Día 74

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—¿Por qué estás triste? —Pregunta Max ladeando su cabeza adorablemente.

—No estoy triste. —Afirma Freya sin entender realmente la pregunta de Max.

—¿Entonces por qué no sonríes? ¡Es navidad! —Exclama mi pequeño de ojos azules y sin previo aviso lleva sus manos a las mejillas de mi hermana mayor para frotárselas, la cara de Freya en estos momentos no tiene precio ni para mí y tampoco para su novia. Deja de frotarle las mejillas y baja las manos. —¿Ves? ¡Ahora sí sonríes! —Exclama, adorable como solo él puede ser.

Ahora Freya sonríe, no es que estuviera pasándola mal, simplemente no es de muchas risas, pero Max le ha sacado una enorme.

—Gracias, cariño. —Freya no lo resiste, nadie puede, así que le acaricia sus regordetas mejillas. Si no le hubieran rapado la cabeza, estoy seguro de que lo hubiera despeinado. —Ahora ve y juega un rato.

—Solo si prometes no dejar de sonreír. —Ordena Max y Keelin, la esposa de Freya, se ríe ante la ternura del niño. —Me pondré triste como tú.

—Prometo no dejar de sonreír. —Accede Freya y Max se va corriendo en búsqueda de Eliot y Kiara para divertirse. Ambas vuelven su mirada a mí. —Es lindo. —Afirma Freya lo que ya sabía.

—Claro que lo es. —Max es adorable, el único niño que tolero por completo.

Adoro a mis sobrinos, sin embargo, Eliot es una versión en miniatura de Elijah, cosa que asusta, Kiara es una molestia que prefería cuando era callada y Andrew es adorable hasta que ensucia su pañal. Max, por el contrario, es agradable y ya sabe ir al baño solo.

—No me lo pienso poner. —La voz gruñona de Nik se hace presente y él aparece seguido por Katie, que lleva en sus brazos la peor pesadilla de mi hermano hecha realidad. —No importa cuanto lo digas, no lo haré. Aún conservo un poco de dignidad.

No, eso lo perdió hace mucho tiempo.

—Lobito, por favor... —Suplica Katie moviendo el espantoso traje rojo entre sus dedos, lo cual hace obvio que la carta amenazante no funcionó o que aún no la quiere usar. —Necesitamos un Santa Claus.

—Ve y pídeselo a Elijah. —Ofrece tomando asiento en el sillón libre junto a Freya, busca sobre la mesa una botella de algo, lo que sea, pero Rhiannon las ha ocultado por navidad.

—A él no le quedará el estilo. —Explica y nadie se quiere meter en esa pelea porque es más divertido solo ver cómo Katie gana. —Te quedará bien a ti y si no lo haces no te daré sexo por una semana.

Curioso, decidió usar la carta del sexo hablando tiernamente, esto va a ser muy interesante y los tres que podemos verlo lo sabemos.

—Bien ¡No habrá sexo! —Y mi hermano mayor, el temible hibrido original, el supuesto Klaus Mikaelson cruza los brazos y hace pucheros igual que un niño pequeño.

Aquí viene la escoba en la cabeza ¡Por favor! Que sea la escoba en la cabeza.

—Está bien, cariño, no te pienso obligar a nada. —Noooooo, Katie, me has decepcionado ¿Ahora tengo que ir por Maia? Ella es la que le sigue en poder de intimidación, o por lo menos eso es lo que me parece a mí. —Si quieres ponerte el cinturón de castidad, yo no puedo hacer nada para que cambies de opinión.

—Pues estoy bien con ello. —Y sigue haciendo pucheros, negándose a ceder en esto.

Honestamente no creo que a Max le importe conocer a Santa Claus, o la réplica que quiere ofrecer Katie, pero ahora que veo a mi hermano tan indignado con la idea yo quiero tener eso, aunque claramente no me voy a meter.

El Mensaje Extra {Kol Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora