Humedecer con f e l i c i d a d

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Alex había despertado tan temprano que incluso pudo hacer ejercicio antes de ir a la escuela. Le gustaba correr, pero también prefería la bicicleta para ir a clases. Todos los días debía estar 30 minutos antes en la escuela para hacer un recorrido junto al vigilante, pues gracias a Samuel era un patrullero escolar.

Aunque, debía admitir que sentía algo de miedo estar por la oscuridad en las afueras de la escuela. Dentro de ésta se sentía seguro.

Mientras revisaba las aulas, escuchó ruidos provenientes del club de Ayuda Comunitaria. Como sólo era un patrullero, llevaba una linterna y, con permiso de Vegetta, un táser para defenderse.

Colocó su mano en el picaporte y lo giró, abriendo la puerta con rapidez. Al apuntar con la linterna y ver una silueta, gritó, haciendo que la otra persona también gritara. Dejó la linterna caer al suelo y ésta iluminó mayor parte de la habitación.

-¿…Fargan?

-¡Perdón! ¡Se me cayeron los crayones y entré en pánico!

-¿Crayones?

-A Luzu le gusta ayudar a los niños -se acercó para tomar la linterna pero Alex encendió la luz, dejando que el contrario le observara-. Ah, hola.

-¿Por qué intentabas recoger crayones en medio de la oscuridad?

-Ayer Luzu me dijo que acomodara las cajas y como estuve con Willy, llegué temprano hoy para hacerlo.

-Pudiste haber encendido la luz, hay gente que llega temprano.

-Entré por la puerta trasera.

-¿Qué eres? ¿Un maldito criminal?

-Eh, sí, probablemente. Una disculpa, señor oficial.

Alex rodó los ojos y se agachó para ayudarle a recoger los crayones. Al mismo tiempo los acomodaba por colores y David no entendía cómo podía hacerlo tan rápido. Pasaron unos minutos en silencio hasta que el más alto rompió el silencio entre ambos.

-¿Cómo te hiciste patrullero?

-Desde que llegamos Samuel me dejó ayudarle porque se distraía mucho con… -lo pensó un poco, no quería decir el nombre de Willy-, con sus amigos.

-¿Y tú?

Le miró con curiosidad-. ¿Yo?

-Sí, ¿no te distraes con alguien?

Alex asintió.

-Lo hacía, pero cortó conmigo por su mejor amigo.

-Eres mucho para él, Alex, seguro era eso. Aún así siempre tuviste a Frank, ¿no?

El más bajo rió, al parecer Willy no le había contado muchas cosas sobre su círculo. Mantenía su mirada ahora sobre Fargan. Evitaba pensar que David era un premio de consolación para Guillermo, pues sabía que el de ojos verdes intentaba amarlo y demostrárselo, pero a Alex no le convencía.

-Sí, algo así… -tras eso Fargan le miró de vuelta, y se miraron durante unos segundos hasta que Luzu entró al salón y cayeron en cuenta de lo que había pasado.

-Buenos días, ¿qué hacen aquí?

-Por error tiré las cosas para los niños y Fargan me ayudó a recogerlos, lo siento, Luzu.

-Está bien, Alex, lo hubiera hecho yo después. Por cierto, Vegetta me dijo si puedes verlo en su aula durante el almuerzo.

-Ahí estaré, nos vemos, chicos.
Luzu y Fargan le dijeron “adiós” al unísono, pero uno más confundido que el otro.

.

.

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Borja se sentó en una mesa vacía de la cafetería, sus amigos se habían dispersado y él había tenido que quedarse sólo esa vez. En la mañana recordó a Auron, así que le preparó el almuerzo también.

Sin embargo, Raúl no salió de casa ése día, o al menos no le había visto hacerlo.

Llevaba un cuaderno para pensar en su discurso mientras comía de su sándwich con papas. Estuvo tan concentrado al principio que no notó cuando Auron se sentó enfrente suyo, tuvo que tocar su hombro para que el castaño le mirara.

-Oh, no te vi, lo siento.

-Tranquilo, el que te debe disculpas soy yo, Luzu.


-Está bien, creí que estabas enfermo.

-No, un compañero de clase me llevó porque pasamos a comprar luces de navidad, perdón si me esperaste, olvidé decírtelo.

Luzu asintió con una sonrisa, al menos no comería solo ese día. Le extendió el almuerzo, y Auron le miró desconcertado.

-Es para ti.

-¿Tú lo hiciste?

-Sí, ¿ya compraste el tuyo?

-No, no, de hecho dejé mi dinero hoy también.

-Qué hombre más distraído.

-Me distraes -le susurró.

Luzuriaga rió con algo de vergüenza. Se sentía tranquilo cuando estaba con el contrario, y también solía sonreír mucho ante sus chistes.

“Ojalá pasáramos más tiempo juntos” pensó.

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Esa tarde después de clases, el camión de mudanza de Mangel y Rubén por fin había llegado al pueblo. Los empleados dejaron el mobiliario fuera del condominio, dejando a ambos sin saber qué hacer.

Y es que si fuera por Rubén, subiría las cosas de una, pero Mangel no le dejaba hacerlo si no tenía pensado cómo acomodar las cosas. Intentaron ponerse en un acuerdo, pero cualquier forma que pensaran no les convencía del todo. Además, dos adolescentes no serían suficientes para lo que debían subir.

-Llamemos a Luzu, seguro nos ayuda.

-Yo le llamo, espera.

Mangel tomó su móvil y le llamó, esperaron quince minutos y su amigo ya estaba afuera de los apartamentos, mirando todo el desastre que tenían en la entrada.

-¿Van a…decorar?

-Algo así.

-Creo que se equivocaron de persona.

-¿Por qué? -le preguntó Rubén, y Luzu sólo les pidió unos minutos. Vieron que llamaba a alguien, pero no sabían a quién.

Cuando habían decidido mudarse hicieron una lista de las cosas que deberían llevar, pero dudaba que el 50% de las cosas fueran necesarias, parecía que se iban de vacaciones. Mangel hacía el desayuno y la cena mientras que Rubén sólo se encargaba de la comida del mediodía.

-Listo -les dijo Luzu. El castaño se sentó en uno de los puff que tenían afuera.

-¿A quién llamaste? -preguntó Mangel.

-Al rey de la decoración de exteriores e interiores.

-¿Quién es ése?

-Sam.

-¿Hay algo que ese hombre no haga bien?

-Superar a su ex -contestó Rubén y los tres rieron. Según Luzu sólo debían esperar a que el chico llegara, pero ya había pasado media hora y no aparecía cerca de casa. Doblas se sentía ansioso de esperar y Luzu intentaba hablar con él de temas triviales para que se distrajera.

Un auto morado metálico se detuvo enfrente del condominio y Rubén supo al instante que era él sólo por la inexplicable obsesión que tenía con ese bonito color, aunque él prefería el verde.

-Disculpen la tardanza, chicos -habló Samuel mientras se bajaba del automóvil. Aún llevaba su uniforme de la escuela.

-¿Llegaste tarde y vienes en uniforme? -reprochó Rubén.

-Tenía una sesión de fotos en la escuela, Doblas. Ya casi son las elecciones.

-No es por nada pero, ¡voten por mí! -Luzu les entregó a cada uno jugos de uva que había traído de su casa.

-Yo sólo bebo vino, disculpa -dijo Rubén.

-Es vino barato.

-Bien ahí, Luzu.

Pasaron quizá ¿20, 30 minutos haciendo el tonto? Aunque en un momento Samuel tuvo que ir al baño y no volvió a la entrada, por lo que Rubén fue a asegurarse de que todo estuviera bien y no necesitara “ayuda".

Al subir sólo se encontró a Vegetta calculando tamaños y paséandose por la habitación con tanta concentración que no notó al chico de ojos verdes mirarlo. Rubén se preguntaba cómo para Vegetta era tan difícil olvidar a alguien que le hizo daño pero seguía pareciendo la persona más autosuficiente del mundo.

-¿Qué haces?

-¡Dios! -dio un sobresalto tras escuchar su voz, vaya susto que le sacó-. ¡Ya es la segunda vez!

-Perdón -habló entre risas-, no puedo contenerme.

-Sí, lo he notado.

-¿Estás haciendo un ritual o algo?

-Sólo hacía una imagen mental de cómo quedaría tu pequeño apartamento. Es bonito así que debemos sacarle el máximo provecho y que no se vea como…se ve ahora.

-Ya, Mangel y yo somos algo desordenados.

-¿Algo?

-Vale, “muy" desordenados.

El contrario rió mientras recogía la basura del suelo y la tiraba en el cesto. Rubén le ayudó a recoger la cama y lavar los trastes sucios.

-¿Hace cuanto se conocen?

-Desde que éramos niños prácticamente.

-Oh -le miró con picardía, y Doblas no entendió porqué.

-¿Sí…?

-Primer amor.

-Ah…eso -podía sentir el calor subir a su rostro.

-¿Sólo mejores amigos?

-Sí, sólo mejores amigos.

-¿Te ha gustado?

-No -mintió.

-Uy, sí.

-¡Es en serio!

-Sí, sí, te creo. Vayamos con esos dos, quizá piensen que nos estamos besando ya.

-Pues aún no llegamos a ese paso.

-No -sonrió-, aún no.

Bajaron juntos y, tras saltarse las burlas de sus amigos por el tiempo, les explicaron (o mejor dicho, Samuel explicó) el plan que harían.

Definitivamente sería una tarde bastante larga y cansada para los cuatro.





Lo subí temprano para más placer.
¡Sonrían siempre y sean felices!

As a flower - Karmaland AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora