B e a n s

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El segundo día de clases todo fue nuevo para los recién llegados. Si hay algo que caracterizaba al pueblo es su gran tolerancia y respeto de los unos a los otros. Era un lugar tranquilo, demasiado, era famoso por sus lluvias de estrellas y la magia durante ellas, pues se decía que en cada lluvia de estrellas los muertos visitaban a las personas que más amaron antes de ir al más allá.

A Rubén y Mangel les causó curiosidad este hecho, pues ambos habían perdido a alguien importante en sus vidas, y era el motivo por el cual estaban allí. Bueno, aparte de Borja, amigo con el que solían juegos online por videollamada.

Al día siguiente Rubén estuvo pegado a Miguel todo el tiempo, pues ambos habían quedado en el mismo salón -por suerte para Raúl, él estaba a unos salones de distancia-. Luzu pudo reconocer a ambos chicos hasta que se cruzaron durante el receso, pues el primer día estuvo tan ocupado con el club que ni siquiera los notó.

-¡Rubius, Mangel! No pensé que se animaran a venir aquí de verdad -dijo, con un notorio entusiasmo, tomo las manos de los chicos y les llevó a la cafetería de la escuela mientras el par sólo podía observar lo bonito de los pasillos-. Voy a presentarles a mis amigos, aunque…Rubius, espero que no te alarmes tanto.

El chico de cabello claro le miró desconcertado-, ¿por qué habría de hacerlo?

-Ya verás -respondió con calma el castaño, su sonrisa les transmitía relajación. Reconocían esa propiedad de él, pues cuando perdían en los videojuegos era Borja quien nunca perdía la calma y, cuando lo hacía, Rubén moría de ternura.

Se sentaron en una de las bancas de ahí, esperando que Luzu les trajera el almuerzo. Éste se formó y sacó su cartera para pagar los sándwiches. Mientras lo hacía el chico de a lado pidió el suyo, así que se hizo a un costado para que pudiera hacerlo.

-Menuda mierda, olvidé mi dinero -escuchó, el chico simplemente dejó el almuerzo sobre la barra y se dio la vuelta para irse. Luzu nunca le había visto, así que se dio cuenta de que el estudiante era nuevo. Miró sus sándwiches, ya no podía pagar otro por lo que decidió darle el suyo. Después de todo, él no tenía hambre esa mañana.

-¡Oye, espera! -alcanzó al joven y tocó su hombro, instantáneamente le sonrió mientras extendía el almuerzo- noté que eres nuevo, así que puedes tener el mío, toma.

-No, lo siento, es tuyo yo no…

-De verdad, tómalo, ya me lo pagarás después.

Esta vez, el chico no pudo negarlo, así que lo tomó con cuidado-. Gracias, de verdad, ¿cuál es tu nombre?

-Borja, pero puedes llamarme Luzu.

-Luzu, soy Raúl pero puedes llamarme Auron.

Los dos sonrieron y estrecharon sus manos, Auron sólo podía pensar en el lindo gesto del chico y en cómo podría devolverle el favor, ¿quizá invitarlo mañana?

-¡AuroOon! ¡Siéntate con nosotros!
Raúl giró su cabeza hacia donde venía el ruido, siendo Mangel el propietario de ésta. Hizo una mueca de disgusto, quería estar sólo ese día. Fue entonces que Luzu hizo que le mirara de nuevo.

-¿Los conoces? -preguntó.

-Uhm…sí.

-Yo también, ¿nos acompañas?

Raúl no pudo negarse a su propuesta, después de todo le debía una al chico. Se sentaron juntos, después se les unió Fargan y Willy, seguido Alex y finalmente el chico que alborotó toda la cafetería, Samuel de Luque. Notaron cómo tuvo que rechazar la invitación de varias chicas para almorzar juntos, al sentarse soltó un sonoro suspiro.

-Qué difícil es esto, chicos, me siento como una…celebridad… -había hecho pausas al caer en cuenta que había más personas en su mesa que de costumbre, y no conocía a una minoría de ahí-. ¿Luzu…?

-Oh, sí, lo siento. Antes que nada, en Karmaland las personas a ti suelen llamarte por tu apodo, pueden hacerlo con todos excepto con Samuel ya que es el presidente del consejo. Ahora, Vegetta, te presento a Rubius, Mangel y Auron, a Fargan ya le conoces.

-Tranquilos, pueden llamarme Vegetta, los amigos de Luzu son amigos míos también -les dedicó una sonrisa antes de comenzar a comer, a Samuel su padre le preparaba el almuerzo todos los días.

Rubén estaba nervioso y su mejor amigo podía notarlo, también sabía que Samuel lo notaba así que eso empeoraba la situación. No hablo durante todo el almuerzo más que para reírse de vez en cuando y, a veces, notaba la mirada de Vegetta sobre él.

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En la sala del presidente del Consejo Estudiantil se encontraban Guillermo y Samuel, el de ojos verdes estaba sentado enfrente suyo mientras que Vegetta estaba de pie, recargado en una de las estanterías del salón.

-Fue por él, ¿cierto, Willy? -preguntó.

-Me preguntaba cuánto tardarías en notarlo -no le miraba, sólo escuchaba lo que el contrario tuviera que decir.

-¿Por qué él, Willy, qué tiene él que no tenga yo?

-Samuel, eres perfecto, pero tal vez no es la perfección que yo busco. No sé cómo pasó, pero después de Frank yo…

-Frank hubiese querido que fuéramos felices.

-Quizá no juntos.

Hubo un incómodo silencio tras eso, silencio que rompió Samuel al acercarse hasta él y tomar su mano. Le miró directamente a los ojos, y Willy sintió aquellos orbes violetas rompiendo su corazón.

-¿De verdad quieres hacer esto, Willy?

El contrario no supo responder, mientras lo pensaba escucharon la puerta abrirse. De ella entró Rubén, algo tímido al ver tal bochornosa escena enfrente suyo.

-Oh, yo lo siento, no quise…

-Tranquilo, ya me iba -interrumpió Guillermo, soltándose del agarre del pelinegro y yéndose del lugar tan rápido como pudo, Vegetta ni siquiera había podido detenerle.

-¿Estás bien? -preguntó Rubén luego de que Willy no estuviera, Samuel se desplomó en el sofá y miró el suelo, se sentía roto.

-No te basta con interrumpirme en el auditorio, ¿verdad?

-Venía a disculparme, te dejo solo, Vegetta.

-Samuel, llámame Samuel.

-Presidente.

Ambos rieron.

-Nos vemos, Doblas.

-Nos vemos, presidente.

Rubén salió, mientras que Samuel permanecía encerrado en esas 4 paredes que le habían servido para estar solo durante dos años.

Y, por primera vez en mucho tiempo, Samuel quiso desaparecer.

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Auron caminaba regreso a su pequeño apartamento, aquel barato y sencillo lugar que había conseguido rentar por un precio bajo. Estuvo tranquilo hasta que notó otros pasos detrás suyo, pensó que iban a parar después de pasar por el centro de Karmaland pero estos continuaron. Finalmente se giró, encontrándose con un Luzu sobresaltado después de su giro inesperado.

-Si querías hablarme simplemente lo hubieras hecho, no es necesario que me sigas, Luzu.

-¿De qué hablas?

-Llevas siguiéndome desde que salí de clases.

-Eh…no, en realidad vivo por aquí -el chico rió dulcemente y se acercó hasta quedar a lado de Auron-. Vamos juntos a casa.

-Vale, lo siento igual. No esperé que vivieras cerca de mí. ¿Dónde?

-Allá, mira -le señaló una casa en una colina, Auron pudo jurar que era la casa más bonita que había visto.

-Qué envidia.

-Puedes venir cuando quieras, el futuro presidente del Consejo necesitará buenos vecinos.

-Háblame de eso -Raúl le sonrió por primera vez en el trayecto a casa, y Luzu se sintió cálido.

Ambos chicos hablaron de los planes de Borja sobre lanzarse como presidente, Raúl le daba consejos y terminaban desviandose del tema. En algún punto tuvieron que separarse para ir a casa, aunque acordaron ir juntos a clases de ahora en adelante.

¡Recuerden lavarse las manos constantemente!

As a flower - Karmaland AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora