Me gustan las multitudes como a cualquier persona normal, pero solo si son cosas buenas y esto no lo es.
¿Por qué los padres se amontonan en un grupo como si fueran corderos para esperar a sus hijos? ¿Es que los niños no pueden llegar solos a casa? recuerdo que padre nos dejaba pasear por el bosque y si nos perdíamos el castigo era que nos atacara un animal, eso era preferible a la paliza que nos daba si lográbamos volver.
—¡Gianna Mitchell! —Grita la maestra y una mujer de mediana edad se abre paso entre la multitud para llegar a la puerta y recoger a su cría humana.
Bajo la mirada y veo en mi mano los dos pedazos de cartón que tienen los nombres de mis sobrinos y sus fotos. Rhiannon me dijo que tenía que entregarle esto a la maestra para que me dieran a los niños, que era una medida de seguridad, para que no secuestren a un niño.
No entiendo la razón ¿Por qué alguien querría llevarse a una de estas pequeñas bestias sin estar obligado?
Además, algunos pequeños monstruos se escapan, acabo de ver a un sujeto corriendo detrás de su hija gritándole "le diré a tu mamá", me recuerda a Nik.
—Mira como estás. —Esa voz me arranca de mis burlas hacia mi hermano abruptamente. —No importa, un baño, algo de suavizante y todo estará bien. —No suena muy lejos, está cerca.
Demasiado.
Volteo a ver hacia la izquierda y a un par de metros descubro a una mujer castaña, de ojos marrones, aparentes veintitrés años que está tratando de arreglarle el cabello a un niño que parece acabar de ser arrastrado por el lodo. Ella cumple con todas las descripciones.
—¿Tienes hambre? —Le pregunta al niño y lo confirmo, es ella.
—¡Ey! —La llamo y alrededor de cuatro personas voltean, pero no ella, está demasiado concentrada en tratar de arreglar el desastre que ese niño tiene en la cabeza. —¡Oye! —Le grito más fuerte y finalmente voltea.
Es bonita, eso nunca me lo dijo, pero con esa voz que tiene el que fuera fea no era una posibilidad.
Sus ojos y su boca se abren de par en par, baja las manos a los hombros del niño que no he detallado más allá de la suciedad que lo cubre y aprieta un poco.
—¿Kol? —Pregunta como si no fuera posible que esté frente a ella.
—Marimar. —Al escuchar como la llamo frunce completamente el ceño y frunce los labios en una expresión cómica.
—Mihrimah. —Corrige enfocando cada silaba. Me acerco a ella y al pequeño niño que supongo es Max. Me acerco a ellos, orgulloso de haber tenido un tiempo récord a la hora de toparme con la persona tras los mensajes. —Hagamos algo y quédate con el apodo.
—Maia. —Recalco viéndola, luego al niño que me mira con curiosidad. —¿Max? —Le pregunto y él asiente.
—Si, señor. —Dice educadamente.
Tiene la estatura de Eliot, así que es normal, también tiene el cabello castaño y ondulado revuelto en un desastre, las mejillas rosadas cubiertas de tierra al igual que su uniforme y demás.
—Un placer conocerlos. —Le digo a su madre. Maia tiene los ojos marrones, Max los tiene azules, así que me imagino que en él deben venir por el lado de su padre.
Aunque, curiosamente, este niño me recuerda a alguien, no sé a quién, pero se me hace muy familiar.
—Ya nos conocíamos. —Corrige Maia apretando los labios, reprimiendo una sonrisa.
—No en persona, así es mejor. —Yo sonrío esperando que ella también lo haga y funciona.
Maia es bastante bonita y sin ser un mirón descarado puedo admitir que está delgada, no le quedaron grandes secuelas del pequeño Max.
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El Mensaje Extra {Kol Mikaelson}
FanficRECEIVED MESSAGE: Libro 4 El amor es algo extraño. Todos lo hemos experimentado, ya sea hacia un ser querido que lleva nuestra sangre, a una persona que conocemos como un amigo o a nuestra alma gemela, el amor de nuestras vidas, ese amor épico que t...