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Tumbado en el frío suelo de cemento, estaba con la vista fija en algún punto del techo. Sus hermosos ojos de iris azul no alcanzaban a ver casi nada debido a la oscuridad. La ausencia de luz dificultaba el poder distinguir los objetos de su alrededor. Entonces, ¿qué podía contemplar? ¿Qué podía hacer para matar el tiempo? Lo único que se le ocurría hacer era aburrirse mirando el techo, meditando, pensando, tratando de distraer su mente con alguna ilusión. El silencio le permitía escuchar los pequeños ruidos que en otras circunstancias no notaría, incluso el sonido producido por una cucaracha, aunque eso quizás se debiera a la muy corta distancia a la que se encontraba del insecto.

- ¡Qué asco! -soltó con repugnancia al darse cuenta de que la cucaracha estaba demasiado cerca de su oreja, lo cual le obligó a ponerse en pie para alejarse.

Entonces la puerta de su celda fue abierta. Iba a darse la vuelta para ver quién se encontraba a sus espaldas pero, antes de que lo hiciera, sus ojos fueron cubiertos con una venda negra. El zorro sintió cómo le jalaban y le sacaban fuera de aquel apestoso lugar. Después, un golpe en la nuca lo dejó inconsciente.

[...]

Siendo ya de noche, Zonic y Zamy estaban en casa de la eriza rosa, en el pequeño comedor del apartamento, cenando. Ella estaba conversando con él sobre cosas triviales, y él fingía estar prestando atención.

"Le daré una semana. Si después de ese plazo, usted no trae pruebas o argumentos sólidos que corroboren sus afirmaciones, me temo que tendrá que ser detenido y sentenciado a los años prisión correspondientes en su caso". No lograba sacar esas palabras de su cabeza. ¿De dónde sacaría las pruebas suficientes para demostrar que decía la verdad? No tenía ni la menor idea, y eso le preocupaba. Pasaría muchos años en la cárcel, sin mencionar que eso mancharía su reputación. "Papá estaría muy decepcionado conmigo ahora mismo".

- ¡Zonic! -dijo la rosada a la vez que chasqueaba los dedos para sacarlo de sus pensamientos- No me estás escuchando -se quejó.

- Lo siento. Yo... estoy un poco...

- ¿Distraído? ¿Cansado? ¿Aburrido de tanto escucharme?

- No, yo no...

- ¿Sabes? Cuando tú me cuentas tu vida, yo te escucho con atención. Pero bueno, ya veo que mis cosas no te interesan para nada -reprochó un tanto molesta.

- ¡No, claro que no! Quiero saberlo todo de ti: lo que te gusta, lo que no te gusta, lo que te hace enfadar, lo que te hace reír, lo que te enamora, lo que te pone nervios, lo que te hace sonrojar... Todo -pronunció en un tono de voz dulce.

- ¿Lo dices de verdad, o lo dices para que no me enfade?

- Ambas cosas -contestó provocándole una risilla a su contraria.

- En fin, los platos no se van a limpiar solos.

- Yo te ayudo -se ofreció a la par que se levantaba y empezaba a recoger la mesa junto a la eriza.

[...]

Cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba en un lugar totalmente diferente a su celda. Estaba amarrado a una silla, sin la capacidad de mover sus extremidades, en una habitación oscura y desconocida para él. Entonces el sonido de unos mocasines chocar con el suelo irrumpió el silencio. Una bombilla que colgaba del techo iluminó en punto exacto en donde se situaba el zorro de dos colas.

- Miles Prower, es un honor conocerle por fin -habló una voz grave que parecía venir de todas partes-, aunque lamento que tenga que ser en estas circunstancias. He oído mucho de usted y de sus grandes logros. Tengo que reconocer que usted es un gran científico, uno de los mejores que existe en nuestra dimensión.

Zone Cop. Misión de Alto Riesgo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora