Aba

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-Anne, vámonos ya que llegaremos tarde.
-¿Cómo vamos a llegar tarde a comprar tu vestido de novia? Sin ti no podemos empezar.
-Pero cerrarán.
-¿A las cuatro y cuarto de la tarde? Es más probable que no hayan abierto.
-Pues debemos ser las primeras.

Anne se dirige al comedor mientras Samantha pone toda la habitación patas arriba. Allí se encuentra Flavio, la navarra se sienta a su lado en el sofá. Él le coge de la mano y se la acaricia, mirándola a los ojos, ambos ven el cansancio reflejado en los ojos del otro, cuando la valenciana pega un grito, empiezan a reírse.

-Echaba de menos esto. -le dice él, no hacen falta las palabras, ambos entienden de qué hablan.
-Yo también, extraño los viejos momentos, sin preocupaciones. Ahora yo tengo una hija de casi cuatro años y tú te vas a casar. ¿En qué momento nos hemos convertido en unos treintañeros?
-En el momento en que conocimos a un par de rubios.

Ella ríe. Aba entra a la habitación, perseguida de una Samantha furiosa, la cual le grita cosas sin sentido, la pequeña solo ríe. Al parecer le ha quitado las llaves o el anillo de compromiso o ambas, no se puede entender a la valenciana cuando está de los nervios.

-No tiene gracia enana.
-No soy ninguna enana.

Flavio y Anne empiezan a reír. Ver a Samantha discutir con una niña de tres años y, peor aún, perdiendo en la disputa, resulta bastante gracioso. La valenciana le saca la lengua y la niña simplemente la burla.

-A ver Flavio, -dice Anne- vamos a repasarlo todo de nuevo. Aba no puede jugar con gatos porque fui a hacerle la prueba de la alergia y aún no han llegado los resultados, sí que han llegado pero en francés, así que esperaremos a la traducción. Le permito jugar con niños, pero siempre que sean normales, si ves que los padres parecen yonquis, hippies, narcotraficantes, o yo qué sé, salvajes.
-¿Salvajes? Me llevo a tu hija a los jardines de Viveros no a la selva Amazónica.
-Tú me entiendes Flavio.
-Anne, confía en mí, Aba no va a jugar con hijos de yonquis, hippies, narcotraficantes ni de salvajes. Está en buenas manos.

La niña corre a abrazar a Flavio, al final, es su tito, y aunque no le vea todos los días, ni si quiera todos los meses, le quiere un montón. Después se lanza a besar a su madre, por toda la cara, Anne debe admitir que todavía no logra entender de quién ha sacado tanto cariño, se pega a su cuello como una lapa, pero sabe moderarse y eso se lo agradece mundos.

-Aba, puedes acercarte a niños, pero no te acerques a adultos que vayan sin niños y...
-Y menos si no tienen buena pinta. Lo sé, mami.

Samantha y Anne se dirigen a la puerta, con sus respectivos bolsos y media hora de antelación a la apertura de la tienda, sin embargo es comprensible, es una prometida que se casará en unos pocos meses y quiere el vestido perfecto. Algo completamente normal.

-¡Tarde de chicas! -grita Samantha.
-Eh, que yo también soy una chica.
-¡Tarde de chicas mayores!

La valenciana le saca la lengua a la pequeña, quién se esconde entre los brazos de su tito. Anne rueda los ojos antes de cerrar la puerta y Flavio le lanza un beso, Aba hace como si lo recogiera y su madre se hace la desmayada, cerrando la puerta.

Esa es su familia y los ama.

Gèrard raspa las cuerdas de la guitarra con las uñas, en su cabeza no aparece ninguna letra que ponerle a la incompleta melodía, las únicas palabras que pasan por su cabeza son las que le dijo Carlos la otra noche.

Ha venido una chica, pidiendo tu número, no, no es lo que piensas. Era bajita con el pelo rizado y unos ojos preciosos, decía que quería contratarte para un cumpleaños, de una tal Aba Rodríguez, ¿es familia tuya? Porque, la verdad, la chica actuaba como si te conociera, no sé, me dio esa sensación, hablamos poco pero te miraba mucho. A lo mejor me mintió y sí que quería tu número para algo extraoficial, algo me decía que mentía, su mirada hacia ti era como de cariño, agradecida en parte, más que un capricho amor diría yo, si la verdad es que enamoras con la mirada macho, pero también como enfadada, ¿sabes? Como si ya os conocierais y la cosa no hubiera acabado de la mejor manera. La chica era muy transparente, sin embargo cuando se marchó me miró sonriente y en esos ojos, grises o tal vez verdes, no sé, había poca luz, pude ver gratitud y sinceridad. Era una persona muy transparente y me suena que la he visto antes, pero no sé dónde, como ya he dicho el bar estaba oscuro. Bueno, ¿qué opinas Gèrard?  ¿Gèrard? ¿Me estás escuchando?

Jamás me olvidé de Ti [Geranne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora