Hijos del Interneth ||Apphumans

Demonio.

Hoy era un día bastante normal para Google. Paseaba por los largos pasillos de sus instalaciones repartiendo documentos, saludando, separando peleas, interrumpiendo momentos románticos, y bajando la autoestima de la gente de aquí para allá; como dije: un día normal.

Ese día iba al ala sur; por lo tanto cruzaría el área común. En eso estaba cuando pudo observar a cierto chico dar vueltas tal cual León enjaulado. No lo pensó dos veces y se adentro a la zona de descanso.

—¿Ahora que sucede? —Dijo a la par que dejaba las carpetas en la mesa y veía a su hijo refunfuñar.

—¡Esta estúpida cosa no me quiere dar mi café! —Se quejo dándole un golpe a la cafetera. El mayor se acerco, tomo un botecito y lo metió en la maquina. —No le pusiste el café.

Enseguida tomo una taza, espero unos minutos, le sirvió el liquido de la cafetera y se lo entrego al contrario.

—Deberías ir a casa por lo menos. Tu hermano puede reemplazarte.

—¡Que estoy bien!, ¿si? —Lo miro molesto.

—No estas bien. ¿acaso no te vistes en esa foto? —Dijo el mayor con preocupación tomándolo de los hombros.

—Ese chismoso de mierda a de haberla modificado. Es un peligro para todos; tienes que despedirlo. —Le soltó mientras se quitaba su agarre. —¡Por el codificador! ¿te estas escuchando? Tu mas que nadie sabe que eso no es posible. Estas actuando como un imbécil con todos.

—Oh vamos, de aquí tu- —Un grito bastante agudo resonó por todo el edificio.

Ambos se miraron confusos. Entonces vieron a Instagram pasar bastante furioso con la cara llena de tinta azul. Se le quedaron viendo perplejos por unos segundos. —.....

—Bueno, como sea. Solo busca ayuda ¿si? O al menos acepta la que te ofrecemos. Te quiero hijo. —Sentenció para luego tomar las carpetas y salir del área común.

—Yo también..... —Dijo en un tono apenas audible mientras ocultaba la parte inferior de su rostro con su taza de café y desviaba la mirada.

—J-jefe —Se asomo un Twitter bastante nervioso. Sudaba frío; de verdad que su jefe le daba miedo en esos momentos. —Solo le aviso que ya me retiro.

—¿¿Y A MI QUE ME DICES?? LARGATE DE UNA VEZ. —Le grito alterado; temía que lo hubiera escuchado decir aquello.

—¡AH!, ¡s-si! —Técnicamente salió corriendo despavorido. Su jefe se había convertido en un verdadero demonio.

El contrario solo suspiro con frustración.