Latir

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Sus pasos acoplados a los del bicolor seguían su camino a la U.A.

No le gustaba ese silencio que se había instalado de ambos. Y no porque fuera incómodo o algo así parecido.

Era porque sus pensamientos comenzaban a volar, revoloteando en su cabeza sin darle descanso alguno.

Simplemente había algo que seguía inquierandolo y que posiblemente no lo dejaría estar más en paz.

Una persona mejor dicho.

Cuyo nombre era Katsuki Bakugo.

Sus palabras, su declaración seguían repitiéndose una vez una y otra vez en su mente y su corazón.

Sabía que no era el mejor de todos para expresar sus sentimientos. Era totalmente inexperto en ese tema.

Aveces no entendía ese sentimiento tan agridulce que lo carcomia por dentro. No podría explicarlo de la manera correcta.

Era una angustia que no lo dejaba en paz. Un sentimiento de impaciencia por saber de él, de hablar con él, de verlo, de escuchar su suave voz o sentir su dulce aroma inundar sus fosas nasales, de ver su precioso rostro, de sentirlo cerca.

Era un sentimiento calido, sentir los latidos rápidos de su corazón, esa sensación tan cálida y abrumadora en su pecho, sentir como algo remover se en su interior, esa felicidad completa cuando hablaban, cuando lo tiene a su lado, esa sensación de querer permanecer en ese momento solo donde existen los dos para siempre.

Pero...

¿Él sentirá lo mismo?

Por su parte lo único que sentía era confusión. Simplemente sus ideas en la cabeza no lograban acomodarse.
Siempre se convencía que ese sentimiento que comenzaba a llenar su corazón era simple amistad. Posiblemente culpaba de esto a su poca experiencia con esos temas, ya que nunca supo como relacionarse con el resto, no tuvo muchos amigos desde su niñez, todo porque no tenía un padre o porque era alguien raro, diferente al resto.

Su única conexión con el tema de la amistad era por medio de Shoto, siempre lo apoyo desde que se conocieron de niños, estuvo en los momentos difíciles para el heterocromático así como este también estuvo para él. Siempre admiro el valor de su amigo, a pesar de todo lo duro que le tocó vivir por su familia aún le quedaban fuerzas para cuidarlo y protegerlo. Eso siempre se lo agradecería y no tenía como pagarse lo, más que con su amistad sincera.

Pero lo que estaba experimentando era diferente, por más que se lo quisiera convencer a sí mismo, ese golpeteo fuerte de su corazón nunca lo había sentido nunca por alguien. Le aterraba, no sabía como debía comportarse al respecto, se había convertido en una persona más torpe que de costumbre, aveces su corazón actuaba por él, no podia pensar con claridad, no cuando Katsuki era el único nombre que acapara a sus pensamientos, la persona en la que no podía dejar de pensar, simplemente no le daba un respiro y aveces esa sensación tan abrumadora lo asustaba.

Pero a la vez era un sentimiento tan placentero, se sentía completamente feliz, todo había cobrado más color de lo usual, ese golpeteo de su corazón comenzaba a agradar le.

No entendía para nada lo que estaba sintiendo, la única verdad es que estaba seguro de que en el fondo no quería que ninguna de esas nuevas sensaciones que experimentaba desapareciera o se detuvieran.

Su rostro sin darse cuenta se había tornado de un color carmesí intenso, sus manos jugueteaban entre ellas buscando aliviar en la medida posible ese nerviosismo.

De nuevo ese rápido latir de su corazón lo abrumaba, soltó un suspiro bobo. Vaya que estaba confuso.

Sus pensamientos de soñador enamorado se vieron interrumpidos por una mano que se apoyo en su hombro.

Dulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora