La mente de Soojin se estaba poniendo en blanco, tan sólo pudiendo mirar y dejarse llevar por las pequeñas manos de una pelinegra que tomaban la suya y la hacía recorrer lugares ardientes.
La menor pasaba la mano de su mayor por su cintura y suave abdomen, lentamente deslizando la mano de la morocha hacía el sur de su cuerpo.
Y de reflejo Soojin topó su mirada con una de las partes vendadas de la pequeña. Lo cual provocó que ésta volviera inmediatamente a tierra.
Levantó su mano de la blanquecina piel de la pelinegra y tomó una de sus delicadas manos.
La deseosa e impulsiva mirada de la menor cambió y se dirigió a los ojos de su mayor un poco alarmada.
¿Y si no le había gustado? ¿Y si la había hecho sentir incómoda?─pensó Shuhua.
Pero una voz la sacó urgentemente de sus pensamientos.
─Shu.
─S-Si unnie?─respondió algo insegura la pelinegra.
Pero al segundo que lo notó, la morocha selló sus estúpidas dudas con un suave beso en aquellos finos labios.
La pelinegra se sorprendió y a la vez sintió un alivio de un tamaño indescriptible.
Soojin abrazo el pequeño cuerpo de la menor mientras sus labios seguían el ritmo de aquel tierno beso.
Debía cuidarla y hacerla sentir segura esos días, era lo que Shuhua más necesitaba en esos momentos.
La morocha separó sus gruesos labios del beso y nuevamente tomó la mano de la pequeña pelinegra.
─Shuhua, has visto la hora que es?─dijo repentinamente retandola─Y el hecho de que recién acabamos de volver del hospital?
─Ah Jinjin!─gritó la menor─No me reteees!
─Más te vale irte a dormir ya mismo, con todas esas heridas necesitas descansar para que se curen.
─Si unnie..─respondió burlona la pelinegra─Ah, pero..
─Pero?─preguntó la mayor─¿Ocurre algo?
─Pero vas a dormir conmigo verdad?
La morocha quien antes había preguntado tan incrédula y preocupadamente, ahora sentía un fuerte color rojizo apoderarse de sus mejillas.
─Sí, así que vamos a acostarnos bien─contestó Soojin intentando mantener su compostura.
La pelinegra sonrió de oreja a oreja y la mayor no pudo evitar hacer lo mismo al verla.
Ambas rieron.
Se quitaron las prendas y la mayor ayudó a Shuhua a ponerse el pijama con cuidado, ya que cuando lo había intentado sola le había rozado y dolido. Doblaron y pusieron las prendas sobre la silla del escritorio.
Soojin tomó a la pelinegra de la mano y la recostó en la cama del lado derecho, asegurándose de taparla bien y que no fuera a entrarle ninguna ventisca por ningún lado.
Dio la vuelta a la cama y se zambulló entre las cálidas sábanas.
─Que raro─pensó la morocha─Nunca antes habían estado tan calentitas.
Fue ahí cuando se dio cuenta y miro a su costado.
Ahí se encontraba, una pelingra con todo ese pelo desparramado por la almohada y la cama, mirándola con esos orbes tan oscuros y esa mirada de cariño tan grande.
La mayor rió enternecida y estiró su mano para pasarla por el cabello de la pequeña.
─Estás cómoda Shu?─sonrió la morocha.
La menor negó con su cabeza.
La mirada de Soojin cambió y se alarmó un poco.
─¿No?, ¿Porqué?─preguntó atenta la mayor─Puedes acomodarte como quieras, dime que te molesta y lo cambiamos tranquila.
La pelinegra la miró para luego esbozar una enorme sonrisa.
Se deslizó entre las sábanas, hasta quedar su cuerpo junto al de la mayor.
Soojin sintió sus cachetes arder.
La pequeña pelinegra giró su cuerpo hacia el de su mayor, y se pegó más al mismo acurrucandose entre su cuello y su hombro mientras colocaba una pierna de forma algo posesiva sobre el estómago de la morocha.
Por un segundo de silencio y de placer para la menor, se vió sorprendida por algo.
Shuhua abrió sus ojos de sorpresa.
Y sonrió con un carmesí en sus mejillas al sentir nuevamente los rápidos latidos de la morocha.
Le transmitía paz y le encantaba escucharlos, por lo que ese lugar entre el cuello y el hombro era el mejor para acurrucar su rostro. Ya que al estar tan cerca proporcionaba el sonido de las cálidas palpitaciones de la mayor.
─Soojin?─preguntó tiernamente la menor.
─Si, Shu?─contestó suavemente.
─Puedo un beso de buenas noches?─preguntó adorablemente la pelinegra con brillos en sus ojos.
─Está bien Shu─sonrió la mayor enternecida.
La menor sacó su cabeza de aquella guarida que tenía, y levantó el rostro hacía el de la morocha.
Soojin, de la misma manera, al sentir a Shuhua moverse de aquel hueco en su cuerpo inclinó su rostro hacía abajo para toparse con el de su pequeña.
Ambas se acercaron lenta y tranquilamente hasta eliminar el espacio entre sus rostros y hundir esos tan opuestos labios en un dulce beso.
Fue un destello de un momento.
Al separarse ambas volvieron a acurrucarse entre sí.
Con la menor pegada a la morocha, y la mayor abrazando a ese pequeño cuerpo para asegurarla.
─Jinjin─llamó nuevamente.
─Si?
─¿Podemos darnos beso de buenas noches todos los días?─preguntó la pelinegra.
─Claro, no pasa nada Shu─rió la morocha entretenida.
Y así, las dos muchachas entraron en un profundo y cómodo sueño, donde pudieron descansar sin soltarse ni un segundo en toda la noche.