Call Me Maybe

662 43 21
                                    

Gèrard está sentado en el sofá, terminando los acordes de una canción. Su inseparable guitarra se encuentra a medio metro, en el suelo, como él, con una libreta en su regazo. Arranca una página y comienza a escribir, sabe que no va a surgir ninguna canción, sin embargo, no le importa.

Ahora lo entiendo todo.

No te culpo, al fin y al cabo yo no te llamé, supongo que eso es lo que me querías decir, que íbamos a ser padres, también supongo que no querías que yo me enterase de esta manera, que hubieras preferido decírmelo mirándome a los ojos para ver cómo se me iluminan, te prometo que cuando la vi me brillaron como nunca antes lo habían hecho.

Es mi hija, soy padre, de una niña preciosa, ha heredado lo mejor de los dos. Me preguntaba si algún día amaría a alguien como te amé a ti, al ver a Aba a los ojos, supe que sí. No te preocupes, la quiero de manera distinta, como cuando escuchas tu propia canción, no estoy comparando a nuestra hija con ninguna canción, es solo una metáfora. Aunque debería componerle algo, no será mejor que Pequeña Gran Revolución de Izal, pero estará hecha con todo corazón.

La verdad es que sí que estoy un poco decepcionado, creo que más conmigo mismo, pero yo lo veo algo normal, al fin y al cabo me he perdido los tres primeros años de mi hija. Sus primeros pasos, su primera palabra. No sé si ya sabe leer o está aprendiendo, tal vez no le guste la música tanto como a nosotros (algo completamente respetable), a lo mejor no sabe decir papá porque, al fin y al cabo, se ha criado sin uno, o puede que algún día pasase yo por su cabeza.

No lo sé, no sé nada de eso y, sinceramente, me gustaría, pero espero volver a verte y que me lo cuentes tú, conociéndote habrán miles de videos y fotografías de nuestra hija.

Deseo volver a ver la ilusión en tus ojos, acompañados de los de Aba, deseo ir a la playa los tres juntos y enseñaros Ceuta, se que os encantará y no temas por mi familia, te adoran más que yo, bueno, eso es imposible. Me gustaría que vieseis mi ciudad natal, dónde me crié.

¿Qué digo?

Estoy aquí, haciendo planes como si tú aún me quisieras, si Flavio no quería que yo viese a la pequeña Aba sería por algo, tal vez te hayas enamorado o me odies. Yo me aferro a la posibilidad de que tal vez no sabe, o pretende ignorar, que somos inolvidables, espero serlo.

También espero ser un buen padre, según mi hermana soy un buen tío, sé que no es lo mismo, pero algo tendrá que ver. Quiero creer que Aba será feliz conmigo, con nosotros. Joder qué bien suena un nosotros.

No pararé de buscarte, y menos ahora.

Te quiere, Gèrard.

En el momento en que deja el papel y el bolígrafo encima de la mesa, suena su teléfono.

-Gèrard, -es Carlos- uno de los camareros no puede venir. ¿Podrías pasarte para ayudar? Te cobraré las horas extras.
-En treinta minutos estoy allí.

A parte de tener allí bastantes bolos, ser amigos, o buenos conocidos, Gèrard también trabaja allí como camarero siempre que alguno no puede ir. Desde hace algunas semanas el número de días ha aumentado, el ceutí empieza a creer que le falta un trabajador, pero no se queja, el dinero le viene bien.

Recoge el salón, se peina, coge un suéter y cierra la puerta.

Anne abre la puerta, su hija está en la cama, durmiendo como un angelito, es indudable que ha heredado su pasión por las siestas. No quiere despertarla, a lo largo de tres años, ha descubierto que los momentos de calma como este hay que aprovecharlos, por eso se dirige al salón, sin saber que la calma dura poco.

Jamás me olvidé de Ti [Geranne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora