𝘤𝘪𝘯𝘤𝘰.

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habíamos pasado el resto de la tarde hablando, molestando a coco y haciendo cualquier cosa que hiciera que kate nos gritara que nos calláramos de una vez. siempre que estábamos juntos éramos una molestia para todos, pero era muy divertido y me encantaba pasar tiempo con ruel. nunca me iba a cansar de estar con él.

—yo digo que no sería mala idea.— dijo apoyando su cabeza en mi estómago y subiendo sus largas piernas a la pared, jugando con mi celular mientras le daba vueltas entre sus manos. en menos de un segundo yo ya estaba jugando y peinando su cabello.

—lo único que lograrías sería que te dieran un golpe en la cara.— me burlé.

—no creo, yo tengo buenos reflejos.— en cuanto terminó de decir eso le di una pequeña cachetada y se quejó asustado por el repentino golpe.

—¿estás seguro de eso?— dije entre risas cuando se acarició la mejilla y bufó.

—estaba desprevenido. es que esa no la vi venir.

—ya deja tus chistes.— me quejé golpeando su frente sin fuerza y escuchándolo reírse de una forma muy bonita —además estás loco si crees que kate te va a dejar jugar fútbol. nada bueno puede salir de eso.

—¿por qué? no tiene nada de malo.— se encogió de hombros —solo es cosa de patear la pelota y meter gol. ¿qué tan difícil puede ser eso?

—ni siquiera sabes patear la pelota.— dije entre risas.

—¡claro que sé!

—¡no sabes, es más, ni siquiera sabes saltar la cuerda!— se carcajeé mirando su cara de indignación —menos vas a saber jugar fútbol.

—sí sé.— se cruzó de brazos.

—no, no sabes, y encima pareces un grillo gigante cuando saltas.— me burlé.

—ya deja de molestarme.— bufó.

—nunca, para eso soy tu amiga.— dije sonriendo desganada, pero él no lo notó —ya es tarde, tengo sueño.— bostecé.

—¿tan rápido?— se quejó rodando hasta recostarse a mi lado como una persona normal lo haría.

—sí ruel, mañana tenemos clases. ¿o ya se te olvidó?— pregunté alzando una ceja.

—la costumbre de las vacaciones.— suspiró de forma dramática, pasando su brazo sobre mis hombros y abrazándome de lado, con su cabeza sobre la mía. me obligué a mi misma a no decir ninguna estupidez y a tranquilizar los latidos de mi corazón. pero bueno, siempre tenía la misma reacción cada vez que lo tenía cerca mío. era algo que no podía controlar ni evitar. no sé hasta que horas estuvimos hablando y riéndonos en voz bajita, pero terminamos quedándonos dormidos sin darnos cuenta.





desperté cuando sentí que no podía respirar y abrí los ojos de golpe. alcé un poco la cabeza y vi como ruel tenía una de sus pesadas piernas sobre mi estómago, aplastándome con su cuerpo enrome, y me quejé tratando de sacarlo de encima.

—ruel quítate.— bufé empujando su pierna con fuerza. gruñó como un perro malhumorado cuando interrumpí su sueño y se dio la vuelta, dándome la espalda para seguir durmiendo. no sabía que hora era, pero aún estaba demasiado oscuro como para que sea hora de despertar.

volví a cubrirme con las mantas y yo también me di la vuelta, pero para abrazar su espalda. dormir con él era muy cómodo. puse mi cara contra su espalda y lo abracé con fuerza. quiso alejarme pero después de unos segundos se rindió, y terminó acurrucándose contra mí, dejándose abrazar. sentí como puso su mano sobre la mía y me obligué a no levantarme y ponerme a saltar por todas partes de la emoción y los nervios.

cuando desperté de nuevo fue porque alguien estaba picando mi cara una y otra vez, molestándome. abrí los ojos y me encontré a ruel muy cerca de mi cara, picando mis mejillas con su dedo sin parar. fruncí el ceño y alejé su mano para que dejara de hacer eso.

—ya déjame dormir.— me quejé dándole la espalda y escondiéndome debajo de las mantas.

—se va a hacer tarde.— dijo sacudiendo mis hombros como un loco, tratando de quitarme las mantas de encima.

—no me importa, déjame dormir.

—no puedes seguir durmiendo, tenemos que ir a clases.

—pues no quiero ir a clases.

—pero si es el segundo día, no puedes faltar el segundo día.— dijo incrédulo.

—¿ah no? pues mírame hacerlo.— respondí tratando de continuar con mi sueño.

—no puedo ver, soy ciego, creí que ya estaba muy claro.— se burló.

—ya, ruel.— me quejé dándome la vuelta y golpeando su brazo. él y sus chistes que no dan risa. vi como soltó una risita y se sentó estirando sus brazos y piernas, bostezando. unos minutos después nos turnamos para usar el baño y cada quien arreglarse. sonreí escuchando a ruel cantar mientras lo miraba caminar de allá para acá.

—¿me ayudas?

—sí, ya voy.— dije acercándome a él y ayudándolo a peinar su cabello —listo. ¿no sabes dónde dejé mi celular?— le pregunté confundida, buscándolo por todas partes. estaba segura de que ruel lo tenía anoche.

—sí, lo acabo de ver por allá.

—¿en dónde?— me di la vuelta para mirarlo. se empezó a reír de la nada y yo fruncí el ceño confundida, hasta que caí en cuenta del por qué se estaba riendo —eres un tonto.

—siempre caes.— dijo soltando unas risitas. torcí los ojos y le di un golpe en la nuca.

—ya payaso, vámonos.— dije empujándolo para que empezara a caminar.

—espera, aún no me cambio, no me puedo ir en pijama. pásame algo de ropa.

—sí, porque después sales con pantalones verdes y camisa azul.— dije divertida, abriendo su armario y buscándole algo de ropa.

—es que no importa lo que me ponga, de igual forma siempre me veo bien.— sonrió seguro de sí mismo. negué con una sonrisa y me acerqué a él. bueno, tenía razón, ni siquiera podía decirle que no era cierto.

—los van dijk y su humildad.— me burlé —ya, toma, cámbiate rápido para irnos.— dije saliendo de la habitación. en el pasillo me encontré a sylvie y la saludé con una sonrisa.

—buenos días.— me saludó acercándose —anoche ustedes dos no me dejaron dormir.

—¿por qué?— pregunté confundida.

—porque toda la madrugada estuve escuchando a ruel contarte chistes y las risitas de los dos.— me miró con seriedad y después se rió.

—perdón, es que ruel es difícil de callar. empieza a hablar y ya no hay nadie que lo pueda callar.— dije divertida.

—¡las puedo escuchar!— lo escuché gritar desde la habitación. ambas nos reímos y ella siguió de largo para bajar. él no tardó mucho en salir y juntos bajamos a la cocina, donde kate ya tenía listo nuestro desayuno —me muero de hambre.

—exagerado.— le respondió dejando un plato de comida frente a cada uno. estuvimos un rato hablando, pero terminamos de comer bastante rápido para no perder más tiempo —¡vayan con cuidado!— se despidió kate de nosotros, agitando su mano. ayudé a ruel a subir al auto y me empecé a reír como loca cuando vi como quiso sacar su cabeza por la ventana cuando cerré la puerta, pero esta seguía cerrada y solo consiguió golpearse la cara. kate se empezó a reír junto conmigo mientras veíamos como él se quejaba dentro del auto y acariciaba su nariz roja.

—adiós kate, nos vemos.— me despedí entre risas.

—¡cuídalo!— me sonrió.

—siempre.— le sonreí de vuelta antes de subir al auto de una vez por todas. solté una risita al ver como ruel se seguía quejando.

—quedé como un estúpido.— bufó negando con la cabeza.

𝐒𝐓𝐔𝐂𝐊 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐘𝐎𝐔!     (𝐑𝐔𝐄𝐋 𝐕𝐀𝐍 𝐃𝐈𝐉𝐊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora