El abrazo de mamá

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Al llegar al lugar, Yudith miró alrededor de la plaza y notó que estaba todo vacío, por lo que sólo estaban Erick y ella. Al seguir mirando vió a Erick parado cerca de unas bancas, así que se acercó temblorosa.

— ¿Ahora sí me vas a decir que está pasando? -preguntó Yudith casi llorando-.

— Si..

— ¿Me puedes decir que es esa nueva publicación que ronda por todo el país? ¿Realmente te casarás? -preguntó Yudith-.

— Si, lo siento Yudith pero tenemos que separarnos, ya no quiero volver a verte. -dijo Erick cabizbajo-

¡¿Qué dices Erick?!

— Después de todo creo que mí madre tenía razón, no perteneces a mí mundo, ni yo al tuyo.

-dándole un cachetazo- ¿Cómo te atreves a decirme esto? Después de todo lo que pasamos juntos y el tiempo que te esperé. No, no entiendo, o tal vez no quiero entender lo que me dices.

Está bien me lo merezco, y lo siento mucho por decirte que me esperes, nunca debí decirlo. Creo que estaba confundido.

— ¡¿Confundido?! ¡Eres un imbécil!, pero yo lo soy aún más por esperarte estos estúpidos años.

— Lo lamento Yudith, ya no te amo. -dijo Erick mirando hacía abajo-

— ¡¿Donde quedaron esas estúpidas promesas que me dijiste?! ¡Dijiste que jamás me lastimarías y aún así lo hiciste!

— ¡Es por el bien de mí empresa! ¡Tú jamás lo entenderías!

— Sólo te diré algo Erick, esa empresa jamás te perteneció, porque tú no la creaste, fueron tus padres los que hicieron de esa empresa lo que es hoy. ¡¿Acaso no te das cuenta que te están utilizando para ganar más dinero?!

— ¡Tú no lo entiendes! ¡No perteneces a mí mundo!

— Tienes razón, si pertenecer a ese mundo significa ser infeliz de por vida y sólo tener dinero para derrochar, entonces yo no pertenezco a ese estúpido lugar.
¿Qué curioso no? Aquí fue donde comenzó nuestro amor, y aquí es donde se termina -dijo Yudith yendosé de allí llorando-.

— Lo lamento de verdad querida -dijo Erick susurrando-.

Yudith se subió al auto y se fue del lugar completamente invadida de dolor y tristeza, mientras que Erick casi al instante recibió una llamada.

Conversación telefónica:

— ¿Ya lo hiciste?

Si ya lo hice madre.

— Muy bien hijo, acuérdate que esto es por tu bien, y por el bien de esa chica, así que no lo tomes personal, solo te protejo. Gracias a ti esa chica vivirá, gracias a que la protegiste estos años.

— ¡¿Protegerme?! Sólo buscas tener más dinero, ni siquiera piensas en mí. Siempre me dejaste solo en esa casa, y nunca me cuidaste como una verdadera madre. En cambio esa chica apareció y me sacó del pozo en el que estaba, así que mejor cierra la boca. -dijo Erick enojado-

— No me faltes el respeto, tú bien sabes que esa chica es una cualquiera, estoy segura que sólo buscaba sacarte el dinero.

¡No vuelvas a hablar mal de ella de nuevo! Tú no la conoces.

Erick terminó colgando la llamada, y sólo pudo echarse a llorar en una banca, pensando en el amor que acababa de perder a causa de las ambiciones de su madre.

Mientras tanto Yudith estaba regresando a su departamento, pero en el camino no paraba de llorar, tanto así que de la rabia aumentó la velocidad del auto, y de la nada un auto se cruzó de repente, el cual venía en dirección al carro de Yudith. Ese auto encendió su luz delantera y rápidamente se acercaba cada vez más a toda velocidad, por lo que Yudith no tuvo otra opción que salirse del camino, y su auto terminó derrapando fuera del carril.
Yudith frenó el carro rápidamente, pero al frenar de prepo su cabeza se golpeó con el manubrio, y por un breve momento quedó inconsciente.

Cuando despertó miró por la ventanilla del auto y notó que el auto que la estaba por chocar se había dado a la fuga, pero al parecer otras personas bondadosas habían presenciado el accidente, así que llamaron a una ambulancia y a una grúa, puesto que se podía ver una ambulancia llegando junto con una grúa detrás.
Yudith bajó del auto con su teléfono en la mano, y rápidamente los paramédicos la llevaron al hospital en la ambulancia.

— ¿No tengo nada grave cierto? -preguntó Yudith preocupada-.

— No se preocupe señorita, al parecer se dió un fuerte golpe en la cabeza, pero sólo necesitará un poco de reposo y tranquilidad.

— Justo hoy se me perdió la tranquilidad -dijo Yudith susurrando-.

— ¿Disculpe? -preguntó el paramédico-.

— No es nada, no me haga caso.

— Su auto será llevado por una grúa, y nosotros la llevaremos al hospital.

— Que fastidio. -dijo Yudith mientras se acostaba en la camilla-

Al llegar al hospital un médico le dió algunas pastillas para el dolor de cabeza, y luego Yudith salió del hospital en busca de un taxi, pero se dió cuenta que su cartera se había quedado en su departamento, así que prefirió llamar a su madre.

Conversación telefónica:

— Hola mamá, acabo de tener un pequeño accidente, pero..

— ¡¿Qué?! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Qué pasó?! -dijo la madre interrumpiendo a Yudith-.

— Tranquila mamá, estoy bien, no te preocupes. Quería preguntarte si hoy puedo quedarme en casa, creo que los extraño mucho últimamente.

— Claro hija, eso ni lo preguntes, tu recámara aún está intacta, y por los gatos no te preocupes, porque tu papá acaba de ir a visitarte a tu departamento para dejarte comida, así que le avisaré que los alimente. De todos modos siempre tenemos una copia de llaves.

— Gracias mamá. También espero que puedas pagar el taxi por hoy -Yudith rió-.

— Está bien, pero ya verás cuando llegues a casa -la madre rió y colgó-.

— Espera mamá, ¿Hola? Esta mujer está loca. -terminó de decir Yudith-

Rápidamente Yudith se subió a un taxi en dirección a la casa de sus padres, y al llegar su madre la recibió con un cálido abrazo, y ambas se acomodaron en el sofá del living.

— Ahora si hija, cuéntamelo todo, hoy te escuché rara y ahora tuviste un accidente. ¿Que ocurrió?

— Mamá, hay tantas cosas que me ocurren a diario.
Me acabo de dar cuenta que soy una chica realmente desafortunada, no hay nada que me salga bien.
Soy un desastre hasta en el amor. -dijo Yudith cabizbaja-

— Oh ya veo, con que mal de amores. Está bien si no me cuentas todo, pero déjame decirte que si es el hombre indicado no tardará en darse cuenta de la hermosa flor que eres.

— ¿Una flor?

— Si, eres una chica que oculta muchos sentimientos, y a veces eres muy cerrada, pero cuando hay algo que amas o que simplemente deseas proteger, siempre abres tu corazón sin importar nada.
Tus pétalos se abren y de allí sacas el amor y la bondad que tanto habías guardado.

— Ay mamá, muchas gracias. No sabía que eras poeta. -Yudith rió-

— Yo tampoco, pero me gusta decirte lo que pienso de ti Yudith.

— Desde que empecé a ver el mundo allá afuera me di cuenta que nada en la vida es fácil, y aunque me tope con mil barreras no debo rendirme jamás, pero a veces la angustia de no llegar a mis sueños y metas me calcome, y termino ahogándome en un vaso de agua.

— Tú no te preocupes hija, yo más que nadie te conozco, y sé de lo que eres capaz. Sé que llegarás muy lejos, y no te preocupes de las barreras que hayan en tu vida, porque siempre hay una manera de atravesarlas. Además tienes derecho a llorar, después de todo es la mejor manera de desahogarse.
Y no te olvides que después de la tormenta siempre sale..?

— Un arcoiris -Yudith rió-.

— Ven aquí hija -dijo la madre extendiendo los brazos para abrazar a Yudith-.

— ¿Sabes mamá? Tus abrazos siempre me reconfortan, y creo que son el mejor lugar del mundo para sentirse bien. -dijo Yudith mientras la abrazaba-.

La vida de Yudith Donde viven las historias. Descúbrelo ahora