𝘴𝘦𝘪𝘴.

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—ruel, ya cállate.— dije entre risas al ver como no paraba de cantar desafinado entre gritos. sabía que lo estaba haciendo a propósito solamente porque estaba aburrido. además no paraba de caminar de un lado a otro, dando vueltas en la habitación.

—no quiero hacer la tarea.— bufó tirándose la cama a mi lado y cerrando los ojos. miré su perfil embobada por unos segundos y sacudí la cabeza para concentrarme en buscar información sobre lo que teníamos que hacer. nosotros siempre hacíamos todo juntos, porque los profesores sabían que debía ayudarle a ruel. él nunca quiso dejar de ir a clases a pesar de todo. decía que eso lo haría sentir excluido y que no tenía por qué tener clases en casa. así que, aquí estábamos. normalmente yo hacía todo lo escrito y él se encargaba de explicarle a los profesores sobre lo que trataba la tarea, para que así ellos pudieran ver que ruel sí había puesto de su parte.

—si no te callas no puedo pensar, y si no pienso entonces no se hace nuestra tarea.

—pero si tú nunca piensas.— dijo ganándose una mala mirada de mi parte. cuando escuchó mi silencio se empezó a reír y yo golpeé su frente con la palma de mi mano —¡es broma! sabes que te quiero.— se sentó y dejó un beso en mi mejilla, poniéndome muy nerviosa.

—ya sé, no podrías vivir sin mí.— bromeé tratando de parecer tranquila. cuando, en realidad, me estaba muriendo por dentro.

—claro que no, jamás podría vivir sin ti, lo sabes muy bien.— suspiró —¿si no quién va a hacerme la tarea?

—sigues y digo que no hiciste nada, eh.

—no harías eso.— se burló con una sonrisa enorme.

—claro que no, tonto.— ambos nos quedamos en silencio por unos minutos y noté que él estaba muy pensativo, pero no dije nada.

—¿sabes qué extraño?— me preguntó de la nada, soltando un suspiro muy profundo. dejé de lado lo que estaba haciendo y puse toda mi atención en él.

—¿qué cosa?— pregunté curiosa, mirando como se quedaba en silencio por unos segundos, hasta que decidió volver a hablar.

—cuando teníamos 12.— a penas dijo eso, entendí a donde iba todo esto. no dije nada y solo lo dejé seguir hablando, porque esto no era algo de lo que le gustara hablar muy seguido. sabía que para él todo había sido muy difícil desde hace algunos años, y a pesar de sus bromas y chistes, sabía que en el fondo le dolía tener que haber cambiado por completo su forma de vivir —antes de que pasara todo.

en la familia de ruel siempre había existido esta rara enfermedad que producía una ceguera sin ninguna explicación. era algo hereditario; kate y ralph siempre se preocuparon de que alguno de sus hijos pudiera tenerla, pero al ver que sylvie y coco nunca presentaron ningunos síntomas, creyeron que su tercer hijo tampoco lo haría.

y fue así durante un tiempo largo tiempo, hasta que ruel poco a poco fue presentando los síntomas. al principio le aseguraron que solo era cansancio en su vista, después dijeron que lo único que necesitaba eran unos lentes que ayudaran a su vista, la cual cada vez se hacía más y más borrosa. ruel siguió con su vida normal durante unos cuantos años, hasta que a los 10 años todo se complicó; fue perdiendo su vista demasiado rápido con el paso de los meses. los doctores dijeron que la enfermedad avanzaba demasiado rápido y que no había nada que se pudiera hacer por el momento. a los 12 años dejó de ver por completo.

fue un tiempo muy difícil para todos. sobre todo para él, pues tenía que cambiar su rutina y sus hábitos de una forma muy brusca. él solo era un niño que quería vivir como todos los demás; ver a su familia, a sus amigos, la naturaleza, el cielo, todo. pero ya no iba a ser así. por un tiempo dejó de salir con todos, de hablarnos y de, prácticamente, tener contacto con cualquier persona. a los 13 ruel volvió a ser el mismo niño alegre de antes, pues entendió y comprendió su enfermedad, y eso no cambiaba que estuviera algo triste por no poder seguir viendo, pero él dijo que no iba a dejar que eso le quitara su felicidad.

y yo admiraba eso de él.

—aún me acuerdo del día que fuimos a ese bosque con coco y nos quedamos a ver el atardecer. fue una de las últimas cosas más hermosas que pude ver antes de que esto pasara.— sonrió decaído cuando acaricié su brazo. sí, sin saberlo, ese fue el último día que ruel pudo ver por última vez. pensamos que iba a ser una salida normal, pero terminó siendo algo que cambió su vida por completo —extraño esos tiempos. debí haber disfrutado al máximo ese día, y en cambio me enojé con ustedes por no querer ir a caminar conmigo. fue muy estúpido de mi parte.

—tú no sabías todo lo que iba a pasar después, no es tu culpa.— suspiré haciendo una mueca de tristeza. odiaba no poder hacer nada por él, odiaba que no pudiera ver y disfrutar de las cosas como antes. era horrible saber que había veces en las que se sentía mal y no le contaba nada a nadie para no preocupar a su familia, para no hacerlos sentir mal. lo sabía porque lo conocía perfectamente, y por eso siempre le decía que podía desahogarse conmigo y contarme lo que quisiera.

—sí, pero... acepto esto. acepto no poder ver, no me importa ya, pero no puedo evitar extrañar esos días cuando miraba películas contigo, cuando viajaba con papá y podía mirar los paisajes de los lugares que visitábamos, o cuando podía ir a la playa y estar surfeando todo el tiempo que quisiera. a veces solo quiero tener todo eso de vuelta.— se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro, acurrucándose cuando lo abracé sin pensármelo dos veces.

—algún día vas a tener todo eso de vuelta, tu papá te lo prometió ¿recuerdas? te lo dijo cuando cumpliste 15, dijo que iba a hacer todo lo posible para que recuperaras tu vista.— le recordé, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos, mientras lo abrazaba con fuerza y acariciaba su cabello.

—lo sé.— respondió bajito, y escuché como sorbió su nariz. entonces me di cuenta de que estaba llorando. odiaba verlo llorar —pero... ¿y si nunca lo hago?— sentí como sus lágrimas mojaron mis manos cuando acaricié su mejilla y las limpié lo más rápido que pude.

—ruel no digas eso, te aseguro que vas a poder ver de nuevo. confía en tu papá, en todos nosotros, lo único que queremos es que estés bien y que seas feliz.— volví a abrazarlo con fuerza y ambos nos quedamos en silencio, mientras sentía como sus lágrimas mojaban la ropa sobre mi hombro.

—gracias.— murmuró con la voz algo ronca y entrecortada.

—¿por qué?— pregunté confundida, apoyando mi cabeza sobre la suya y acariciando su brazo de arriba a abajo con cuidado.

—por siempre apoyarme y estar conmigo.— sentí como buscó mi mano y entrelazó nuestros dedos. sonreí aunque no pudiera verme y besé su frente, sintiendo como se apegaba más a mí. lo quería mucho.

𝐒𝐓𝐔𝐂𝐊 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐘𝐎𝐔!     (𝐑𝐔𝐄𝐋 𝐕𝐀𝐍 𝐃𝐈𝐉𝐊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora