Prólogo

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Lo había conseguido. Finalmente había sobrevivido a un semestre universitario entero en el extranjero. En un país tan enorme que aún a día de hoy le abruma. Aspira un poco de su cigarro mientras que se inclina sobre la baranda de su balcón, entretanto que observa la noche en casi pleno centro de la Ciudad de México. Aún es como si fuera ayer cuando con sus ahorros logró alquilar ese sitio pequeño pero cómodo, al menos había conseguido sobrevivir en una pensión el menor tiempo posible y acceder a trabajar en uno de los estudios más reconocidos de la zona. Alza sus cejas al ver a un señor con su carro todo cerrado yéndose probablemente hacia su casa o alguna plaza donde haya más movimiento. México jamás dejará de gustarle por qué el hecho de estar en otro sitio y que nadie te conozca es lo mejor que le puede haber sucedido a él.

Las vacaciones de verano casi que ni existieron por que se dedicó a dar exámenes finales y madrugar para hacer horarios casi completos. Estuvo en ese tren hasta hoy, por qué la nostalgia de cumplir veintiún años y fuera de casa aún le duele como si jamás pudiera superarlo. Todavía tiene muy dentro de él ese sentimiento de abandono que su hermana le hizo sentir el día que dio el portazo definitivo. No lo soportaba más, no le servía de nada quedarse allí sintiendo que solo tomaba malas decisiones cuando siempre se había esforzado por superarse a sí mismo. Pero para sus padres jamás fue suficiente, él tenía que cargar con todas sus exigencias que le arruinaban la vida cada día un poco más. Sólo él sabe lo que ha soportado. Cualquiera creería que debería de alegrarse por qué tiene trabajo e independencia pero no, hay algo allí dentro de él que no lo deja sentirse tan feliz como si algo estuviera mal. Pero consigo mismo.

Ella está frente al espejo de su habitación por qué ha decidido que saldría. A pesar de que no soportara demasiado a Juana, quien la ha invitado con mucho entusiasmo intentando convencerla de que era lo correcto. De que no podía seguir viviendo sus diecinueve años como la anciana que no era. Se encoge de hombros mientras que termina de ponerse una blusa de hombros despejados ajustada color negra manga tres cuartos y unos jeans altos celestes claros. Suspira por que no la convence demasiado pero sabe que si sale con alguna otra cosa estarán pendientes para molestarla. Está allí viéndose cuando oye claramente la voz de su madre deseándole buenas noches a su hermana en la habitación de al lado. Mierda. Corre para comenzar a quitarse la ropa mientras que busca revolviendo su armario en busca de su pijama de dos piezas largo. Es que siempre ha sido tan vieja pone sus ojos en blanco para esconder la ropa bajo la cama y tirarse sobre el colchón para fingir estar leyendo un libro que hace horas no agarra.

- Golpean su puerta como había intuido que sucedería por eso finge no haberlo notado - ¿Si? -dice para alzar la vista del libro-.

- ¡Hijita! -dice Virginia para asomarse por la puerta- ¿Aun no te has acostado?

- Ay, mamá apenas son las diez y está bien que con los años envejezca pero tampoco tanto eh -dice consiguiendo que le sonría.-.

- Virginia se sienta a su lado - Siempre leyendo tu eh -le sonríe de esa forma en que estará a nada de comentarle algo más- He visto que el hijo de Mariela, Federico ha estado preguntando por ti.

- Ay, no mamá por favor no comiences con eso.

- Ay, no tú por favor Paulina ni siquiera has dejado que te invite a salir -dice en ese tono acusador-. Además no me digas que no esta guapo ese muchacho.

Paulina la observa en silencio mientras que piensa que si que lo es. Es decir, es un poco más alto que ella tiene unos ojos claros tremendamente bonitos pero sin embargo le parece tan de poca gracia. No sabe qué es lo que la hace dudar pero algo en ese hombre no le gusta.

- Ya tienes diecinueve Paulina tienes que ir pensando en que pretendientes de la comuna son los ideales para ti -la morocha frunce el ceño mientras la oye-. Federico no solo tiene apellido si no que además estudia economía en la universidad nacional. Su padre es banquero de renombre...

Tú NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora