Apoyar

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Por más que pensaba todo tranquilamente te no lograba entender como había terminado ahí.

Los desgraciados de sus compañeros lo habían engañando para llevarlo sin levantar sospechas a casa del peliverde sabiendo perfectamente que toda la familia se encontraba en casa.

En esos momentos lo anguistiante era saber, ¿cómo sabían que Deku y él eran cercanos? Y sobre todo, ¿cómo se habían enterado de que no había conocido a la madre de este durante todo ese tiempo?

Lo pensaba muy detenidamente no lograba entender como es que esos dos tenían esa información si nunca les había contado algo sobre el ojiesmeralda.

Lo único que ellos podrían saber era que se conocían y eran amigos por las veces que Izuku había ido por el a Shiketsu, pero no...

Algo en su cabeza hizo un clic.

Inasa conocía a Midoriya.

Pero sabía que el no le contaría algo tan privido como eso a este.

Pero no era al único que Inasa conocía.

Una vena salto y resaltó en su cien habiéndolo rabiar en la silla donde se encontraba sentado.

¡Ese maldito bastardo mitad-mitad!

Incluso podia ver su rostro horrible e inexpresivo soltar una sonrisa ladina en forma de sorna.

¡Lo iba a matar!

- ¿Kacchan?

El peliverde se encontraba frente a él mientras agitaba la mano frente a su rostro intentando llamar su atención.

- ¿Sucede algo?

- ¿Ah? No, no pasa nada Deku

- ¿Te sientes mal? Te noto raro

- Nada de eso, solo de repente me dieron ganas de asesinar a alguien

Izuku miro algo asustado al cenizo que tenia en frente.

Lo veía bastante raro.

¿Estaría molesto? ¿Acaso le habría incomodado lo que había hecho en la mañana?

Y sobretodo y muy importante ¿a quién quería matar?

- Ya casi está la cena, iré por las cosas...

-Yo te acompaño

- ¿Eh? No es necesario Kacchan, yo puedo hacerme cargo, tu eres el invitado espera aqui

- No estoy invalido o algo como para no poder ayudar, así que cállate y voy a ayudar

En cuanto el peliverde quiso alegar y negarse de nueva cuenta Katsuki ya se había adelantado a la cocina dejándolo ahí parado con la palabra en la boca.

Y eso que hace unos minutos no quería ni entrar a la casa, parecía un gato uraño. Izuku solo logró soltar una sonrisa antes de ir a alcanzarlo.

A la vista del ojiesmeralda fue bastante divertido y hasta cierto punto tierno ver como Katsuki iba de un lado a otro mientras su madre le pedía cosas.

A pesar de que en realidad no habían conversado o cruzado palabra alguna, que no fuera alguna petición o indicación, se veía que esos dos se llevaban muy bien.

Una parte suya le preocupaba que su madre no simpatizara con él cenizo, más por los problemas en los que se había metido desde que lo conoció, temia que la mujer lo considerará una mala influencia para su hijo.

Pero toda duda se vio desvanecida cuando lo bien que parecían entenderse, o lo tan calmado que estaba Katsuki.

Podría quedarse enbobado el resto de la tarde solo observándolos mientras una sonrisa de oreja a oreja adornaba su rostro.

Dulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora