No temas

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La familia de Anne sigue en Ceuta casi una semana después del cumpleaños de ella, la única diferencia es que hoy, por primera vez en seis días, Samantha y Flavio no están, y la navarra mayor, la jefa, le ha pedido amablemente a los ceutís que quiere cenar sola con su familia, lo cual incluye a su nieta, la mayor de sus hijas y el novio de este. Y, si hay que decir la verdad, este último se encuentra un poco atacado de los nervios por conocer a la que espera que en un futuro sea su familia política, pero oye, como podemos mentir y cubrirle un poco, digamos que, supuestamente, en un mundo perfecto, no tiene miedo, que se encuentra perfectamente, que no tiembla como un flan, lo tiene todo controlado, no debe preocuparse porque sabe que les va a caer genial, que ya los tiene en el bote, que han perdonado que se fuera sin despedirse de su propia hija, un miembro de la familia. Pero, desgraciadamente para Gèrard Rodríguez, este no es un mundo ideal y tiene un nudo en el estómago que no va a desaparecer hasta que sepa de primera mano que la familia de Anne le acepta, porque a ella puede darle más o menos igual, pero para él es algo importante caerle bien a los Lukin.

Frente al espejo de su habitación, la misma habitación que lo había visto crecer y le había acompañado en todas las etapas de su vida, la que aún guarda esos viejos juguetes con los que creaba mil historias y aspiraba a ser niño eternamente, la misma estancia dónde aún residen algunas viejas fotos con sus respectivos recuerdos, diarios olvidados y primeras canciones llenas de impurezas, allí, empolvados, siguen antiguos secretos que nunca salieron a la luz e inseguridades que, a pesar de lo que a él le gustaría, no sé quedaron en esa pequeña habitación. Y ahí, ahora, frente al espejo, Gèrard está decidiendo si ponerse corbata o pajarita.

-Anne, ¿tú qué opinas?
-Qué doy gracias para que te pusieras en traje para la boda de Flavio y Samantha y ahora quieres ir así a una cena con mis padres, es demasiado.
-Yo no lo creo.
-La primera vez que vino Itziar, llevaba unas bambas y un top, venía de correr.
-Ella no abandonó a Aitana.
-Con que es eso lo que te ocurre.

Anne se acerca por su espalda, le quita la pajarita que tiene en la mano y, junto con la corbata, las tira a la cama. Después abre un tres botones de la camisa y se la mete por dentro del pantalón. Como último paso, guarda la chaqueta de traje en el armario.

-Es pleno julio, casi agosto, así estás más guapo. -dice mientras le abraza frente al espejo- Sé tú, simplemente.
-¿Y si sale el tema?
-Sí sale el tema, que no creo, me dejas hablar a mí y punto. -añade dejando un casto beso sobre sus labios.

El ceutí mira los tres botones abiertos, Anne es una persona fuerte, eso no puede negarlo ni él ni nadie, sin embargo las personas tienen un límite que la navarra, muy posiblemente, habrá tratado de cruzarlo. Seguramente abrió los ojos frente a su hija, escondiéndola del mundo, y dejó que las balas llegasen a ella, sin traspasarla, actuando como un chaleco salvavidas, sin embargo no pudo con todo y, de manera muy egoísta, Gèrard da las gracias de que Anne no aguantase más, sino él no estaría ahí.

-¿En que piensas, maitia? -dice Anne apoyándose en su hombro.
-En lo afortunado que soy porque las personas no pueden soportar todo lo que les gustaría.

Mientras la navarra se plantea internamente en qué momento su novio se ha vuelto una persona tan filosófica, entra una Aba sonriente vestida tan solo con unas bragas.

-¿Qué haces así? Ve enseguida a ponerte el vestido amarillo.
-¿El bonito o el feo?
-Vamos a cenar con tu amatxi, -tras un suspiro y una pausa, añade- el feo.
-Eso pensaba.

A pesar de que no lo admitirá jamás, Gèrard algunas veces, más de las que les gustaría, siente envidia de la relación que en estos tres años han forjado Anne y Aba, madre e hija contra el mundo y todo lo que este les mande. Han sobrevivido a la fama juntas, algo que la mayor de las dos no llevo muy bien; se han consolado mutuamente, más veces de las que a ambas les gustaría y se han querido como nadie se ha querido, cuando más lo necesitaban. Definitivamente, han construido y forjado una relación más allá de la estrictamente necesaria entre madre e hija en la cual Gèrard, a pesar de que intenta con todas sus fuerzas ignorarlo, también puede formar parte.

Jamás me olvidé de Ti [Geranne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora