Izuku, el gran almirante imperial

Capitulo - VIII

Dos días han transcurrido desde que Izuku recibió la confirmación de su ingreso a la UA por parte All Might y en estos momentos el peliverde se encontraba ordenando los últimos objetos que le quedaban por guardar.

– Solo me falta eso – se dijo así mismo para después dirigirse a su caja de seguridad que tenía en su habitación, con un movimiento horizontal de su mano hizo que la cerradora de esta se abriera por su cuenta y de su interior saco un contenedor metálico, al abrirlo se podía ver que dentro de esta se encontraban dos sables de luz, el primero tenía su empuñadura rodeada por una estructura circular y el segundo era un sable que se creía perdido desde la muerte de su dueño alrededor de un año atrás, tomo el que tenía la estructura circular.

– No creía que volvería a tenerte en mis manos – dijo al aire para posteriormente colgarlo en su cintura, después dirigió su mirada al otro sable que se encontraba en el contenedor el cual tenía un gran valor e inmediatamente lo cerro y regreso a su lugar en el interior de su caja de seguridad, al cerrarla tomo sus cosas y se retiró de su habitación, a los pocos minutos se encontraba en las plataformas de despegue en los cuarteles de tierra para subirse a una lanzadera imperial clase lambda que lo llevaría a lo que sería su nuevo hogar durante una temporada.

Mientras avanzaba hacia la compuerta de embarque de la lanzadera se fijó que cerca de la nave se encontraba Tarkin con su nueva escolta personal quien era nada menos que la chica capturada en el encuentro con la liga de villanos y que ahora vestía un traje de vuelo negro con los emblemas imperiales en los hombros, el peliverde se dirigió hacia donde este se encontraba.

– Veo que ha venido a despedirme – le dijo cuando estuvo frente a él.

– Solo venia para asegurarme que tuviera un buen viaje mi Lord – respondió mientras daba una pequeña inclinación con la cabeza – y no se preocupé me encargaré de todo por aquí mientras no se encuentre – le dijo con una sonrisa.

– Me alegro de tenerlo aquí, es la única persona en la que puedo confiar – dijo con confianza en su rostro – recuerde que puede contar con la General Urren de ser necesario – le dijo.

– Como usted diga mi Lord, aunque no quisiera molestarla ahora que ha empezado con el adiestramiento de las tropas, he escuchado que es un verdadero infierno – comentó a la vez que soltaba una ligera risa – por cierto, creo que ya conoce a mi escolta – menciono mientras señalaba a la chica pelinegra de ojos rojos y piel blanca como la leche que se encontraba a su espalda.

– La vi en esa ocasión junto a los otros prisioneros, pero no tuve la oportunidad de conocerla – respondió cordialmente observando la reacción de la pelinegra quien solo le dirigía una mirada seria y sin emociones – me presento soy Izuku Midoriya el hombre a cargo de todo lo que puedas ver en este lugar y también el que permitió que uses ese uniforme, si te preguntas por qué escogí que vivieras ese día en el bosque fue porque vi un gran potencial en ti, espero que uses ese potencial para la gloria del imperio – dijo mirándola directamente a los ojos.

La joven mantenía una mirada sombría sobre el peliverde sin mostrar señal alguna de intimidación.

– Como usted ordene mi Lord – le respondió dando una leve inclinación con la cabeza – le juro que mi lealtad está con usted y el imperio – dijo con total entrega.

– Me alegra escuchar eso – dijo con una sonrisa en el rostro para después dirigirse a Tarkin de forma seria – Muy bien General, espero que mantenga todo en orden mientras yo no me encuentre y que cumpla mis órdenes a la perfección – dijo lo último mientras intercambiaban miradas como si hubiese algo más tras esas palabras.

– Puede confiar en mí, Mi Lord, mi lealtad esta con usted, cumpliré sus órdenes en favor del Imperio – respondió esté con seriedad en la voz.

– Así espero General, ahora si me permiten me retiró mi transporte me espera – se despidió cordialmente mientras les daba la espalda.