El inicio

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Aniquilador

Me suelen decir monstruo, me suelen decir bestia, me suelen decir aberración, me suelen decir abominable, me suelen decir asesino, me suelen decir psicópata, me suelen decir loco, me suelen decir lunático, me suelen decir sicario, entre otros nombres pocos agradables pero el que siempre he amado es "El aniquilador", siempre ha sido el nombre que más he amado, el nombre que porta todo un ser superior a los demás, el nombre que domina sobre todos, el nombre al cual más pánico han tenido durante años, el nombre que reina sobre todo Libert, el nombre que algún día llegara mucho más de lo que todos creen capaz, el nombre que destruirá a los falsos dioses que se creen asesinos.

Toda mi vida he sido llamado públicamente "El engendro", en mi infancia fui diagnosticado con un trastorno que podía ser tratable en su debido momento pero mis padres creían que era una aberración impuro de su amado dios, como personas sumamente apegados a sus creencias decidieron darme en adopción a una familia en mi país natal para mi mala suerte nadie me quiso por mi trastorno pensaban que debía estar en un manicomio o muerto.

Años después comenzando mi adolescencia todo empezó a empeorar a no ser tratado medica mente a tiempo mi trastorno fue tomando más forma y poder así haciendo pasar de accidentes casuales como cortes de cabellos, chicles pegados en el cabello, empujones a compañeros a pasar ha caídas por escaleras de personas que no conocía, cortes en manos, brazos o piernas a mis hermanos, puñaladas a gatos o perros, pero todo empeoro el día que mi padre le metió un golpe a mi hermano, rehusándome a ver como siempre le hacían daño a ellos o a mi hasta quedar inconscientes con la cara sumamente deformada temporalmente por las marcas o cicatrices que siempre dejaba solo para recordar el resto de nuestras vidas quien era superior y quiénes éramos inferiores, tome un cuchillo mi arma menos favorita pero una de las más practicas y útiles, agarre sin remordimiento alguno y se lo clave más abajo de las costillas, más arriba de la pelvis sin saber que estaba penetrando un órgano, al estar enterrado me quede hipnotizado por como brotaba sangre, por cómo se sentía la excitación, por como aprendía que era lo que me gustaba hacer y quería más.

Después de eso mis padres no tuvieron más opciones que dejarme en un orfanato junto a mis tres hermanos sin importar que pasara en nuestro futuro. Cada día que pasaba en ese lugar iba aprendiendo más de lo que quería lograr hacer, mataba gatos, degollaba gallinas o abría perros para hacerles un tour anatómico, cada vez más era lo único bueno y lo único que me gustaba hacer, muchas cosas dejaron de tener importancia a lo que llamaba sentimientos o emociones fueron disminuyendo poco a poco, así como fueron aumentando los orfanatos a los que nos trasladaban a mis hermanos y a mí, debido a que no era el único con un trastorno con el cual lidiar, ni tampoco el único al cual le gustara atrapar animales para experimentar pero si era el único al cual temer realmente.

Años después a mis 17 años tuvimos la suerte de ser los cuatro adoptados por una pareja, ellos pensaban que solo éramos incomprendidos inadaptados que podíamos salir adelante, nos mudamos de país, de ciudades, dejando un rastro tras nosotros de desapariciones misteriosas o suicidios inesperados, nunca imaginaban que otras personas fueran las responsables, ya sabía cómo esconderme, ya sabía cómo actuar frente a muchos y ya sabía qué tipo de presas eran mis favoritas. Con tendencias a las mujeres frágiles y tímidas, siempre sucumbían a mi dominancia, dejándose ser sumisas pensando que realmente las amaba o que realmente las apreciaba, las hacia tocar el cielo para luego llevarlas al infierno mientras yo iba a mi paraíso perfecto, sufrían y me encantaba su dolor, en general el dolor de todos pero el de ellas por alguna extraña razón más, todo era así hasta que me descubrieron tratando de matar a una chica un año menor que yo, obligándola a escribir una carta de suicidio falso mientras le apuntaba con un arma.

Para mis 18 años mi familia tuvo que irse de ese país para tratar de enmendar todo y no volver e esos sitios mi madre adoptiva busco centros de ayuda o manicomios hasta que encontramos el lugar perfecto Libert era pequeño, era cálido, pintoresco y habían más asesinos como yo, habían personas que entendían todo lo que había pasado, aunque trataban de controlarme con pastillas, charlas, reuniones o ejercicios terapéuticos, mis ganas de hacer daño solo crecían intensamente desde el fondo de mi ser y cuando ella llego supe que no me culparían a mi sino a ella, porque yo ya llevaba mucho tiempo sin hacer daño, sin matar y sin hacer travesuras, así que esa noche todo mi plan se puso en marcha, el hecho de que fuera mujer solo me excitaba por que podría usarla a mi antojo e igual así la culpa no sería mía, todo comenzaría esta noche, este era el inicio, este era el comienzo de una guerra silenciosa que solo el mejor asesino lograría ganar y yo siempre ganaba.

Tres horas más tarde estaba en la fábrica abandonada que tenía el pueblo, totalmente a oscuras, solo la luna resplandecía e iluminaba el lugar lúgubre, oscuro y callado excepto por mi respiración errática después de haber corrido un buen rato, aproximadamente media hora, era tan exquisito sentir la adrenalina creada por mi emoción, todo gracias a una chiquilla que me estaba regresando a la vida sin siquiera saber de mi existencia, sonreí y automáticamente pensé en que mi juguete debe estar tratando de controlar sus emociones para ver que va hacer o debe estar corriendo, aunque conociéndolo debe estar escondido lo más lejos posible o eso quiere que crea, así que opto por revelar mi ubicación para ver que tan torpe puede llegar a ser

-Oye sabes un poema- Grito lo más alto posible para que me escuche- Yo amo Shakespeare, es uno de mis escritores favoritos, te digo una cita de ese ser tan espectacular, bueno así no respondas te lo diré "Ódiame o ámame, ambas están a mi favor. Si me amas, voy a estar siempre en tu corazón; si me odias, siempre voy a estar en tu mente" - Suelto una risa para que le moleste aun más- Dime ¿no te gusto su poema?, porque a mí me encanta.

Y justo en ese momento veo de reojo que se acerca con un tubo en la mano, sonrió por que estos seres son tan predecibles que no me molestare en ocultárselo

-Mi querido bipolar, dime ¿todos los bipolares son tan predecibles?, porque creo que si- vuelvo a reír y corre hacia mi dirección aun con el tubo en la mano, ira pura emana, mientras que solo me quedo quieto, sonrió cuando veo que ya está lo suficientemente cerca, evito su primer golpe con el tubo, mientras sigo sonriendo, sigo pensando en si matarlo con el hacha, con el cuchillo o con el rifle, ¿Qué quiero? Me pregunto internamente mientras veo como sigue fallando con el tubo en mano, ¿Una muerte rápida y no indolora? O ¿Una muerte divertida para mí?, así que mejor decido preguntarle mientras sigue tratando de dame con el tubo

-Dime Rilan qué prefieres ¿Una muerte rápida o una lenta?- rio mientras el pobre muchacho sigue tratando de darme con el tubo- ¿O prefieres que yo elija?- El para en seco, por su postura se está empezando a cansar, así que decido ponerme serio, este es el momento donde sueltan sus últimas palabras todas las presas son iguales.

-Eres un enfermo que debería estar preso o muerto- Suelta apuntando con el tubo en ambas manos.

-Mira Rilan no es nada personal, pero eso te pasa por burlarte de mí el primer día que llegue, ¿Lo recuerdas?, sinceramente no me importo pero pensé en oye pongamos a Rilan en cazar, jugar y matar- Suelto mientras sigo analizándolo, su respiración sigue siendo muy rápida, lo cual me indica que no se ha calmado, estas muy agotado pienso, así que rio y sigo jugando unos minutos mas- Tranquilo no te sientas especial, tengo toda una lista la cual disfrutare, además...

-Ya cállate engendro asqueroso, ojala te pudras, me das asco, eres un loco, desagrada...

Decidí acabar con el juego así que sin más saco el hacha que tengo detrás de la espalda y se la clavo justo en el cuello, empieza a desangrarse y solo me quedo parado, esperando que su último aliento se acabe.

Mientras vuelvo a sonreír, el único pensamiento que se viene a mi mente es que mañana todos se preguntaran que le paso al probé e inofensivo Rilan y la única culpable será la niña nueva y no mi inofensiva persona, que comiencen los juegos.

Aniquilador  familiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora