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Respiraba agitadamente.

Había terminado por correr hasta la casa del chico.

Su corazón necesitaba verlo y apoyarlo en ese momento tan difícil.

Necesitaba volver a tenerlo entre sus brazos.

Volver a sentir la dulce textura de sus labios.

Porque si.

Había besado a Shoto, su mejor amigo.

Pero no sintió nada.

No era lo mismo.

Eso le aterraba.

Sus sospechas de sus propios sentimientos cada vez se hacían más latentes.

Pero seguía negándose.

Tal vez si seguía reforzando la amistad con el heterocromático podría sentir lo mismo que con Katsuki.

Al final llegó hasta la puerta de su casa, acomodo sus ropas y su  cabello un poco antes de tomar el valor suficiente para tocar el timbre de la casa.

Sus manos comenzaron a sudar nerviosas.

¿Qué le diría cuando lo viera?

Un par de minutos paso parado, mientras sus pies se movían inquietos y sus manos juntas comenzaban a temblar.

Finalmente escucho pasos acercarse, su cuerpo se tenso y su corazón comenzo a dar latidos acelerados.

La puerta se escucho comenzaba a abrirse. Por simple reflejo sus ojos se cerraron con fuerza.

- ¿Diga...? Oh Midoriya-Chan

Esa voz.

Abrió sus ojos observando al cenizo frente a él con una sonrisa y ojos rojos brillantes.

- Bakugo-Kun...

- Si buscas a mi hermanito no está en casa, salieron a comprar material para cuando entre el lunes a clases

- Gracias...

- No hay de que, aunque no se si sea bueno verlo ahora, esta más insoportable de lo normal

- Gracias de nuevo pero quiero seguir intentando

- Esta bien, yo solo te advertía

- Bueno, entonces me retiro

- ¡Ah y otra cosa! Si te preguntas donde dio a parar el idiota, estara en Shiketsu

- ¿Por qué me dices esto?

- No se, tenías cara de querer saberlo

Sin más que decir se fue.

Ese día no lo vería.

No los días siguientes.

Durante todo el fin fue a su casa a intentar hablar.

Pero solo recia evasivas de su madre.

Ella le decia que no estaba.

Pasabo dos o tres veces al día a intentar encontrarlo.

Pero no tuvo éxito alguno.

Quería creer que la mujer no le mentía y realmente el cenizo no estaba en casa. Que solo era su mala suerte.

Simplemente se terminó resignado a que no lo vería esos dias.

Aunque ese tiempo le dio una idea.

Una muy genial idea.

Llegó el inicio de semana.

Dulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora