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Eran las 10:00h de la mañana de ese último día del fin de semana, domingo. La eriza rosa estaba sentada en su cama, vestida con su pijama, aún cubriendo sus piernas con las sábanas. No dejaba de pensar en lo sucedido con Zonic. Le sorprendió su reacción ante aquella situación, la de quedarse en blanco y no saber que hacer para detenerlo, pues sus sentidos estaban en ese momento concentrados en el tacto del erizo. Precisamente su consciencia le pesaba, se sentía mal por no haber hecho nada para evitarlo. Había violado sus principios. Además, aún no se sentía preparada para ese tipo de contacto físico.

Su hermano entró de forma inesperada en el cuarto, dándole unos toquecitos a la puerta antes de entrar.

- Buenos días, hermanita. Hoy he hecho yo el desayuno. De nada. Y... ¿qué te pasa? -preguntó con preocupación al ver el rostro de la rosada.

- Son cosas de pareja. No tienes por qué preocuparte...

- Pero no me gusta ver que mi hermana pequeña así, con esa cara. Dime, ¿qué te ha hecho tu novio ese? -se acercó y se sentó en el borde de la cama- ¿Necesitas que alguien vaya a partirle la cara?

- ¿Qué? ¡No! Es solo que... Zonic quiere tener relaciones conmigo pero, como tú ya sabes, yo aún no quiero. No sé como decírselo  -omitió una explicación de su encuentro en la cocina.

- Ya veo... Sabes que no soy muy experto en estos temas pero, en mi opinión, no hay nada de malo en querer esperar un poco más, en querer esperar al momento indicado. Además, es una decisión sabia. Te ayudará a averiguar cuáles son sus verdaderas razones de estar contigo. Sabrás si solo te quiere por capricho o para divertirse y pasar el rato, o si de verdad te ama. Si él te ama, te respetará a tí y respetará tus decisiones. Tú confiarás más en él, y os ahorraréis un montón de problemas.

- Vaya, no recordaba que se te daba tan bien dar buenos consejos -rió levemente-. Gracias.

- No hay de qué, hermanita -se arrimó a la eriza y le dio un abrazo-. ¿Estas segura de que no quieres que hable con él?

- No, no quiero que me avergüences -bromeó-. Sé arreglármelas yo solita.

- Está bien. Levántate y ve a desayunar. Como ya te he dicho, he hecho el desayuno, y quiero ver que te parece.

[...]

Antes de comer, decidió iniciar su día de descanso con una ducha. La eriza rosa entró en el cuarto de baño y cerró la puerta con cerrojo. Se deshizo del pijama, abrió la llave del agua y, cuando ya estaba el líquido incoloro a una temperatura adecuada, se metió dentro de la ducha. Las miles de gotas mojaron su piel casi instantáneamente, provocando una inexplicable sensación agradable de relajación. Estiró su mano para coger el jabón y la esponja que estaban situados en un rincón del espacio. Fue ahí cuando se dio cuenta de que el jabón habia desaparecido. Cerró el grifo y salió de la ducha para inspeccionar el baño en busca del recipiente de plástico que contenía el gel. Encontraba de todo menos lo que quería.

Frustrada, se envolvió con una toalla para cubrir su desnudez, secó sus pies para no mojar en suelo limpio y salió del lugar. Se dirigió a la cocina para encontrarse con su hermano.

- ¿Dónde rayos has puesto el jabón? -preguntó al erizo rojo con el ceño fruncido. En lugar de contestarle, él empezó a reírse, dejándola totalmente confusa- ¿Qué te pasa? ¿Por qué te hace tanta gracia?

- No me estoy riendo de eso -dijo entre risas- Date la vuelta y lo entenderás.

- No entiendo que... -calló abruptamente. Su novio estaba allí de pie, ahora enfrente de ella, con una expresión de sorpresa en su rostro. Claramente el erizo azul no se esperaba para nada encontrarse con esas vistas. Ella volteó de nuevo, con las mejillas coloreadas como un tomate- ¿¡Por qué no me has avisado antes!? -preguntó a Max.

Zone Cop. Misión de Alto Riesgo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora