; Él simplemente no puede vivir con eso, quizá...yo tampoco.

Azul: -Solo quiero protegerte.
No involucrarnos. No acercarnos,¿Recuerdas?-. Las reglas de supervivencia para que no nos hicieran daño, claro, las olvidaba.

-No creo que Geraldine sea así, la señora D'alembert siempre nos regala pastelillos en navidad. Es una linda persona no veo porque su hija no lo sea.

Azul:- ¿Qué tal si eso es parte de su trato con el diablo?

Solo rodee los ojos con fastidio, era un exagerado.

-Oye, te prometo que todo andará bien, solo por favor, no me hagas sentir nerviosa mañana, no me llenes de preguntas porque me da mucha inseguridad, ¿De acuerdo? Será una tarde normal como cuando jugábamos en el patio a la hora del ...Pero, esta vez sin sacarle los ojos al conejo-. Le recriminé.

Azul: -Ese tonto peluche, se creía la gran cosa con su trajesito amarillo, ¡Osh! Detesto el amarillo, esa chica es muy amarilla-.

-No estoy muy segura de eso, pero anda, tenemos que arreglarnos, tenemos esa cena con los Flament-. Me levanté apresurándome al armario para buscar que ponerme, mientras él seguía ahí indignado y cruzado de brazos.

Azul:- ¿Y yo para que quiero ir con los flemas?-. 

- Porque papá es su amigo e irremediablemente esta familia también, además no puedes despegarte de mí, vives acá-.Señalé mi lóbulo frontal derecho, estaba segura que si de algún lado lo parieron, fue de ahí.

Deje caer toda mi ropa al piso para para quedar completamente desnuda e inmediatamente fui a buscar una toalla en la cual envolverme, él hizo lo mismo.

 Al ser parte de mí, convivía con todas mis intimidades sin reserva, no había espacio para ocultarnos, a excepción quizá, de uno que otro secreto que guardé en lo más profundo de mí, de todo lo demás, él era parte (pensamientos, inseguridades, recuerdo, etc.).

Cruzamos de prisa al otro lado del pasillo para llegar al baño, nos metimos una vez que sentimos el agua tibia, yo me relajé y respiré hondo. Amaba las duchas, era solo yo y  mi cuerpo relajándose con el agua; Azul no solía hablar mucho ahí adentro, a él también le relajaba, solo nos mecíamos con el sonido del agua y a veces nos hacíamos barbas de jabón. Eran quince minutos pacíficos.

Azul: -¿Cómo es posible que tu papá te permita seguir conviviendo con Everard?-. Denotó indignación.

Ya estábamos de nuevo dentro de la habitación vistiéndonos, rebuscaba entre mi armario buscando mi chaqueta de pana, ese café que iba con mis ojos según mamá.

- Bueno,  tiene una versión muy diferente de la historia-. Encogí mis hombros, mientras ponía cinto a mis pantalones, cada vez me quedaban más grandes. Creo que azul me mentía en eso de que estaba engordando, mi ropa me decía lo contrario. 

Azul: -¿Cuál camisa? ¿La azul, azul marino, azul rey, azul mmm...cobalto?-. 

Voltee a verlo divertida, por si lo imaginaban como un chico completamente azul, no era así, ni siquiera sus ojos, sus ojos eran negros, profundamente negros. Tiene la piel pálida porque no está precisamente vivo, además del cabello ondulado y oscuro. 

Todos Los Azules Del Mundo (TLADM).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora